el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 5 de marzo de 2025

TIEMPO PARA RETOMAR

Marzo empieza con un poco de delay en el blog, porque bueno... le dediqué el finde extra-large a otras cosas y leí poca historieta. Pero algo hay para reseñar. Allá por el 26/12/17, me tocó comentar un álbum de El Jueves que recopilaba historietas del maestro Tabaré previamente publicadas en las revistas de Ediciones de la Urraca (Hum®, SexHum®, quizás SexHum® Ilustrado). Ahora conseguí otro, titulado "¡Sopla! ¡Sopla!", con las mismas tres características para destacar: la forma errática e inconsistente en la que se reemplazan algunos "argentinismos" por "españolismos" (y otros no); lo anclado al pasado que quedó este tipo de humor; y lo bestial, lo inexplicablemente genial que es el dibujo del prócer uruguayo que viviera mil años en la Zona Sur del conurbano bonaerense. A esto hay que agregarle un par de items. 1) La mejor historieta del álbum (más que historietas son chistes largos, pero bueno...) es "Gorosito, una fiera"... ¡y aparece DOS veces!. Mirá la poca bola que le daría la gente de El Jueves a estos álbumes, que hasta repiten una de las 31 historietas de dos páginas que componen el librito. 2) Su nombre no aparece ni en la portada ni en los copyrights, pero varios de los guiones de estas historietas son de "H.G.B.", que no es otro que Héctor García Blanco, quien fuera muchos años director de SexHum® y más tarde co-guionista, junto al propio Tabaré, de la tira diaria de Diógenes y el Linyera. Se nota bastante cuando mete mano García Blanco, porque la prosa aparece con más protagonismo y más cuidada. Nunca llega a levantar vuelo ni profundidad, primero porque todo se remata en apenas dos páginas, y después porque se trata de relatos sumamente prosaicos, groseros, generalmente con una mirada bastante brutal acerca de las relaciones de pareja y el sexo, que no excluye escenas que -para los standards de hoy- son muy violentas. Por supuesto que el trazo de Tabaré deja en claro de modo categórico que es todo una caricatura grotesca, no una crónica, ni una denuncia, ni una apología, ni nada. Es humor, liso y llano, y hay que entenderlo como tal. Después, te puede causar gracia o no (a mí la verdad que me hizo reir pocas veces), pero es eso: situaciones shockeantes, con gente golpeada, humillada o empomada, casi siempre en un contexto de joda pasada de rosca. Y dibujadas como los dioses por un tipo que tenía una línea mágica, versátil, muy reconocible y absolutamente ganchera. Conseguí este librito en oferta, y lo compré a sabiendas de que -a nivel guiones- no era mucho lo que me podía ofrecer. Pero el dibujo de Tabaré garpa todo. Y como en Argentina a nadie se le ocurre recuperar estas historietas de los ´80 y ´90, y a mí no se me ocurre ponerme a coleccionar números del año del pedo de Hum® y SexHum®, seguiré levantando estos albumcitos de El Jueves cada vez que los vea a buen precio.
Después de mucho buscarla, conseguí a buen precio la edición yanki de Utsubora: The Story of a Novelist, que trae la obra completa en un masacote 500 páginas. Este es un manga de Asumiko Nakamura de principios de la década pasada, que venía con altas recomendaciones... pero le encontré unos cuantos problemas. En primer lugar, el dibujo, que -a grandes rasgos- no me gustó. Las escenas de sexo están bien dibujadas, porque ahí Nakamura, para escapar de lo obvio y lo vulgar, extrema el carácter expresionista de su trazo, y enrosca a los cuerpos en unos escorzos anatómicamente imposibles, pero lindos de ver. El resto de la faz gráfica, muy flojita. Incluso la narrativa por momentos es confusa... Hay una escena en la que Tsuji coge... y no logro deducir con quién. Puede ser que sea un garche que sucede solo en su imaginación, y eso tendría un cierto sentido... pero nunca se aclara. El argumento en general es muy interesante: un novelista consagrado se ve enredado en un misterio que involucra la muerte de una fan suya con la que tuvo un touch-and-go, la aparición de una chica enigmática y seductora, idéntica a la occisa, y un apriete muy heavy que tiene que ver con pruebas contundentes que indican que el escritor en vez de escribir, se afanó una novela cuya verdadera autora es una de estas chicas. El atildado Shun Mizorogi va a quedar envuelto en medio de estos misterios y de una trama romántico/ erótica que lo supera por completo. ¿Quién es el verdadero autor de Utsubora? ¿Quién es realmente Sakura? ¿Quién era Aki? Con todos esos enigmas, Nakamura construye un relato complejo, lleno de suspenso y tensión. Pero que lamentablemente se empantana más de una vez por culpa de personajes que no aportan prácticamente nada a la trama, como los insufribles inspectores que investigan la muerte de Aki, o la sobrinita de Mizorogi, otro personaje que podría tranquilamente no estar, sin que la historia cambie en lo más mínimo. Sin dudas lo peor que tiene este manga es su elenco de personajes secundarios. El ritmo no está mal, pero mejoraría sin todas esas escenas centradas en estos personajes cuasi-irrelevantes, y la resolución podría ser más contundente. Tampoco está mal, pero le falta impacto para estar a la altura del espesor y el enrosque que había logrado el misterio a lo largo de la obra. Y lo mejor es cómo Nakamura explora el lado turbio del mundillo de los escritores y las editoriales. La autora mete el bisturí en el vínculo entre los novelistas y sus lectores, nos habla de la construcción de una identidad a través del estilo, de la presión que significa tener que replicar un éxito literario, del bloqueo creativo que sufren algunos escritores consagrados, de lo que son capaces de hacer ciertos autores inéditos para dejar de serlo... Hay todo un subtexto bastante rico que va por este lado, y que enriquece la trama de suspenso de Shun Mizorogi y su supuesta obra maestra. Utsubora: The Story of a Novelist no llega a ser un thriller, porque su ritmo pachorro y su sutileza desenfatizan las aristas más violentas de los conflictos que plantea. Asumiko Nakamura se siente más cómoda ahí, en la frontera, sin cruzar el límite entre el misterio y el thriller, y cuando sube la temperatura, la sube por el lado del erotismo, no de la violencia. En 2022 se adaptó este manga en formato de serie de TV, y estaría bueno chequear con qué se quedaron los guionistas de todo lo que Nakamura tiró sobre la mesa. Qué entendieron, a qué le pusieron más fichas, cómo se ve el guion cuando lo liberás de los dibujos de una autora que -para mi gusto- falla bastante por ese lado. Pero no seré yo el que se ponga a buscar/ mirar la adaptación de Utsubora. Sigo con la lectura de comics y vuelvo pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.