Hora de avanzar con las
lecturas y en este caso vuelvo a meterme con dos series que ya tenía empezadas.
¿Por qué me animé a leer
el Vol.2 de StarCraft: Ghost Academy si el 1 me había parecido poco menos que
lamentable? Porque el dibujo de Fernando Heinz Furukawa me pareció muy sólido y
muy ganchero, pero sobre todo porque cambiaron de guionista. Este tomo está a
cargo de David Gerrold, veterano escritor de cuentos y novelas de
ciencia-ficción, y autor de varios episodios de series de TV como Star Trek, Babylon
5 y The Twilight Zone. La verdad es que se nota bastante y desde temprano que
acá hay un tipo que tiene alguna idea de qué corno quiere hacer con los
personajes.
Lo único que no me cerró
es la cantidad de páginas que dedica Gerrold a mostrarnos lo jodida que es la
amenaza con la que se van a enfrentar los protagonistas en el Vol.3. El resto,
sin ser la mega-maravilla, está bien. Hay un buen ritmo, hay momentos fuertes,
momentos impredecibles,un par de secuencias oníricas bien aprovechadas, avanza
coherentemente la relación entre los personajes, incluso se enfatiza un poco
más la arista socio-política de esta academia donde se entrena a chicos y
chicas con poderes psiónicos para después usarlos como armas vivientes en una
guerra entre imperios recontra-power. Incluso sin manejar la más mínima noción
del universo del videojuego de StarCraft (como es mi caso), esta aventura
resulta competente, con el atractivo suficiente como para querer leer el Vol.3
sin sentirse un mártir de la causa.
Y como ya señalamos, el
dibujo de Heinz Furukawa es muy notable. Logra combinar la fuerte de varios
mangakas populares con una narrativa 100% occidental, pero además muy clara,
muy dinámica, sin fisuras. El dibujante y su equipo de asistentes (en el que
aparecen nombres conocidos como Rocío Zucchi, Wally Gómez, Tomás Aira, Roberto
Viacava, Perla Pilucki, Mauro Vargas, Leandro Rizzo, Pablo Churin y el hoy
guionista Gonzalo Duarte) no se guardan nada y explotan sobre todo en las
escenas mudas, que tienen una fuerza bárbara. Una vez más, la aplicación de los
grises es el punto más alto dentro de una faz gráfica que no me canso de
destacar. Veremos qué me depara el Vol.3 (y último) de esta serie que arrancó
tan mal escrita y mejoró mucho entre el primer tomo y este.
Se impone también cerrar
alguna de las series que venía siguiendo, y así es como llegamos al Vol.4 de
36-39 Malos Tiempos, la trágica recreación que hizo el maestro Carlos Giménez
de la vida en Madrid durante la Guerra Civil Española. En este último tramo,
Giménez aborda el final de la guerra e indaga a fondo en el cambio de status
quo que significa la entrada en la capital española de las tropas vencedoras,
que son las del bando fascista liderado por Francisco Franco. Como si fuera
poco con el hambre y las enfermedades, ahora los sobrevivientes deben enfrentar
también la venganza, las represalias del bando al que combatieron hasta donde
se pudo y que finalmente se quedó con la manija. Una vez más, Giménez no ahorra
crueldades ni sinsabores para los madrileños que lucharon por la República y
cayeron derrotados.
Si algo había para
criticarle a los tomos anteriores de 36-39 es que las historias que Giménez nos
contaba con Marcelino, Lucía y sus hijos se podían contar con cualquier otro
grupo de personajes. No había muchos rasgos que distinguieran a Marcelino y
Lucía de otros hombres y mujeres de la época, no se profundizaba demasiado en
sus personalidades ni se cuestionaban mucho los motivos que los llevaban a
tomar esas decisiones y no otras. Pero mirá vos lo que son las cosas: este
cuarto y último tomo le da MUCHA más bola a los personajes, los desarrola mucho
más. No los pone por arriba de la historia, porque la historia tiene una fuerza
dramática devastadora, pero los redondea y los define muchísimo mejor.
Del dibujo de Carlos
Giménez ya casi no tiene sentido hablar. El prócer está en un nivel
extraordinario, sublime. Incluso con viñetas en las que los bloques de texto
tienen mucho protagonismo, incluso sin romper muy a menudo la grilla de seis
viñetas de igual tamaño, el creador de Paracuellos te atrapa con su trazo
vigoroso, potente, sintético y en menos de dos páginas ya te convence de que
eso que estás viendo es LA REALIDAD. Además, pone en juego todos los recursos
habidos y por haber para hacerte sentir con una fuerza bestial los climas, los
silencios, la expresividad de rostros y cuerpos, y lo más importante: las
emociones que viven los involuntarios protagonistas de una de las sagas más
desgarradoras que nos dio el Noveno Arte.
Una vez terminada 36-39, Carlos
Giménez se tomaría un descanso y se sentaría a acumular premios y
reconocimientos, hasta 2012, cuando regresará con otra obra extensa, también
basada en hechos reales, pero menos heavy: Pepe, la biografía del gran Pepe González,
que nunca leí porque no la tengo (acepto donaciones). Y tampoco tengo sin leer
otras obras de Giménez, así que me despido (al menos por un tiempo) de este
genio español que con los cuatro álbumes de la magnífica 36-39 me hizo sufrir más
que Racing.
Gracias a todos los que se
acercaron a saludarme en el evento en La Plata y nos reencontramos pronto con
nuevas reseñas, acá en el blog.
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