el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 8 de diciembre de 2020

TURNO DE NOCHE

Hace poco estuve a punto de comprarme este libro, convencido de que no lo tenía. Por suerte me frené a tiempo, volví a mi casa, me fijé y sí, lo tenía. Pero no recordaba absolutamente nada acerca del argumento, ni siquiera del dibujo, así que lo puse en la pila del material pendiente para leer, convencido de que al leerlo me iba a acaordar de algunas cosas, que me iba a caer alguna ficha, onda “ah, sí, cierto que pasaba tal cosa con tal personaje”… Nada de eso sucedió. Lo leí de punta a punta y a cada página me fui convenciendo cada vez más de que nunca jamás, en mi puta vida, había leído esta obra de Matthias Schultheiss. ¿Por qué lo clavé en la biblioteca sin leerlo? No tengo la menor idea. Misterios de la vida. Tampoco descarto que en su momento lo haya leído y mi memoria lo haya deleteado por completo del disco rígido. No suele suceder, pero siempre hay una primera vez para todo y en la familia de mi viejo hubo muchos casos de adultos mayores con Alzheimer. Así que antes de terminar con el viejito protagonista de Arrugas, me interno en la reseña de esta breve novela gráfica. Es obvio que cualquier cosa con esa portada tiene que ser un éxito. Te muestran esa imagen y para no llevarte el libro tenés que tener un témpano en el alma o telarañas en los bolsillos y hambre de un par de días. Y adentro el dibujo baja un par de cambios respecto de la portada, pero es muy ganchero, muy hermoso. Schultheiss no improvisa, no manda fruta. Te dibuja unos personajes bien definidos, con mucha expresividad, te cuida todos los detalles en la ropa y los peinados, y te los larga a yirar por una ciudad (Hamburgo) a la que le sentís los ruidos, los olores, el ritmo. La narrativa es ajustada, tampoco se cuelga con boludeces, ni se desordena a la hora de la planificación de las secuencias. Podemos discutir si está bueno que arme algunas páginas con tres tiras (generalmente de dos viñetas iguales, es decir, la Gran Kirby) y otras con cuatro tiras. En general, cuando opta por las cuatro tiras, el alemán te clava una sola viñeta widescreen por tira, y le queda bárbaro. Me gusta bastante menos cuando rompe la página en cuatro tiras y a su vez subdivide cada tira en dos viñetas, pero por suerte no es algo que suceda muchas veces en las cincuenta y pico de páginas de Turno de Noche. En general, entonces, la faz gráfica está muy bien. El texto está bien repartido entre las viñetas, los climas apuntalan bien las sensaciones que quiere transmitir el guión, y por supuesto en todo lo que tiene que ver con anatomía, iluminación, color y volúmenes, estamos ante un monstruo, un tipo con un talento descomunal, con el aplomo como para jugarse a hacer lo que se le canta, convencido de que le va a salir de muy bien para arriba. El guión… bueno, más o menos. Hay un hallazgo muy notable, que no se debe pasar por alto, que es el trabajo en la protagonista (Leo, la taxista) y cómo Schultheiss va profundizando secuencia a secuencia sus vínculos con otros dos personajes. Sin embargo, para darle relieve, espesor, verosimilitud y hasta tensión dramática a la relación de Leo con Franki y Dusti, Schultheiss deja de lado la punta argumental que a mí más me enganchó: la de la cheta que desaparece en esa casa medio destruída no sin antes dejarse en el taxi de Leo ese amuleto que parece tener poderes sobrenaturales. El autor vuelve un par de veces sobre el tema del amuleto, los personajes piensan qué carajo hacer con él, pero lamentablemente, el conflicto que va a motorizar la trama no pasa por ahí, sino por las turbias movidas de Dusti para llevarse a Leo a la cama. Ese vínculo tóxico, obsesivo, por momentos muy violento, le roba protagonismo al elemento que a priori parecía más rico como sustento de la ficción que plantea Schultheiss y lleva a la trama en otra dirección, tal vez más asfixiante y menos aventurera. No digo que esa decisión esté mal tomada, pero sí que hace sentir un toque inconexa, un toque fuera de lugar, a la primera secuencia, que a mí particularmente me encantó y me hizo ponerle muchas fichas al desarrollo que me imaginé para la obra. Pero bueno, las historietas no son las que uno se imagina, sino las que los autores efectivamente escriben y dibujan. Tengo otro libro de Matthias Schultheiss en el pilón de los pendientes, y ese sí, estoy seguro de no haberlo leído nunca. Ya le llegará su turno (de noche o de día, todavía no lo sé). Muchas gracias por el aguante y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

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