Hermoso clima en Buenos
Aires en las horas previas al Superclásico y posteriores al regreso del cepo
cambiario. Aprovecho para clavar unas reseñitas del material que leí en estos
días.
Después de Avaritia,
Luxuria y Gula, el recorrido por los pecados capitales nos lleva a Acedia
(vendrá a ser “apatía”, o algo así), siempre de la mano de Casanova, la
alucinante serie creada por Matt Fraction y los Gemelos Fantásticos, Gabriel Bá
y Fábio Moon, que este año vuelven a visitarnos en la Crack Bang Boom. Esta vez
el TPB no nos ofrece una historia completa, sino la primera mitad de una
historia: cuatro episodios de 22 páginas de la saga de Acedia (que consta de
ocho episodios), tres dibujados por Fábio y uno por Gabriel. Y como
complemento, breves fetas de una aventura de las Metanauts, una segunda trama
que intersecta con el universo de Casanova Quinn, pero escrita por el maestro
Michael Chabon y también dibujada por Gabriel.
Visualmente, esto es
glorioso. Los dos gemelos dejan la vida en cada página, cada uno con su estilo
cada vez más marcado, y con el excelente color de Cris Peter, que ayuda a que
todo se vea más homogéneo, y además mejor, más lindo, más impactante. Todo está
dibujado a un nivel extraordinario, pero si tengo que destacar algo, me quedo
con las primeras páginas de Metanauts dibujadas por Gabriel Bá, que
directamente me dejaron sin aliento.
El guión de Fraction está
afiladísimo, esta vez con el desafío de ponerle a Casanova Quinn un
co-protagonista, que no sea ni un villano ni una minita a la que se transa. El
ritmo no decae nunca, las revelaciones shockeantes están a la orden del día, y
hay –cómo no- ideas estrambóticas, persecuciones trepidantes, machaca y sexo.
Pero (algún pero tiene que haber), al ser una trama básicamente de misterio, en
la que dos tipos que perdieron sus recuerdos los tratan de recuperar, sobran un
poco las peleas. Se nota bastante que los peligros y los villanos a los que
Casanova y Akim vencen por medio de la violencia irrumpen en escena sin mucho
más sentido que ese: que haya violencia y el relato no se limite a una
investigación donde se piensa, se habla y se lee más de lo que se entra en
acción. Fuera de ese detalle, Acedia es un muy buen cambio de registro para las
aventuras de Casanova, y por supuesto ni bien vea la segunda parte le entraré
como el agua al Titanic.
Me acuerdo que después de
leer los tomitos de Jellykid, me quedó la espina de verlo a Franco Viglino
trabajando en colaboración con otros guionistas, ya que con sus propios guiones
no me terminaba de convencer, más allá de haberme hecho MUY fan de sus dibujos.
Por suerte el comic siempre da revancha y este año OVNI editó la adaptación al
comic de El Principito (el mega-clásico de Antoine de Saint-Exupéry), con
Viglino a cargo del dibujo, esta vez potenciado por el guionista Tomás Wortley
y con la posibilidad de trabajar a todo color. Esto último le agrega al dibujo
de Viglino una nueva dimensión, perfectamente aprovechada por el autor. A todo
color, el dibujo se ve más bonito, más amistoso, y además se nota que Franco lo
sabe usar para reforzar los climas del guión, que son importantes al tratarse
de una historia de perfil emotivo, más que épico o aventurero.
Me resulta inevitable
retrotraerme al lejano 30/09/10, cuando acá en el blog comentábamos la
adaptación de El Principito realizada por el maestro Joann Sfar. Aquella vez me
sorprendía la decisión del autor de bancar a lo largo de 110 páginas una única
grilla, la clásica de seis viñetas iguales. En esta versión, Wortley y Viglino
toman el camino contrario: en 88 páginas, prueban de todo en materia de puesta
en página, un poco para asegurarse de que el lector no se aburra durante esas
extensas secuencias en las que sólo hay diálogos, y en parte porque saben
utilizar el armado de la secuencia y la diagramación de las viñetas como elemento
expresivo, para manipular el ritmo de la historia y acentuar ciertos momentos
por sobre otros. A lo largo de la novela hay secuencias mudas, secuencias muy
habladas, viñetas chiquitas, splash pages, secuencias en las que la cámara se
queda quieta y los personajes se mueven sobre un fondo que se repite, bastantes
viñetas en formato widescreen… un poco de todo. Y por supuesto aplaudo la gran
variedad de recursos narrativos que ponen en juego los autores. Wortley elige
con buen criterio qué diálogos conservar de la novela original, e incluso qué
escenas mostrarnos en un orden distinto al que aparecen en la versión de
Saint-Exupéry. Su trabajo está muy en función del lucimiento de Viglino, pero
también hace gala de una solvencia muy destacable. Espero leer pronto nuevas
obras suyas.
Y nada más. El martes 3 y
miércoles 4 estaremos festejando el Día de la Historieta en la Universidad de
Palermo (en la sede de Jean Jaurés 932), y ni bien terminan esas jornadas viajo
a Córdoba a participar del quinto Docta Comics, donde voy a estar el 5, 6 y 7
con un stand y conduciendo charlas de los maestros Alejandro Farías y Carlos
Gómez, más una trivia en la que los nerds cordobeses competirán por fabulosos
premios. Entre una cosa y otra, mis probabilidades de volver a postear en el
blog antes del lunes 9 son comparables a las que tiene Cambiemos de revertir el
resultado de las PASO. Me despido hasta entonces, y si algun@ viene a los
eventos de la UP o de Córdoba, acérquese a saludar.
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