¿Hoy es lunes, no? ya ni
me acuerdo en qué día estamos.
Bueno, tengo para comentar
otro tomo del coleccionable de Nippur de Lagash, con otras siete historietas de
fines de 1974 y principios de 1975. A ver qué hay ahí adentro.
La primera historieta
tiene un guión aceptable, porque en algún momento genera algo así como una
tensión. No es uno de esos conflictos light que Nippur va a resolver de
taquito. Una vez más, Robin Wood comete su pecado favorito: presentarnos a un
personaje secundario de inmenso potencial y no usarlo nunca más. El dibujo de
Sergio Mulko no sólo no brilla, sino que además se mete solito en unos bretes
narrativos complicadísimos, que requieren a veces de flechitas y a veces de una
cuota de imaginación por parte del lector para deducir en qué orden hay que
leer las viñetas. Imperdonable por completo.
La segunda historia tiene
un guión choto, predecible, con menos emoción que esos torneos de España en los
que Barcelona o Real Madrid le llevan 14 puntos al que va segundo. El dibujo de
Ricardo Villagrán no está mal, tiene momentos muy buenos, pero entre tantas
páginas de 12 viñetas iguales y chiquititas, parece que uno está leyendo un
álbum de estampillas.
La tercera es una aventura
decididamente liviana, incluso con varios momentos en los que la comedia le
gana al tono solemne que prevalece en la serie. El argumento es uno más del
montón, no se destaca demasiado. Y el dibujo de Mulko es flojo, muy eclipsado
por las montañas de texto y por el hecho de tener que armar páginas con 13
viñetas microscópicas.
La cuarta historia es
rara. El guión es clásico pero correcto, también con algún momento en el que
sentís algo así como un peligro real para Nippur. El villano es interesante
(aunque, por supuesto) no llega vivo al final del episodio, y en todo caso lo
más problemático es cómo está plasmada la narración gráfica. Sobre quince
páginas, tres tienen una sóla viñeta, dos tienen una viñeta que ocupa casi toda
la página con un cuadrito microscópico en uno de los vértices y claro, casi
todas las páginas restantes están hasta las pelotas de cuadritos minúsculos y
masacotes de texto interminables. Esto mismo, mejor equilibrado, seguramente
quedaba mejor. En las páginas con una o dos viñetas, explota como pocas veces
el virtuosismo de un Lucho Olivera muy comprometido. En las páginas de 12
viñetas chiquitas, lógicamente no. Cerca del final, encontré una página
alucinante, por lo bien dibujada y por lo infrecuente que era esto en la
producción de Columba: cuatro viñetas widescreen, sin bloques de texto y con
apenas cinco globos de diálogo, todos muy escuetos. Me hubiese encantado leer
una historieta toda así, en vez de pendular entre las splash-pages y las
páginas de 12 micro-cuadritos.
La quinta historia es,
lejos, la peor. El argumento es choto, la cantidad de texto es grotesca, el
dibujo de Mulko es flojísimo, los bloques de texto empiezan relatados por una anciana
(personaje secundario con bastante peso en la trama) y a las pocas páginas
pasan a ser relatados por un narrador omnisciente que habla de la anciana en
tercera persona… Nada para rescatar.
La sexta levanta apenitas
la puntería, dento de un nivel de mediocridad ya preocupante. Por lo menos hay
menos bloques de texto, están todos muy bien escritos, y hay un sólo narrador
en off (Nippur). El dibujo de Mulko, muy desparejo, con algunas viñetas
realmente inadmisibles.
Y el tomo cierra con otra
aventura menor, en la que Nippur se limita a relatar sucesos que protagoniza
otro personaje (bien desarrollado y mejor aniquilado por Robin Wood), y que
–lógicamente- nos importan menos que las cosas que le pasan al sumerio. Dentro
de todo, es una historia llevadera, que incorpora un recurso no muy logrado,
pero que por lo menos rompe con lo habitual: el relato de Nippur es leído en el
presente por un sumerólogo a cuyas manos llegan tablillas antiquísimas,
escritas por el propio héroe de Lagash muchos siglos atrás. Así, Lucho Olivera
demuestra que además de dibujar bien la antigüedad clásica, puede dibujar bien
el último tercio del Siglo XX, aunque no sean más que un par de secuencias sin
acción y sin mucha variedad de locaciones o personajes. Acá hay otra página con
poco texto resuelta en cinco viñetas widescreen (dibujadas como los dioses) y
una página de 14 viñetas que explotan de texto y reducen al dibujo de Lucho a
su mínima expresión.
Bueno, es lo que hay. “Ya vendrán
tiempos mejores”, decía una vieja zurciendo un forro… Gracias por el aguante y
nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
2 comentarios:
Luego de tantos capítulos leídos, recomendás la colección de Nippur, o es preferible comprar tomos selectos?
La verdad que siento que hay una fórmula que se repite muchísimo. Al que le guste mucho esa fórmula le recomiendo la colección completa. Al que no, no se lo puedo recomendar. En todo caso que busquen sólo los episodios de Villagrán, o sólo los de Lucho Olivera. La colección completa requiere una inversión de guita/ tiempo/ espacio sólo para los MUY fanáticos de esta forma de narrar.
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