sábado, 2 de julio de 2022
NOCHE DE SÁBADO RETRO
Bueno, llegó el momento en que la realización del número nuevo de Comiqueando Digital (que va a estar disponible en Agosto) se comió todo mi tiempo. Recién hoy tengo unos minutos para reseñar dos libritos que leí en la semana, y no tengo idea de cuándo voy a poder volver a postear. El martes voy a ver la peli nueva de Thor y seguro voy a tener ganas de escribir algo al respecto, pero no sé cuándo voy a encontrar el tiempo. Así que sepan disculpar si durante este mes y los primeros días de Agosto hay poco material nuevo para leer en este espacio.
Hoy empiezo en Chile, año 2010, cuando la editorial Unlimited reedita en librito dos episodios de Barrabases, una historieta clásica del país vecino, creada por Guido Vallejos. La edición es muy precaria, porque no ofrece ni la más mínima pista de dónde aparecieron originalmente estas historietas, ni de qué año son. Tampoco tengo muy claro si Vallejos hacía todo el trabajo él solo, o si tenía un equipo de gente que lo asistía en los guiones, los dibujos, el entintado, el color o las letras. Lo que sí tengo claro es que Vallejos era un muy buen historietista, con un dibujo dinámico, un diseño de personajes muy idóneo para un comic apuntado a los más chicos y una narrativa fluida, sencilla, en la que se ve a un autor a sus anchas, con un gran dominio de lo que quiere contar. En la segunda historieta de este librito ("La justicia tarda pero llega") hay un par de páginas con muchísimas viñetas chiquitas, no sé si porque Vallejos estaba probando algo nuevo, o porque sintió que no le alcanzaban las páginas para meter todo lo que quería que pasara en el episodio. Pero las resuelve bien, sin enroscarse ni marear al lector.
Como en aquellas viejas historietas de Gattín y el Equipo, en Barrabases buena parte de la acción tiene que ver con partidos de futbol. Por momentos Vallejos logra reproducir la emoción de un partido de futbol de los memorables, donde pasan cosas heavies, impredecibles. Y por momentos trata de sumar algunas pinceladas de humor, que pasan principalmente por algunos diálogos, y por la forma en que se exageran o se caricaturizan, ciertos gestos, ademanes y posturas de los personajes. También como en aquellas viejas historietas de Gattín y el Equipo, aparece la limitación, o la complicación, de tener que traducir un partido de futbol a un combate entre buenos y malos, sobre todo en la segunda historieta. Dentro de la lógica de la aventura, pareciera algo casi indispensable, pero dentro de la lógica del futbol, no se sostiene por ningún lado. Aún así, las historias se sostienen en el ritmo, en el carisma de los personajes y en la fuerza plástica del dibujo, que no tiene nada que envidiarle a las buenas historietas infantiles que aparecían a principios de los ´70 en la revista española Trinca.
Y sí, lo más loco es que una historieta de futbol ambientada en Chile te arranque una sonrisa. En general, cuando vemos futbol chileno, nos dan ganas de llorar de lo mal que juegan.
Me voy a 1989 cuando, para conmemorar los 200 años de la Revolución Francesa, se junta un seleccionado de autores franceses y españoles y se produce la antología llamada "1789: La Revolución Francesa" para editarse en ambos países. Se colaron un alemán, el maestro Andreas, y un argentino (cómo no), el guionista Jorge Zentner, quien para fines de los ´80 ya estaba afincado en Cataluña. Y salieron seis historietas cortas, todas de ocho páginas, que vamos a repasar a continuación.
La primera, escrita y dibujada por Edmond Baudoin, es una historieta de perfil bastante experimental, a la que no le encontré ningún atractivo ni en el guion ni en el dibujo que justificara el esfuerzo extra que hay que hacer para entender lo que el autor quiere contar. No sé si es una garcha, o si a mí no me llamó la atención, pero no pude conectar. Después tenemos una historia con unos dibujos magníficos de Víctor de la Fuente, un capo absoluto del estilo académico-realista. El guion es del maestro Felipe Hernández Cava, y se me hizo muy corto. Me dio la sensación de que estas ocho páginas son un fragmento de una obra mucho más larga... o que están haciendo referencia todo el tiempo a algo que no conozco. Es raro, porque me interesó, me dejó con ganas de más, pero también con el sabor agridulce de no saber si la historia es solo estas páginas y me quedé afuera de cosas que los autores cuentan y yo no pesqué.
La tercera historia es menos ambiciosa, una anécdota menor casi, pensada para ilustrar una faceta poco explorada de la Revolución Francesa. Escribe Laurence Harle y dibuja otro maestro, Michel Blanc-Dumont, en ese estilo siempre tributario del de Jean Giraud. Por suerte la segunda mitad se pone pulenta: Zentner forma (una vez más) dupla con Rubén Pellejero y de ahí sale una historia original, ganchera, dinámica, con una buena idea, con un buen conflicto, con tensión, con un buen final... Se podía, nomás, aportar algo power en ocho páginas.
La historieta de Andreas es la más desgarradora, la más conmovedora, además de mostrar el prodigio técnico que caracteriza al autor germano en cualquier estilo que aborde (acá aborda dos). Andreas mezcla la historia oficial con un trip psicológico zarpado y desolador, de manera magistral. Y cierra la antología otro autor fundamental para entender el comic europeo de los años ´80, el gallego Miguelanxo Prado. La historieta de Prado es fría, amarga, distante, como si el autor buscara denodadamente desenfatizar el dramatismo de lo que nos narra. La idea es buenísima, el dibujo es glorioso, el ritmo que elige es brillante y el remate es perfecto. Qué grosso es seguir descubriendo pequeñas gemas de Prado que no conocía, incluso cuando sigo su trayectoria hace casi 40 años.
Y bueno, nada más. Trataremos de retomar en breve con la reseña de la peli de Thor, o con lo que pinte. Gracias y hasta pronto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Me acuerdo que una vez compré un álbum de "Amnistía Internacional" que prometía Bilal y Moebius: del primero sólo era la portada y del segundo una única ilustración. Igual adentro había una magnífica historia de Prado y otra de Jacques Ferrandez que garpaban todo el tomo.
Raro lo de Edmond Baudoin, es un dibujante excelente -capaz no tan narrativo- y lo que leí de él me pareció muy bueno.
¡Saludos!
Sí, acá ni lo nombro a Bilal porque hizo solo la portada (que es brillante).
Publicar un comentario