Ya estamos ahí de fin de
año, del fin del peor gobierno de la historia de la democracia y del festejo de
los 10 años de este blog. Un mes colmado de expectativas en el que seguramente
clavaremos los 10 posteos que le faltan al blog para llegar a la meta de los
120 a lo largo de 2019.
Hoy aflojo un toque con la
historieta argentina y me embarco en un trip a Brasil, a fines de los´90,
cuando el maestro, el grosso, el referente de varias generaciones llamado
Angeli, empieza a producir esta tira magistral llamada Luke & Tantra, de la
cual este tomo (titulado Sangue Bom) es el primer recopilatorio. ¿Me animo a
afirmar que Luke & Tantra es lo mejor que leí de Angeli? Creo que sí. Me he
reído muchísimo con historietas mucho más guarras, en las que cada cinco
viñetas había garches, petes y eyaculaciones, pero esta tira (bastante más
tranqui en ese sentido) me pareció más original, mejor pensada, mejor
desarrollada y con más contenido.
También tiene que ver el
hecho de que Luke y Tantra son dos chicas adolescentes, menores de edad, una de
ellas todavía virgen, con lo cual no daba para irse muy a la mierda con las
escenas de sexo. Las chicas de Angeli están todavía en la etapa pre-garche, en
la que hablan de sexo y fantasean con tal o cual pibe, pero a la hora de la
verdad, su experiencia en ese sentido es exigua. Por eso Angeli agarra para
otro lado: la transgresión al palo va a venir desde la música. Luke y Tantra
van a formar una banda de rock bien kilombera, con letras revulsivas, y de la
nada las vamos a ver triunfar en el circuito alternativo de una gran ciudad
brasileña. Imaginate el jugo que le saca Angeli a la posibilidad de reirse de
los jóvenes rockeros, de la fama repentina y efímera, de los rebelditos que la
van de alternativos, de la eterna pica entre skinheads y punks, de la relación
intrínseca entre jóvenes, rock, escabio y falopa…
Y lo que no te vas a poder
imaginar, lo que hay que ver para creerlo, es el nivel del dibujo de Angeli.
Esto es sencillamente perfecto. Algunas de las tiras se publicaron
originalmente en blanco y negro, y fueron coloreadas para esta recopilación.
Detalle casi irrelevante, porque el libro ofrece (a modo de separadores) ocho
ilustraciones de Angeli a lápiz, sin entintar, con mínimos toques de color
también a lápiz… que a nivel gráfico son –lejos- lo mejor del tomo. O sea que
el ídolo no necesita ni color ni tinta para dejarte atónito, babeando como un
subnormal. Varias de esas ilustraciones a lápiz merecerían ser posters, sin
ninguna duda. El libro se publicó en Brasil en el 2000, así que no sé si será
fácil de conseguir. Yo se lo compré a un amigo que estaba haciendo limpieza de
biblioteca y te juro que sentí el impulso de devolvérselo, de decirle “boludo,
quedateló, esto es demasiado bueno como para venderlo, incluso a un amigo”.
Hora de sumergirme en el
idiosincrático mundo de Inio Asano, para leer el Vol.8 de Oyasumi Punpun, la
extraña y cautivante serie que empecé a leer hace exactamente un año
(01/12/18). En este tomo, Asano canta “quiero vale cuatro” y directamente hace
desaparecer a todos los personajes que venía desarrollando en las entregas
anteriores. Ahora todo se centra en la relación entre Punpun y Sachi Nanjo, una
chica varios años mayor que nuestro protagonista, a la que el autor le va a dar
una tridimensionalidad, una profundidad impresionante, que rivaliza con la que
acumuló a lo largo de siete tomos el propio Punpun. Miradas, silencios,
proyectos, fracasos, celos, discusiones con y sin sentido, fantasías y
complicidades van a ser las bases sobre las que se edifique un vínculo
demasiado verosímil, demasiado real como para leerlo en un manga. Ahora sí, no
extrañé en lo más mínimo al tío Yoichi, ni a ningún otro personaje de los tomos
anteriores. Asano me cebó a pleno con la química entre Sachi y Punpun y sólo me
interesa ver cómo evoluciona esa relación. El Vol.8 termina con un posible
regreso de Aiko, y veremos si es posta o un amague más del autor para sumarle
un conflicto al status quo de la serie, que llegó a un punto absolutamente
hipnótico.
Me encantó la transición
gráfica de Punpun, que arranca el tomo como un triangulito, después lo vemos
como una pirámide y en un punto pasa algo, el pibe “se abre” y el dibujo de
Asano lo acompaña y lo vuelve a mostrar en su forma de “pajarito-fantasma”. La
idea de modificar la forma en que vemos a Punpun según la evolución de sus
estados de ánimo es una de las tantas genialidades que nos ofrece Asano a la
hora de dibujar este manga. Las demás, creo que ya las mencioné en otras
reseñas, así que… ´nuff said. Banco a full esta serie, pero antes de entrarle a
los cinco tomos finales, voy a hacer un parate para leer otros mangas, así no
me aburro.
Nos seguimos leyendo muy
pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.
1 comentario:
Empecé ahora a leer Solanin y fue muy decepcionante ver que en muchas cosas el dibujo es mucho más primitivo que en Pun Pun. Maldito Asano, me dejaste la vara demasiado alta
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