el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 14 de noviembre de 2020

LA FRUSTRACION

Sigo recorriendo lanzamientos de historieta argentina de este extrañísimo 2020, y ahora es el turno de La Frustración, el nuevo trabajo de Brian Janchez. Esta probablemente sea la novela gráfica más extensa en la bibliografía del autor, que no sólo subió la apuesta en materia de ambiciones, sino también en materia de originalidad. Después de jugar con varios géneros, de destacarse sobre todo en la comedia costumbrista (a la que de a poco le fue incorporando elementos dramáticos), ahora Janchez se propone una fusión sumamente original: La Frustración es una aventura dramática, con mucha introspección, con un rol muy importante para los vínculos entre las personas, pero ambientada en un contexto de ciencia-ficción del post-holocausto. Una combinación rara, que en una de esas se le podría haber ocurrido a Beto Hernández, pero no a muchos más. Y por si a la consigna le faltara atractivo, Janchez incorpora otro elemento con el que le había ido muy bien en sus primeros trabajos: la autobiografía. La Frustración no es un comic autobiográfico, pero obtiene un montón de recursos tragicómicos del hecho de que la protagonista, Bulma Jimenes, es una autora de historietas enrolada eternamente en un underground enrarecido y adverso, que garantiza sangre, sudor y lágrimas, más que esa consagración a la que todo artista alguna vez aspiró. Está claro que muchas de las frustraciones que experimenta Bulma, ese boulevard de los sueños rotos por el que transita su carrera como autora de comics, empalma con los sinsabores que alguna vez vivió Brian en los años que lleva en este metier. El contexto del post-holocausto da origen a un world-building interesante, bien pensado y bien ejecutado. Pero sin dudas el principal atractivo de la novela está en la construcción que hace Janchez del personaje central. Bulma Jimenes es una mina dura, conflictiva, tramposa, manipuladora, por momentos capaz de ser muy cruel. Difícil identificarse con un personaje así, si no fuera por ese rasgo que (en una de esas, a los ojos de algunos lectores) la redime: su amor por la historieta. Probablemente eso sea lo único 100% genuino en esta mujer enroscada al límite de lo patético. Janchez hace crecer al personaje desde la primera viñeta hasta la última, a fuerza de un logrado equilibrio entre silencios introspectivos, diálogos punzantes y escenas de acción a todo o nada, con más violencia que la que nos mostró en cualquier otra de sus obras. El final es abierto, y no del todo triste. No me molestaría en lo más mínimo que en algún momento Janchez se decidiera a retomar a Bulma Jimenes para continuar esta historia y ofrecernos nuevos giros argumentales y más exploración de este mundo crepuscular y caótico en el que la historieta es el principal entretenimiento popular. El dibujo va en la línea de los trabajos más recientes de Brian: una línea despojada, sintética, con un claroscuro extremo en el que sólo existen los espacios blancos y las masas negras. Las caras son muy expresivasy los fondos no aparecen muy seguido, pero cuando lo hacen, están bien. Creo que lo que más me gustó de la faz gráfica fueron los homenajes a Peanuts, los personajes claramente basados en Marcie y Peppermint Patty. Y me gustó también la narrativa descomprimida, sobre todo esas páginas en las que en vez de meter tres viñetas widescreen cada una con un bloque de texto, Janchez dibuja tres viñetas normales y pone los textos en la mitad de la página que le queda vacía. A rasgos generales, hay una intención coherente en guión y dibujo que –digo yo, no sé si Brian lo pensó así- la de generar una distancia entre lo que se cuenta y el lector. La narrativa tiene ese grado de frialdad como para que incluso las escenas que nos resultan familiares se sientan lejanas, la protagonista no se esfuerza en lo más mínimo en generar ningún tipo de empatía, y el recurso de ambientar la historia 65 años en el futuro le permite al autor “vendernos” un mundo que no se parece demasiado al nuestro. Así como hay historietas que buscan que uno se sienta parte del relato, que se involucre casi como si fuera un personaje más, La Frustración va para el lado contrario y aún así llega a buen puerto. Estamos hablando de una muy buena novela gráfica, donde brilla el desarrollo de un mundo y un personaje para nada trillados, y donde se ve a un autor maduro, en total control de una vasta gama de recursos narrativos y gráficos. Me animo a recomendarle La Frustración no sólo a los fans de Brian Janchez que lo siguen hace años, sino incluso a quienes nunca se aventuraron en las obras de este interesantísimo autor. Y nada más, por hoy. Retomamos este Noviembre dedicado a la historieta argentina en un futuro post que se viene pronto, acá en el blog.

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