Estos días en los que no
me muevo de mi casa me cuesta un poco encontrar el momento para sentarme (o
acostarme) a leer. Hago otras cosas, me cuelgo pelotudeando en las redes, o me
cebo con temas vinculados al sitio de Comiqueando, el canal de YouTube y demás.
No quiero suspender el blog hasta volver a tener esas horas que siempre le
dedico a la lectura cuando viajo en bondi o en subte, así que lo que se me
ocurre para bancar los trapos y no bajar el ritmo de las 10 entradas mensuales
es volver a reseñar un sólo libro por entrada, como en la época pre-2016. Si de
acá a fin de año aparecen más entradas con una sola reseña que entradas con dos
o más, sepan disculpar. Y para el año que viene, veremos qué hacemos. Por ahí
no sigue el blog, o cambia mucho en su propuesta.
Lo que tengo para reseñar
hoy es una novela gráfica que araña la categoría de Historieta Perfecta.
También es un manga, y también es una especie de Lado B de Bakuman. Así como la
obra de Takeshi Obata y Tsugumi Ohba se centraba en las ilusiones de los pibes
que soñaban con triunfar como mangakas, el esfuerzo, el sacrificio, los
vínculos solidarios, la pasión, el amor por el manga… Reiraku es exactamente lo
contrario. El inconmensurable Inio Asano nos cuenta la historia de un mangaka
de más de 35 que se rompió el orto 10 años para sacar adelante una serie de
considerable éxito, bien tratada por la crítica y con un núcleo hardcore de
fans que lo re-bancaron (me imagino que está hablando solapadamente de su
experiencia con Oyasumi Punpun), pero que hace el camino inverso al de los
chicos de Bakuman. Le cuesta engancharse con una nueva obra, le resulta cada
vez más ridículo ponerse a pensar qué carajo le puede llegar a gustar a los
lectores, se da cuenta de la cantidad de años que se va a tener que clavar al
tablero para realizarla, no se siente cómodo con su vida, con la carrera que
eligió, no siente admiración por los grandes maestros, ni por los autores de
moda que venden más que él, y por si esto fuera poco, se le terminó el amor por
su esposa, que también está muy metida en el mundo del manga.
Reiraku es, entonces, una
obra de desilusión. Asano parece decirnos que cuando envejecés un toque, cuando
quemás ciertas etapas, los sueños, las ilusiones y la pasión por el manga te
empiezan a chupar bien un huevo. Están los lectores, y Fukazawa (el
protagonista de Reiraku) no llega a mandarlos a la mierda. Pero todo lo demás
(incluyendo sus vínculos “afectivos”) lo deprime, lo frustra y hace cada día
más improbable que vuelva a crear una obra que lo entusiasme a él, o a alguien
más. En el medio, Asano nos va a mostrar una especie de historia de amor, con
la distancia y la frialdad que se pueden esperar de un amargo como Fukazawa, y
no exenta de una cierta sordidez, pero aún así con algunos momentos muy lindos.
Este es un manga 100% adulto, que no juega a atrapar al lector con cheap
thrills, ni con acción, ni con momentos en los que estallan los tsunamis de
emociones. Va mucho más para el lado de la introspección, la melancolía, la
rutina, el vacío existencial que dejan los sueños cuando se hacen añicos. Y es
realmente excelente, porque va al hueso, porque te deja pensando, porque ofrece
una mirada atípica sobre la vida del mangaka y sobre todo porque no está
estirado hasta el infinito.
Y el dibujo me pulverizó,
me dejó sin palabras. Acá hay un nuevo salto cualitativo en la carrera de uno
de los mejores dibujantes que vi en mi vida. Para esta obra, Asano le saca
protagonismo a las tramas de grises y se lo da a unas aguadas majestuosas, una
forma de aplicar los grises mucho más artesanal, más bella, mucho más idónea
para sugerirnos los climas que propone la trama. Esto no lo inventó Asano,
obviamente. Ya se lo vimos a genios como Naoki Urasawa, Satoshi Kon y muchos más.
Pero en la obra de Asano esto se ve como un upgrade, como un paso hacia un
dibujo menos pendiente del realismo y más tendiente al expresionismo, a tratar de
que su trazo no sólo reproduzca el mundo real, sino que manipule en cierto modo
el mundo interior de los lectores. La edición de Norma es más grande que la de
los mangas de Asano que había leído últimamente, así que me vino bárbaro para cebarme
a full con toda la faceta visual de Reiraku, que además es (como siempre) riquísima
en detalles alucinantes. Si en algún momento Ivrea abre algún tipo de consulta
popular para ver qué obras de Inio Asano pide la hinchada, por favor hagamos
fuerza (o fraude) para que gane Reiraku, así más gente puede acceder a esta
gema del infinito. Tengo más libros del ídolo en el estante de las lecturas
inminentes, así que será un invierno Asanista.
Gracias por tanto, perdón
por tan poco, y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
1 comentario:
Lo que decidas con respecto al blog, va a estar bien... Son tiempos -como tantas otra veces, y ahora más que nunca- de barajar y dar de nuevo, a ver cómo se acomoda todo.
Vos tranqui, que es muy buena la energía que volcás acá.
Tus reseñas nunca bajan la puntería.
Abrazo!
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