domingo, 6 de septiembre de 2020
CRIST… ICA DE LA RAZON PURA
Ya me falta un tomito menos para tener todos los que me interesan de la mítica colección de Grandes Humoristas Argentinos publicada por Hyspamérica a fines de los ´80. El último que logré sumar a mi biblioteca es el de Crist, un libro que tarda en arrancar (el primer chiste aparece recién en la página 13) y que termina con SEIS páginas en blanco, como si el autor no tuviera más material digno de ser recopilado en libro. Por suerte en el medio hay 140 páginas de las cuales casi todas tienen chistes, y algunas tienen varios. Después discutimos si está bueno que aparezcan chistes de 35 tamaños distintos, algunos recontra-ampliados y otros reducidos a su mínima expresión. Pero me gusta que el material esté elegido con un criterio amplio: hay muchos gag panels de los que Crist realiza aún hoy para la contratapa de Clarín, mezclados con un montón de otros chistes que aparecían en revistas como Hum® u Hortensia, entre otras revistas. La producción de Crist que se ve reflejada en este libro es (a ojo de buen cubero) la de fines de los ´70 y el período 1980-87, una época en la que el maestro cordobés también incursionó en el campo de las historietas, que por suerte ya tengo en el libro reseñado el 27/01/14.
Varias cosas me llamaron la atención: Primero, que se eligieran para la recopilación unos cuantos chistes muy vinculados a la coyuntura de su momento, en los que Crist hacía humor con Ronald Reagan, Mikhail Gorbachev, o con películas que se estrenaron hace 35 años y hoy poca gente recuerda. Segundo, que la inmensa mayoría de los chistes no requieren del dibujo para lograr el efecto cómico que busca Crist. Los hay más graciosos y menos graciosos, pero lo más loco es que el humor que predomina es el que los humoristas gráficos llaman “humor radial”, es decir, chistes que podrían ser leídos por radio, sin la más mínima apoyatura de la imagen, sin perder su comicidad. Realmente son muy pocos los chistes en los que la gracia surge de la contraposición o de de la dinámica que se establece entre el texto y el dibujo. Esperaba que hubieran muchos más.
En cuanto al nivel de comicidad, encontré pocos chistes que me hicieran reir fuerte. La mayoría son (como es la norma dentro del “humor radial”) juegos de palabras ingeniosos, puestos en función de reflexiones, de ideas que postula Crist, desde una mirada en general bastante pesimista, de la vida, de la política, de la economía, de la sociedad, del progreso científico, etc.. Hay mucha filosofía en estos diálogos amañados, enroscados para arrancarle una sonrisa al lector. Evidentemente detrás del humorista hay un tipo preocupado, pensante, observador. No infalible, porque también tiene chistes que no son muy eficaces y otros que hoy serían impublicables, como el que dice “Yo creo que el animal transmisor del SIDA debe ser la Pantera Rosa”. Pero en su mayoría, las reflexiones de Crist van para el lado del deterioro económico, de la hipocresía de los políticos, de la ambiciones imperialistas de las grandes potencias, del choque entre culturas, de la alienación que padecen los artistas… Todos temas bastante más complejos que los clásicos chistes que aparecen en cualquier página de humor de cualquier diario.
Y dejo para el final lo más lindo, lo más brutal, lo más fascinante, que es el dibujo de Crist. Acá lo vemos experimentar con no menos de seis técnicas distintas, modificar totalmente su trazo, refinar el rotulado a niveles imposibles… La evolución nos la tenemos que imaginar, porque los chistes no están publicados en el orden en que fueron dibujados, sino que en una misma página conviven viñetas de épocas distintas, que parecen dibujadas por distintas personas. Así, conviven codo a codo trabajos de un Crist más genérico, más pegado a la estética típica del humor gráfico argentino de los ´70, con material en el que el cordobés ya se caga en todo y despliega rasgos estilísticos absolutamente propios, de esos que nadie puede reproducir sin convertirse en “un clon choto de Crist”. En todos los estilos, con todas las técnicas, tanto cuando juega al minimalismo como cuando sobrecarga las imágenes con detalles o texturas microscópicas, Crist impacta con su dominio del grafismo, su expresividad, su soltura y su inmensa libertad para hacer lo que se le cantara, sin ninguna restricción. Hace ya unos cuantos años que en la contratapa de Clarín los chistes de Crist aparecen coloreados, pero toda esta extensa etapa de blanco y negro (que se aprecia también en el hermoso librito La Tintaesencia de Crist, publicado en 1993 por Ediciones de la Flor) es asombrosa, por los riesgos y sobre todo por los logros que exhibe el autor. Aunque desaparecieran todos los textos de este libro (y junto con ellos, el 99% de los chistes) re da para tenerlo sólo para disfrutar de los dibujos, que son brillantes.
Nada más por hoy. A seguir leyendo historietas, y atenti que en cualquier momento nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog.
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3 comentarios:
Coincido estrechamente en que Crist es un dibujantazo, que infinidad de veces, en el plano del dibujo, usó el espacio de la viñeta para desarrollar todo lo que se le cantara.
Y, con respecto al humor radial al que te referís -por lo de la indepedencia entre texto y dibujo-, está lindo imaginar que el maestro, quizá, venía haciendo dibujitos de personajes sueltos -por joder, no más, y experimentando trazos y formas geniales- y después, cuando se le ocurría el chiste que fuera (diálogo o monólogo), cazaba un dibujito cualquiera y le pegaba el texto... Capaz que la cosa iba por ahí.
¡Puede ser! No descarto para nada que Crist agregara textos humorísticos a dibujos que ya tenía hechos.
alto librito
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