Y otra hermosa noche para salir a atorrantear por ahí.
Pero antes, flashback a 2016 para reseñar dos libritos
aparecidos ese año que pude leer en estos últimos días.
Allá por el 07/05/18 me tocó leer la antología El Volcán,
donde me topé con un excelente dibujante peruano, Eduardo Yaguas, para el cual
pedía urgente un guionista. Bueno, ahora me encontré con una novela gráfica de
unas 130 páginas, íntegramente realizada por Yaguas, y con un guión que –sin
ser la Octava Maravilla del Noveno Arte- me convenció de principio a fin.
Multitudes tiene una muy buena construcción de personajes,
muy buenos diálogos, una temática social fuerte, urgente, muy real, e incluso
con espacio para que Yaguas pueda limar, escaparle a la realidad que él mismo
se esfuerza por retratar, y contar escenas oníricas, de enorme atractivo
visual, sin que queden forzadas ni desubicadas. La bajada de línea
socio-política va para el lado correcto, los vínculos entre los personajes no
son los obvios, la resolución del conflicto tampoco… La verdad que –si no te
molestan las secuencias oníricas con las que Yaguas abre cada capítulo- te vas
a encontrar con un guión sólido y atrapante.
El dibujo… en realidad va por dos cauces distintos. Los
tramos en los que Yaguas muestra los sueños de los personajes están dibujados
de modo mucho más suelto, con unas tonalidades de grises hermosas, un armado de
la página loquísimo, casi sin primeros planos y con recursos muy raros para
evitar mostrar expresiones faciales. Y el resto de la novela, lo que vendría
ser « la realidad » está dibujado con la técnica del claroscuro, en
la que todo es o negro, o blanco. Y acá sí hay expresiones faciales (muchas muy
bien logradas), una grilla de viñetas más clásica y un trazo que me hizo
acordar al de otros grandes dibujantes peruanos como Rodrigo La Hoz y Jorge
Pérez Ruibal, pero más controlado, menos ido al carajo. Con algunas cositas de
Charles Burns en la iluminación (como los dibujantes ya mencionados), con
buenos recursos narrativos y bastante habilidad para pilotear páginas con
muchos cuadritos, algunos muy cargados de texto.
En síntesis, una novela gráfica muy atractiva, ideal para
descubrir a un autor que quizás en Argentina no sea muy conocido, pero que
reúne los méritos como para cosechar un importante número de fans, a lo largo y
a lo ancho del mundo de habla hispana.
Y de mi querida Lima me voy un poco más al norte, a EEUU, para leer el
segundo tomo de Howard the Duck de Chip Zdarsky y Joe Quinones (el Vol.0 lo
vimos el 28/10/17), de nuevo en la línea de aventuras muy en joda ambientadas
en el Universo Marvel. Y en eso último reside el… 70% de la gracia. Zdarsky
juega todas las cartas al contrapunto entre Howard y los personajes
« serios » de Marvel, que desfilan unos tras otros por estas páginas.
Los chistes pueden ser mejores o peores, pero para el fan de Marvel es
prácticamente imposible resistirse a una saga cósmica en tono de comedia en la
que aparecen el Silver Surfer, Dr. Strange, Galactus, los Guardians of the
Galaxy, el Wizard, el Stranger, el Collector… Un disparate. Por supuesto todo
muy light, sin la menor intención de explorar con un mínimo de profundidad las
consecuencias que generan las tropelías de Howard y su elenco, lo cual por un
lado está genial y por el otro seguramente le resta potenciales lectores a la
serie.
El TPB cierra con los dos numeritos del crossover entre la
revista de Howard y la de The Unbeatable Squirrel Girl (tengo el Vol.1 en la
pila de los pendientes, ya le entraremos). La primera parte está a cargo de
Ryan North y Erika Henderson (autores de TUSG) y la segunda a cargo de Zdarsky
y Quinones. Esto es otro delirio bastante cómico, con mucho ritmo, un montón de
personajes invitados y la novedad de poner en el rol de la villana a una chica
del palo del cosplay, obviamente muy pasada de rosca.
En cuanto al dibujo, excelente lo de Quinones (no tiene
laburos flojos, este animalito), muy bueno lo de Henderson y más raro que bueno
lo de Veronica Fish, quien reemplaza a Quinones en uno de los episodios de la
saga cósmica. Ya desde la portada queda claro que tenemos en las manos un producto de gran nivel gráfico y la verdad es que está todo muy cuidado: la puesta en
página, el color, el rotulado, las portadas alternativas que aparecen al final
del tomo… Se ve que –aunque no vendiera gran cosa- Marvel le ponía huevo al
comic de este carismático plumífero. Me queda sin leer un tomo más (creo que el
último), al que trataré de entrarle a la brevedad, a ver cómo cierra esta etapa
tan distinta a la clásica (la de Steve Gerber) y aún así tan disfrutable.
Nada más, por hoy. Gracias por el aguante en el tramo
final de esta décima temporada del blog y nos reencontramos pronto con nuevas
reseñas.
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