martes, 30 de septiembre de 2025
LECTURAS DE FIN DE MES
Creo que ya lo dije cuando comenté el Mister Miracle de Tom King y Mitch Gerads, allá por el 26/05/20... Es MUY fácil impactar al lector con vueltas de tuerca impresionantes e impredecibles para los personajes clásicos cuando te dejan hacer lo que se te dé la gana. Y claramente King hace lo que se le da la gana, siempre con la limitación (ponele) de que estas sagas no son canónicas. Mañana puede venir otro guionista y desconocer totalmente las casi 360 páginas que escribió el ex-agente de la CIA en Strange Adventures. Entonces, King especula con eso: acá puede pasar cualquier cosa, total nadie está obligado a respetar esta iteración de los personajes que él decide utilizar. Y en Strange Adventures lleva eso al extremo. La deconstrucción del siempre impoluto Adam Strange acá es absoluta, incuestionable, imposible de volver para atrás (aunque como dije, no imposible de barrer abajo de la alfombra, fingir demencia y seguir contando historias del personaje en las que no nos hagamos cargo de nada de lo que sucede acá).
¿Dije " casi 360 páginas"? Sí. Y es mucho. Estamos frente a una saga MUY estirada, groseramente estirada, que está narrada en dos tiempos: el pasado (dibujado por Evan "Doc" Shaner) y el presente (dibujado por Mitch Gerads). Quizás soy minoría, pero a mí toda la parte del pasado me resultó bastante irrelevante, todo el tiempo sentí que se podía haber condensado en 20 páginas, como mucho. Y las secuencias del presente, me atraparon muchísimo más. Ahí también hay relleno, también hay una intención clara por parte de un King que busca dilatar los tiempos del relato, como un mecanismo (pongámosle que válido) para generar suspenso y tensión en el lector. Para eso, Strange Adventures se aferra lo más que puede a una grilla de tres viñetas horizontales por página, algo que tiene como único punto a favor lo mucho que se luce el trabajo de dos dibujantes sublimes. Shaner trabaja en una línea más tradicional, como si fuera una cruza exquisita entre Goran Sudzuka, Dan Mora y Frank Quitely, mientras que Gerads apuesta a una estética más experimental, tributaria de la foto muy retocada y de las pinceladas de locura (y genialidad) que metía Bill Sienkiewicz en sus comics de los años ´80. Cada uno despliega sus propias técnicas de color, más clásicas en las páginas de Shaner, más expresionistas en las de Gerads, y la verdad que ambos hacen una labor formidable.
Tom King nos invita a pensar en un tema muy actual: qué pasa cuando una guerra se convierte en un genocidio, hasta dónde uno de los bandos se puede zarpar, y sobre todo quién y cómo cuenta la historia de lo que pasa en la guerra. En las guerras -nos dice King- se cometen atrocidades, hay roscas recontra espurias, pero también hay mil formas de encubrirlas, de disfrazarlas. Acá hay un héroe galáctico, un tipo que es una leyenda en varios planetas, y se supone que va a tratar de hacer las cosas bien. Bueno, no es el caso.
Me parece que lo mejor que tiene esta saga es que King consigue algo que es difícil de hacer en el género de los superhéroes: que el lector desconfíe todo el tiempo de todos. Casi hasta el final estuve convencido de que Alanna era una soreta manipuladora, casi hasta el final dudás si Adam es un idiota nivel Omega o un garca nivel José Luis Espert (no quiero spoilear qué calificativo le calza mejor), y hasta hay varios momentos en los que te preguntás si Superman, Batman o Hal Jordan están tomando las decisiones correctas. Esto está muy bueno, funciona muy bien, y encuentra un límite, que es Mister Terrific. Por algún motivo, uno nunca duda de que lo que hace Terrific es lo correcto, que sus deducciones son acertadas y que su posición ética frente a los secretos que desentierra es la adecuada. En una saga donde el verdadero antagonista es la mentira, Terrific se pasa todo el arco en busca de la verdad, y eso le da una chapa infinita y lo pone en un nivel de protagonismo muy destacado.
Una vez más, el principal problema de esta historia es su desmedida extensión. Todo esto narrado en menos páginas, pegaría más fuerte. ¿Se podría haber condensado en menos páginas sin que la trama pierda densidad ni dramatismo, sin restarle profundidad a los personajes? Me parece que sí. Y la clave estaba en reducir fuerte la cantidad de secuencias ambientadas en el pasado de Adam y Alanna y la guerra entre Rann y los Pykkts. Son lindas aventuras espaciales, con buenos diálogos, buenos guiños a la Silver Age, a Flash Gordon, a Star Wars, y están maravillosamente dibujadas. Pero, seamos sinceros, la gracia de Strange Adventures está en cómo King deconstruye el mito de Adam Strange, y eso lo vemos principalmente en las secuencias del presente. No te digo que cada vez que aparecían viñetas o páginas dibujadas por Shaner yo pensaba "uh, otra vez esta garrrrcha...", pero sobre todo en los últimos dos episodios, cuando la trama del presente se tensa tanto que se vuelve asfixiante, los flashbacks al pasado medio que ya están MUY de más.
Si no te molesta el ritmo René Lavand (no se puede hacer más lento), ni que un guionista haga mierda a un personaje clásico de DC sin más consecuencias que el impacto que logra en estas páginas, sospecho que Strange Adventures te va a gustar. Es una historia fuerte, original, muy bien escrita, que no requiere ningún tipo de erudición en materia de Universo DC, que plantea temas picantes y en la que los dos dibujantes que acompañan a Tom King dejan la vida en cada viñeta. No es poco para un clon berreta de Flash Gordon y Buck Rogers.
Y me voy un toque a Brasil, año 2023, para comentar muy brevemente una antología llamada Eu te amo, Porra!, compuesta por ocho historias cortas firmadas por Shiko, un autor al que no conocía, y que me conquistó de inmediato con su dibujo. Después, al leer las historias, me encontré con que no es mucho lo que tiene para contar. De hecho, en algunas historietas se limita a ponerle imágenes a poemas escritos por otras personas. Ninguno de los guiones es memorable, aunque en casi todos hay alguna escena, algún diálogo bastante logrado, que nos habla de un autor muy observador, muy conectado con la realidad. Pero nada se acerca ni remotamente a la calidad de los dibujos. Shiko maneja un trazo fuerte, generoso en detalles, en un estilo muy realista y a la vez muy expresivo, algo que solemos ver en capos latinoamericanos como Fernando Baldó, Gabriel Ippóliti, Ítalo Ahumada o Edgar Clement. Cuando además Shiko incorpora las aguadas para sumar tonos de gris, sus páginas se vuelven hipnóticas, y cuando opta por el color, los resultados son excelentes. Esto hay que verlo para creerlo, y sobre todo para disfrutarlo, porque estamos ante un dibujante de un talento descomunal. Espero, algún día, ver a Shiko compartir un proyecto con un guionista que esté más o menos a la altura de este monstruo. Mientras tanto, vuelvo a mirar las páginas de Eu te amo, Porra!, como si estuviera en trance, tratando de no empaparlas con la baba que me cae...
Nada más, por este mes. Como siempre, ni bien tenga más material leído, lo comentamos en este espacio. Gracias y hasta entonces.
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