Rococó no existe. O sea,
sí, es un libro editado en 2018, pero no es una serie de Eduardo Mazzitelli y
Quique Alcatena. Bajo ese título “genérico”, el libro reúne dos trabajos de la
dupla: el extenso Los Viajes de Faustus (de 1996-97) y el más breve Los
Trashumantes, que seguro es muy posterior. Ambas obras comparten una estética
basada en la Europa occidental del Siglo XVIII y por eso es bastante lógico que
se publiquen juntas.
Los Viajes de Faustus es
el ejemplo más palpable de eso que varias veces señalamos en otras obras de
Mazzitelli: el héroe infalible, siempre ganador, hiper-canchero, que no deja
adversario sin humillar ni doncella sin seducir, ni proeza sin realizar,
prácticamente si despeinarse, sin transpirar la camiseta y sin cuestionarse
absolutamente nada de lo que hace. En las 202 páginas que tiene Los viajes… una
sóla vez vemos a Faustus en problemas, tres o cuatro viñetas a merced de un
villano al que obviamente vencerá, y que funciona como un gran homenaje al
Joker de DC. El resto, todo de taquito, sobrando, como si fuera muy fácil. Lo
cual a mí, como lector, me transmite poco, no me llega a involucrar en las
aventuras.
Por suerte está la prosa
de Mazzitelli, que alcanza niveles devastadores. Yo creo que los autores de
literatura le tienen que agradecer al destino que Mazzitelli haya querido ser
guionista de historietas y no cuentista o novelista, porque así tienen una
chance de ganar alguna vez algún premio. Si Eduardo incursionara en la
literatura, llenaría containers con premios Nobel, Cervantes, Hugo, Nébula, los
que quieras. Acá además se repite uno de los grandes aciertos que Mazzitelli
mostrara en Acero Líquido: hay un villano pensado a largo plazo, que
sobrevivirá a su primer encuentro con Faustus. Un villano con origen, con
motivación, con desarrollo, todo muy bien trabajado por el guionista… aunque la
serie llegará a su fin antes de la revancha entre el Fantoche Ducaterre y el
imbatible Faustus. De hecho (y esto es claramente un punto negativo), la saga
llegará a su fin en un punto… poco dramático, sobre el final de una “serie
dentro de la serie” en la que Faustus recorre siete ciudades y le da baile a
siete demonios vinculados a los siete pecados capitales. Evidentemente, ahí
quedaban un par de historias por contar, que andá a saber por qué nunca vimos.
A lo largo de estas 202
páginas el nivel de las historias fluctúa bastante, con momentos memorables
(como la aventura con el Loco/ Joker, o la conmovedora La Luna de los
Desvalidos), pero la prosa que despliega Mazzitelli en los textos y los
diálogos se mantiene siempre muy, muy arriba. Y del dibujo de Alcatena, casi ni
tiene sentido hablar.
Los Trashumantes se
distancia muchísimo de Los Viajes de Faustus. Es una obra mucho más breve (70
páginas) y está concebida no como una serie abierta, que acumula episodios de
modo indefinido, sino como una novela. Una novela redonda, compacta, en la que
avanza una trama principal, con un personaje que crece, madura, se cuestiiona
todo lo que pasa, lo que sabe y lo que sospecha que le están ocultando. Theovald
no va por ahí venciendo villanos, sino que Mazzitelli lo pone en el eje de una
magnífica línea argumental de intrigas y misterios, que resolverá de modo
gradual, armónico, sin guardarse todas las verdades para el último episodio, con
volantazos imprevistos que sorprenden al lector. Acá no hay nada librado al
azar, es todo un precioso mecanismo de relojería narrativa, repleto de belleza,
profundidad, humanidad y sí, algo de aventura entre tanto misterio, romance y
runfla política.
También en Los
Trashumantes tenemos las mejores páginas de Alcatena, las más jugadas en
materia narrativa, donde no sólo te deslumbra la magia de su trazo sino además
las decisiones que toma cuando elige cómo mostrar, cómo plasmar en secuencias
lo que propone Mazzitelli desde el guión. En Los Viajes de Faustus, Quique
delira más, imagina más criaturas extrañas, más palacios fastuosos, más
máquinas y monumentos de imponente majestad. Pero en Los Trashumantes retrata
mucho mejor la dimensión más humana de los personajes, nos los hace sentir más
cercanos, más allá de que todo el contexto sea de una fantasía extrema,
desbordante y con un nivel de detalle que sólo un demente podría imaginar.
Para terminar, simplemente
recordar que Los Trashumantes estaba inédita en castellano y de Los Viajes de
Faustus conocíamos apenas un puñado de episodios, a través de un álbum muy feo
que editó Muñones a fines de los ´90.
Nos vemos este finde en La
Plata y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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