Día
desolador de frío y lluvia, ideal para quedarse en casa y leer bocha de comics.
Yo
inicio mi habitual repaso por mis lecturas recientes con Historias Cortas de
Naoki Urasawa, magnífico masacote editado por Planeta-DeAgostini cuyo título
nos explica de modo diáfano lo que estamos por leer: casi 600 páginas con todas
las historias cortas realizadas por el glorioso autor de Monster y 20th
Century Boys desde sus inicios en 1981 hasta 1984, cuando pega su primer hitazo
(Pineapple Army). Este es el material con el que Urasawa ganó sus primeros
concursos y concretó sus primeras publicaciones en antologías del ascenso,
muchas veces obligado a condensar en pocas páginas ideas que daban para mucho
más. Son historietas frescas, muy variadas, claramente gestadas por un artista
joven, poseedor de un entusiasmo, de un hambre de gloria sólo comparable a su
talento.
Excepto
las dos historietas más antiguas (Magia y Return), todas las demás muestran un
nivel de dibujo asombroso, muy, muy cercano al de las obras consagratorias que
abundarían desde temprano en la carrera de Urasawa. Acá hay personajes repletos
de onda, mucha acción, excelentes trabajos en el lenguaje facial y corporal,
narrativa hipnótica, maestría para trabajar con páginas de nueve o diez viñetas
sin deslucir el dibujo y un increible poder de observación en los detalles que
tienen que ver con la vida cotidiana de la gente común.
Y
además entre estas 27 historietas hay unos cuantos guiones realmente potentes.
Breves comedias de gran impacto cómico, thrillers urbanos con crímenes a veces
contados en clave de humor, la atrapante N.A.S.A., la conmovedora Old Western
Mama y dos historietas brillantes, imposibles de encasillar en ningún género,
ambas realizadas en colaboración con guionistas: ¡Ataca! ¡Ataca! (escrita por
el recordado Caribu Marley) y Nana de Shinjuku, un guionazo de Masao Yajima que
estaría buenísimo hasta dibujado por mi vieja con la mano izquierda.
No
debe ser fácil conseguir este mega-broli, pero si estás muy cebado con las
obras actuales de Urasawa, tarde o temprano vas a querer ir más para atrás, a
rastrear el secret origin de este genio indiscutido del Noveno Arte.
Cierro
con una breve glosa para una historieta también muy corta, Mamma Marilyn, en la
que colaboran dos autores cordobeses: el notable guionista Cristian Blasco y el
ya consagradísimo dibujante Nicolás Brondo. El trabajo de Brondo es muy bueno,
100% comprometido con el ritmo del relato, sin estridencias ni idas al carajo,
como si su único objetivo fuera el lucimiento de su compañero de aventura.
Y
sí, el guión de Blasco tiene todo lo que tiene que tener un guión para sumir
ese rol de protagonismo y lucirse de punta a punta: conocimiento molecular de
las convenciones del género en el que nos zambulle, personajes carismáticos,
una voz en off muy original, diálogos filosos, varios cambios de ritmo, acción,
un manejo de la tensión que la hace crecer escena a escena y un gran giro cerca
del final. La lectura de Mamma Marilyn me transmitió esa extraña sensación de
estar frente a un guionista que no oculta para nada (sino que hasta incluso
ostenta) un control absoluto, a prueba de balas, sobre lo que nos va a contar y
los recursos que va a poner en juego para hacerlo. Ojalá el próximo proyecto
que compartan Blasco y Brondo sea una novela gráfica extensa y ambiciosa.
Y
nada más, por hoy. El sábado y el domingo voy a estar en Villa Constitución
participando de una nueva edición de Villa Viñetas, y la semana que viene nos
reencontramos acá en el blog, con nuevas reseñas. Hasta entonces.
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