el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 5 de junio de 2020

VIERNES LLUVIOSO

Está bastante asquerosita, la tarde. Igual me hice una escapada a la comiquería de mi barrio, a comprarle un regalo a mi sobrino, que mañana cumple 14. Y tengo material para reseñar, como siempre.
El Vol.13 del coleccionable de Nippur de Lagash empieza con una historia cuyo argumento leímos (o vimos)… no menos de 30 ó 40 veces: un tipo con mucha guita y pinta de garca contrata al protagonista para que rescate a una chica que supuestamente fue secuestrada. La chica, en realidad, odia al garca, por eso se escapó, y encima está en pareja con su supuesto raptor, lo cual le plantea un dilema al protagonista. ¿Otra vez sopa? Sí, pero Robin Wood cuenta esta historia gastadísima con unos bloques de texto muy logrados, bastante acción y varios personajes secundarios copados que acompañan a Nippur y que en cualquier serie normal podrían ser buenos refuerzos para el elenco estable de la misma. En las dos historias siguientes, Nippur nos cuenta hechos del pasado, de su juventud, cuando junto a Teseo, Ur-El y Piritoos conocieron a Hipólita, la guerrera amazona. Son dos episodios que no están unidos por el continuará (en Columba esa palabra estaba más prohibida que “peronismo”) pero que conforman un díptico tranqui, con un ritmo distendido, momentos épicos, momentos intimistas y espacio para una historia de amor. Estas tres aventuras están dibujadas a un nivel altísimo por Ricardo Villagrán, quien se banca con decoro páginas de 12 estampillas… digo, 12 viñetas chiquititas, y tira magia nivel Hal Foster cuando le tocan las splash pages o las páginas de pocos cuadros. Me imagino esto en blanco y negro y debe ser infinitamente mejor, pero bueno, es lo que nos tocó.
La segunda mitad del tomo es en blanco y negro, y ofrece tres episodios dibujados por Sergio Mulko. Acá hay de todo: páginas resueltas a los santos pedos, páginas correctas, y un episodio (El Jinete del Sol) donde Mulko pone TODA la carne al asador. En apenas 11 páginas hay collages, cepillados, esfumados, texturas recortadas y pegadas, tramas mecánicas, claroscuros extremos onda Alberto Breccia, línea clara tipo Esteban Maroto, ¡secuencias mudas! ¡En un comic de Robin Wood! Es un capítulo loquísimo, donde el guión es la nada misma (posta, me dio vergüenza ajena) y el dibujante se tira a experimentar con todas las técnicas que existían en 1973 para hacer historieta en blanco y negro.
Los otros dos episodios que dibuja Mulko, sin ser oprobiosos, están muy lejos del nivel que uno asocia con las buenas obras de Robin Wood, o con cualquier historieta que ostente la chapa de clásico que ostenta Nippur de Lagash. A ver con qué me encuentro en el próximo tomo…
Salto a Japón, año 2002, cuando el maestro Junji Ito lanza Gyo. Pocas veces un primer tomo de un manga me dejó tan manija como este. Posta, lo único que le puedo criticar es que no sé si en la segunda mitad Ito va a resolver satisfactoriamente o no el mega-kilombo que armó en estas primera mitad. Gyo me puso nervioso, me o risa, me dio asco, me estremeció con lo zarpado de algunas escenas… no se le puede pedir mucho más a una historieta. Encima los diálogos están buenísimos (gran trabajo de Pablo Tschopp en la traducción), el ritmo no decae jamás, y hasta Ito se toma el trabajo de construir un verosímil, un marco más o menos posible en el cual se pueda encuadrar el delirio que nos está contando.
A esta altura, el trazo de Ito se volvió tan funcional al relato, que me cuesta hablar de la faz gráfica por fuera de la descripción general de la obra. No se me ocurre otra forma de dibujar este guión que no sea con esos dibujos y eso habla muy bien del autor. Ito encontró un registro gráfico que se ensambla a su estilo narrativo, a las temáticas que le interesa explorar y a los climas que le divierte conjurar, de un modo molecular, sin fisuras y con una identidad propia, totalmente inconfundible. Gyo es una salvajada visceral, una aventura pasada de rosca, atípica, extrema, muy divertida y muy adictiva. No pueden pasar demasiadas horas más sin que le entre al Vol.2 para ver cómo termina. El Vol.1 dejó la vara muy alta y si el final cumple con mis expectativas, me van a escuchar recomendar estos libritos de Ivrea hasta el fin de los tiempos.

Y nada más, por ahora. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

2 comentarios:

Luq dijo...

Lo leí hace rato ya y no lo tengo en casa, pero creo que es el guion que mejor cierra Ito (de los que leí)
Guacho, no sé cómo hacés para leer, ya me pasaste con Nippur

El Critico Citrico dijo...

Gyo es lo que más me gustó de Ito de lo que Ivrea publicó.

A diferencia tuya Black paradox no me terminó de cerrar con ese final horrible, por lo menos Gyo no tiene ese problema.