el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 27 de julio de 2022

MIERCOLES GRIS

Mediodía gris y lluvioso en Buenos Aires, pero no tan frío, por suerte. No está mal para sentarse a reseñar unos libritos. Empiezo con la esperada edición argentina de Cuentos de Terror, un tomo que recopila las 11 historias cortas de este género creadas por Carlos Trillo y Eduardo Risso para la editorial italiana Eura en la década del ´90. Inexplicablemente, no todas estaban publicadas en castellano hasta que Historieteca y Puro Comic lanzaron este libro. Ahora, por suerte, lo único que queda inédito de la brutal producción de la dupla para la Eura es Chicanos, de la que solo se publicó un pedacito en Argentina. Este tomo arranca con dos historias magníficas, sin elementos fantásticos. Los protagonistas son monstruos reales, posibles, tan reales y tan posibles que duele. Son cátedras de mala leche, escritas por un Trillo despiadado, que busca la revulsión y el asco en el lector, y lo logra con unos textos perfectos (felizmente escritos en argentino) y con un manejo del suspenso que hace que las historias se resuelvan en la última viñeta con giros magistrales e impredecibles. La tercera historia (ya con un fantasma involucrado) me interesó menos, la cuarta es buenísima pero sería mejor si fuera más corta, y la quinta también: su único atractivo está en el remate, lo que torna tedioso el desarrollo. La sexta es brillante y la séptima es una idea que está tan buena que no dudo que Trillo debe haber barajado la posibilidad de convertirla en un álbum de 46 páginas... o incluso en una serie de varios álbumes. La octava es una de mis favoritas (por eso la publicamos en un número de Comiqueando, allá por 2005), una obra maestra de la crueldad. La novena es un chiste gracioso, pero estirado para que dure 14 páginas. Los bloques de texto son hermosos, pero la trama daba para mucho menos. La décima propone revisitar la historia clásica de Frankenstein y traerla al presente, con muy buen resultado. Y la última también, es una clásica historia de personajes abyectos, amorales y con pésima leche de las que tanto le gustaba escribir a Carlos. El dibujo de Risso es glorioso en las 11 historias, no hay una sola tirada a chanta, nada que sugiera que esto fue dibujado a los santos pedos, o derivado a asistentes menos diestros que el león de Leones. Hay riesgo en la puesta en página, hay un claroscuro de alto impacto, fondos laburadísimos, personajes de enorme expresividad... Esto es un lujo, de verdad. Y como siempre, cuando un guionista juega al misterio, a esconder revelaciones para sorprender al final de la historia, necesita que el dibujante "mueva la cámara" con inteligencia y sutileza para no darle al lector información que le cague la sorpresa. Risso hace eso en todas las historias que requieren ocultar datos hasta el final, con verdadera maestría. Un libro realmente muy recomendable, con el que la vas a pasar muy bien, aunque no te interese demasiado el tema de las momias, fantasmas, vampiros y monstruos varios.
Por fin, después de muchos años, logré leer Empire en su totalidad. Esta saga creada por Mark Waid y Barry Kitson a fines de los ´90 había quedado trunca cuando la lanzó Image, y años más tarde fue publicada como corresponde (en TPB) por DC. Es muy loco que un comic de DC, sin el logo de Vertigo ni ningún otro, incluya garches, puteadas y violencia hiper-explícita, pero bueno, se dio así. Por supuesto esto es creator-owned, no está integrado a ningún tipo de continuidad... aunque no estará mal que pasara algo así en alguno de los universos tradicionales poblados de superhéroes y supervillanos... El planteo de Empire es muy atractivo: hace 10 años, un supervillano con alto poderío intelectual y tecnológico (y ningún escrúpulo) llamado Golgoth emprendió la conquista del mundo, y ahora lo tiene bajo su yugo. Sometió a los gobiernos, eliminó al superhéroe que osó confrontarlo, se quedó con todo lo que quería poseer y más. ¿Y ahora? ¿Qué onda? ¿Es feliz? ¿Se puede relajar, o tomarse vacaciones? No. Ahora es un gobernante, y tiene que estar más alerta que nunca a las intrigas palaciegas y los intentos de desestabilización que cada tanto aparecen en algún país medio perdido en el mapamundi. El guion está muy bien llevado. Lo que yo pensé que iba a ser el talón de Aquiles de Golgoth, lo que lo iba a empujar al abismo, no lo fue. El que creí que lo iba a traicionar no lo traicionó. Mezcla de Luthor y Dr. Doom, Golgoth es un personaje complejo, trágico, que sufre pérdidas enormes en su derrotero hacia una gloria que no parece disfrutar, sino más bien padecer. Waid lo rodea de un elenco de secundarios muy atractivo, con personajes atrevidos, astutos, y sobre todo corruptos, como debería ser cualquier villano que aspire a quedarse con el poder absoluto. Acá no hay dudas, nadie busca la redención, todos saben que el imperio de Golgoth se sostiene en su poderío militar, su manipulación de los medios masivos y su accionar implacable y despiadado contra cualquiera que se le subleve. Maquiavelo puro y duro, en un mundo donde alguna vez hubo superhéroes (y esperanza) y hoy hay solo desolación, autoritarismo y sordidez. La trama de Empire se parece poco a las otras obras de Waid que conozco, y amplía mi percepción de lo que el hábil guionista oriundo de Alabama puede hacer y crear en este medio. Con eso solo alcanzaría para recomendarlo, pero además es una muy buena historia, orquestada con clase, y obviamente con mala leche. El dibujo de Barry Kitson acompaña muy bien al guion. Sus diseños de ciudades, vehículos, armas y trajes son excelentes, una especie de modernización de la estética que inventó Jack Kirby cuando tuvo que vestir y equipar a los New Gods. Los dos coloristas lo complementan muy bien y en la narrativa sabemos que Kitson no tambalea nunca, es un relojito. Y nada más. La verdad que me voy contento, porque me tocaron dos librazos. Nos reencontramos pronto (espero) con nuevas reseñas, acá en el blog.

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