Hacía mucho tiempo que
quería leer esta novela gráfica de 2014 y finalmente se me dio, gracias a un
seguidor de mi canal de YouTube que me lo hizo llegar desde México. Porque
–aunque cueste creerlo- Hasta la Muerte es una obra de autores argentinos que
sólo se editó en México. Probablemente haya una explicación para eso, pero
estoy seguro de que me va a parecer una ridiculez. Se trata de una obra breve,
de 60 páginas, escrita por Damián Connelly y dibujada por Renzo Podestá, dos
autores prolíficos, con muchos seguidores en el mercado local. Y trae como
complemento un CD con cinco canciones de Cuervo Viejo (un músico argentino
radicado en México) cuyas letras tienen bastante que ver con lo que narran
Connelly y Podestá en la historieta. Paradójicamente, el tema que más me gustó
es el que no tiene letra.
La trama es lineal y bien
de género. Es una típica historia de corrupción, venganza y violencia pasada de
rosca, ambientada en La Cruz, un pueblito condenado al atraso y la miseria,
donde los poderosos hacen lo que se les da la gana. Ahí va a llegar Alex, un
músico de la gran ciudad, que se va a ver envuelto en un flor de despelote muy
por afuera de sus expectativas. Acorralado e intoxicado por el clima de La
Cruz, Alex va a tener que elegir entre ser víctima o verdugo, y así es como
este tipo aparentemente tranquilo se va a metamorfosear en pocas páginas en un
héroe de acción a la Antonio Banderas en Desperado. Hay una conspiración, un
traidor, un romance, mucha acción y mucha mala leche. Nada fuera de lo que
dicta el manual para escribir este tipo de historias, más allá de que Connelly
logre colar en algunos pasajes ciertas pinceladas de lirismo, como para que no
sea todo tan brutal.
Lo mejor que tiene el
guion, o te diría la novela en su totalidad, es ese clima ominoso, tremendo,
agobiante. No es sólo el protagonista el que se ve sobrepasado por la impronta
sucia, crota, putrefacta de La Cruz. Tanto Damián como Renzo le ponen un
esfuerzo extra a crear esa atmósfera de desolación y violencia que se te queda
pegada incluso después de terminar el libro. No te quiero contar si el
protagonista gana o pierde, palma o sobrevive, pero sí subrayar que los autores
logran que, desde las primeras páginas, 1) te importe qué le va a pasar y 2) no
tengas idea de lo que le va a pasar. Con eso alcanza para mantener mi interés a
lo largo de 60 páginas, incluso sin necesidad de shockearme con tiros,
cuchillazos y violaciones.
Connelly elige contar la
historia con una notable economía de textos, apenas con los diálogos
indispensables como para entender qué está pasando, por supuesto escritos en
neutro. Eso le otorga muchísimo espacio para el lucimiento al dibujo de
Podestá, un autor que sabe muy bien cómo narrar sin textos. No sé si Connelly
le entregó un guion detallado, o si el desarrollo viñeta-a-viñeta fue
planificado por Podestá, pero el resultado habla a las claras de una muy buena
conjunción entre ambos y de una solidez en la narrativa realmente encomiable.
Incluso sin ajustarse a la narrativa más clásica, incluso asumiendo unos
cuantos riesgos, Damián y Renzo impactar y conmover al lector, y darle a una
obra de género una fuerte impronta autoral.
En el apartado gráfico,
Podestá se luce con una variedad amplísima de recursos para sacarle el máximo
provecho a blancos, negros y sobre todo grises, que aparecen en todas sus
formas y todos sus matices. Para 60 páginas me parece que hay pocos fondos (que
oscilan entre las fotos retocadas y los dibujos a mano alzada, al filo del
mamarracho), pero la verdad que no es ahí donde la historia requiere más
atención ni más despliegue por parte del dibujante. Las claves de Hasta la
Muerte pasan por el peso de los climas, el dinamismo de la acción y la
expresividad de los personajes, todos rubros en los que Podestá demuestra con
creces su categoría. Yo siempre digo que meterle a una misma página muchas técnicas
de entintado distintas pueden complicar la fluidez del relato, y acá tenemos un
ejemplo elocuente (y excelente) de lo contrario: Renzo no deja técnica sin
aplicar y el efecto es el de un dibujo con una fuerza plástica espectacular,
totalmente funcional al ritmo del relato.
Como para terminar, Hasta
la Muerte no te cambia la vida. El hecho de no leerla nunca no te convierte
automáticamente en un subnormal invertebrado con el gusto en el ojete que se
masturba pensando en la próxima saga de Batman escrita por Jeph Loeb y dibujada
por Marc Silvestri (o algún otro fiambre de los ´90). Pero el hecho de leerla
te garantiza un momento de placer intenso, en el que te podés entregar sin
mayor reparo a una historia fuerte, vibrante, jodida, potenciada por un dibujo
al nivel de los mejores trabajos de Podestá, lo cual es mucho decir. Y
acompañado de cinco canciones, como para sumarle una dimensión más a la
lectura. Algún día alguien se va a poner las pilas para que Hasta la Muerte se
pueda editar en Argentina (no hace falta ni traducirla) y esta obra que en México
tuvo una tirada muy chiquita (1000 ejemplares) acá va a poder aspirar a un
techo de ventas bastante más alto y por supuesto a una mayor repercusión. Méritos
artísticos no le faltan.
Gracias por estar ahí y
nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
1 comentario:
ojala te escuchen andres y alguien algun dia se cope y edite este laburito por estos pagos
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