Otro viaje largo y otro
Essential que le escapa a la eterna pila de las lecturas pendientes.
Sigo redescubriendo la
seminal etapa de Chris Claremont en Uncanny X-Men, ahora en glorioso blanco y
negro. El tomo arranca en el medio de una extensa saga en el espacio, que
coincide con los últimos numeritos que dibuja Dave Cockrum y el debut del
genial Paul Smith. No es ni en pedo la mejor saga de los X-Men, pero Claremont
te entretiene con los sacudones que le pega a Carol Danvers, y con el subplot
que deriva en la formación de los New Mutants. A partir del nº167 de Uncanny
todo sucede en paralelo a ese segundo título y no fueron pocas las veces que
tuve ganas de echarle mano a las revistitas de New Mutants y leerlas una vez
más.
El Essential incluye
también la graphic novel God Loves, Man Kills, un tremendo alegato de Claremont
contra el neo-fascismo de la era de Ronald Reagan y la hipocresía nivel Dios de
los pastores mediáticos que llenaban las pantallas con verdades sumamente
discutibles presentadas como dogmas absolutos. El dibujo estuvo a cargo de
Brent Anderson y sí, no sólo se ve anticuado y con poca onda, sino que el
traspaso del color directo a blanco y negro tiene menos aciertos que la gestión
de Mauricio Macri.
Y después de eso, el tomo
se pone bestial: viene el arquito de los Morlocks, la panquequeada de Rogue, el
frustrado casamiento de Wolverine y Mariko, el misterio de Madelyne Pryor, el
inicio del plot que va a terminar con la formación de la Freedom Force… una
idea grossa atrás de otra, salpicadas con la incorporación de un montón de
personajes nuevos, muchísimo desarrollo para los que ya estaban (Storm y
Cyclops son los que más cambian a lo largo de estos episodios), larguísimas
escenas (números enteros) en los que no vuela un sopapo, un lujo atrás de otro.
Sumémosle el trazo de Paul Smith, elegante, fluído, potente, expresivo, con
momentos de altísimo vuelo en la planificación de la página, y estaremos frente
a una etapa realmente memorable de la serie.
Lo más flojo debe ser ese
Annual 100% en joda con el Impossible Man, que no se va al descenso gracias a
la magia que tira Michael Golden en el dibujo. Acá están las viñetas de Golden
que marcarían a fuego a Arthur Adams, un homenaje a Jim Steranko y un montón de
secuencias zarpadísimas. Después llega John Romita Jr. a reemplazar a Paul
Smith, y empieza el casting para encontrarle un entintador que logre
ensamblarse bien con el estilo de esta bestia en ciernes, que ya se parecía
poco a lo que había mostrado en Spider-Man, Dazzler y Iron Man. Bob Wiacek (el
entintador de Smith) no le encuentra la vuelta, John Romita Padre convierte los
dibujos de su hijo en dibujos suyos, Brett Breeding también lo tapa mucho y
finalmente será el maestro Dan Green el que se convierta en el complemento
ideal de Romita Jr., por lo menos hasta que se vaya a Daredevil y forme equipo
con el inigualable Al Williamson.
Entre una cosa y otra, el
Essential cubre hasta el nº179 (marzo de 1984), o sea que me queda por delante
por lo menos un Essential más antes de que Uncanny se empiece a empantanar con
crossovers medio falopa y empiece a cambiar de dibujante cuatro veces por año.
Estos son años de gloria para la serie insignia de lo mutantes, con un
guionista que no sólo te entretenía, sino que te dejaba pensando, te bajaba
línea y no paraba nunca de abrir nuevos plots y subplots para tenerte todo el
tiempo recontra-adicto a la serie. Hoy que estamos todos al hiper-palo con el
relanzamiento del maestro Jonathan Hickman, no está mal bajar un cambio, mirar
un toque para atrás y volver a maravillarse con las proezas ochentosas de un
Chris Claremont hoy bastante olvidado, pero que hace 35 años estaba en un nivel
superlativo, muy a la vanguardia de lo que era el mainstream superheroico de
esa época.
Tengo más Essentials de
X-Men sin leer, pero los cuelgo hasta el año que viene, para no aburrir.
Gracias a todos los que se
acercaron a saludar en la Universidad de Palermo y en el Docta Comics, y nos
reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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