Mis últimas lecturas me
han tratado particularmente bien y espero poder transmitir esas maravillosas
sensaciones a quienes leen estas reseñas.
Hace unos meses se reeditó
en Argentina la primera obra “solista” del maestro Horacio Altuna.
Originalmente publicada en la Fierro clásica, esta gema ochentosa llega ahora
en un libro que trae (por fin) TODO el material que produjo Altuna para la
serie. No entendí bien el criterio para ordenar las historias dentro del libro,
porque no sigue el orden en el que las fue haciendo el glorioso hincha de
Racing. Y tampoco entendí por qué los diálogos están llenos de informalismos
españoles (coño, follar, soplapollas, etc.). Es la edición argentina de la obra
de un autor argentino, no veo ningún motivo para no reemplazar esas palabras
por las que usamos nosotros, aunque estas historietas hayan debutado en las
páginas de alguna antología española…
Acá hay historias en las
que Beto Benedetti trata de hacerse cargo del rol protagónico y otras en las
que es un mero testigo, con poco o ningún peso en las tramas. La primera
historieta del tomo (Programación) es un chiste largo, una comedia irónica
bastante livianita. Y claro, contrasta brutalmente con el tono de las historias
restantes, donde Altuna te desgarra el alma con una seguidilla de situaciones
opresivas, injustas, donde a la esperanza le cuesta horrores encontrar una
rendijita por dónde colarse. Cerca del final, en El Crítico, el autor vuelve a
poner en juego una cierta intención farsesca, pero en general las historias
hablan de desolación, de batallas perdidas contra un sistema implacable y
deshumanizado, peligrosamente verosímil.
El dibujo de Altuna le
trae belleza a la distopía. No sé si alguna vez el cordobés dibujó tanto o tan
bien. Hay viñetas en las que la cantidad de información visual que nos brinda
Horacio es casi agobiante, son casi posters reproducidos de a siete u ocho por
página. Un verdadero desborde de imaginación, de técnica, de virtuosismo en la
anatomía (obviamente en TODOS los episodios hay alguna excusa para que veamos
la anatomía femenina en plenitud, como sólo Altuna sabe dibujarla), de
generosidad en los fondos, de despliegue en las máquinas, de cuidado en la
creación de los climas… El Altuna de los ´80 era un as del blanco y negro, a
tal punto que cuando realizó algunos episodios de Ficcionario a todo color, no
quedó conforme con los resultados y pidió que en esta reedición se los pasara a
tonalidades de gris.
Bajonera, melancólica y
por momentos provocadora, Ficcionario se re-bancó el paso del tiempo, en parte
por la potencia de su mensaje y principalmente porque de 1983 para acá no
aparecieron tantos dibujantes capaces de igualar el trabajo gráfico que
realizara Altuna en estas páginas.
Venía coleccionando Kane
en la edición de Image (la tenía colgada desde el 24/10/15, cuando reseñé el
Vol.3) y conseguí el Vol.4 en la edición de Dancing Elephant, el sello en el
que Paul Grist se autoeditó esta gema oculta del Noveno Arte en los ´90 y en su
Inglaterra natal.
Este es un tomo raro, en
el que Kane aparece sólo en la última página, con lo cual Grist desplaza el
foco al departamento de policía de New Eden. Son seis episodios muy en la
tónica de series tipo NYPD Blues, donde el autor nos invita a indagar en estos
tipos y minas vestidos de azul y conocer sus secretos, sus miserias, sus
sueños, sus vínculos, detalles oscuros de sus vidas, coqueteos con la
corrupción y el abuso de poder, y sobre todo nos propone pensar el rol de la
cana en la sociedad. Todo esto está obscenamente bien escrito, con un cuidado
increíble en los diálogos, en la entrada y salida de personajes, en el desarrollo
de los subplots y además con inmensos huevos para tocar temas espinosos que
tienen que ver con la manipulación mediática de la noticia, la pobreza, la marginación
y la insensibilidad de los poderosos.
Pero claro, lo que más
llama la atención es el dibujo de Grist, demasiado bueno para ser real. No me
quiero extender en esto, porque ya lo subrayé en las reseñas de los tomos
anteriores. Pero la verdad que ves historietas como el nº13 de Kane (el
episodio con el que abre este tomo) y no te queda otra más que rendirte a los
pies de este titán de la narrativa secuencial, capaz de imaginar y llevar a buen
puerto artificios gráficos tan brillantes, tan asombrosos, que a mí, que no me
banco la grilla de dos viñetas por página, me arrancó una ovación de las que
duran horas. Banco a muerte a Paul Grist en cualquier proyecto que encare… y
creo que tengo el Vol.5 de Kane ya comprado, no estoy seguro.
Nada más, por hoy. A los
amigos de la Patagonia, los invito a acercarse este viernes, sábado y domingo
al Comarca Comics Fest, donde voy a estar por tercer año consecutivo, junto a
un montón de capos de la historieta argentina. Al resto los espero la semana
que viene, con nuevas reseñas acá en el blog.
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