viernes, 29 de julio de 2022
VIERNES SOLEADO
Hermoso mediodía en Buenos Aires, y de nuevo tengo un par de libritos para reseñar.
Empiezo con la nueva edición de Fantaciencia, una historieta de Mauro Mantella y Leandro Rizzo que ya había leído hace muchos años (2008, probablemente), cuando se publicó en blanco y negro. El trabajo de Marcelo Blanco a cargo del coloreado es muy bueno, se acopla muy bien al dibujo de Rizzo. Y el dibujo es también notable, con un nivel de detalle apabullante y el desafío que resulta dibujar un guion tan complejo como el que entregó Mantella para un Rizzo que todavía no estaba tan curtido. Hay que tener mucho coraje para agarrar un guion así, tan plagado de referencias visuales que hay que plasmar en todas y cada una de las viñetas. Con un buen balance entre dinamismo en las escenas de acción y un trazo elegante, rico en texturas, la faceta visual de Fantaciencia funciona como un relojito y respalda con solvencia el ambicioso guion de Mantella.
Un guion que está muy bueno, pero que desborda ampliamente las 64 páginas en las que se desarrolla. Hay un montón de ideas fascinantes, pero comprimidas en un espacio tan acotado que algunas no se llegan a explicar del todo y otras sí, pero no se terminan de aprovechar. Con un aplomo digno de guionistas con 30 o 40 años de trayectoria, Mantella tira conceptos complejos, elevados, que requerían por ahí más elaboración en la propia historieta. Y además asume el desafío de integrar esos conceptos a un relato de aventuras, con peripecias, buenos, malos y demás. Esto último está logrado, con personajes que no logran lucirse con todo su potencial (precisamente por el escaso espacio) pero que sin duda son atractivos. Acá había material como para 10 ó 12 comic books, y Fantaciencia termina en el 3.
El tema de las infinitas referencias a otras obras de ficción es muy interesante... hasta un punto. Entiendo que para algunos lectores pueda ser excesivo, como si Mantella estuviera en plan canchero, esforzándose por mostrar lo mucho que sabe, como el alumno buchón que levanta la mano y dice "¡Profe, yo estudié!". Ya lo hemos bardeado al mismísimo Alan Moore por hacer eso mismo en From Hell, así que lo de Mantella también podría entrar en terrenos polémicos, si bien el universo al que referencia es claramente más accesible. Al final de la historieta hay 11 páginas en las que Mauro explica viñeta por viñeta cada una de las referencias, y se pueden leer o no. No es que sin eso no se entienda la historia.
Más allá de estos desbordes, Fantaciencia es un ejercicio narrativo arriesgado, inteligente, que abre puertas para todos lados y que amerita no una sino varias secuelas, porque los conceptos que tira Mantella son de una fertilidad pocas veces vista. ¿Viste que a veces a una buena aventura los hinchapelotas le pedimos un poco más? Bueno, Fantaciencia tiene mucho más. El tema es el espacio en el que se pudo desarrollar.
Me voy a España, año 2020, cuando el maestro Miguelanxo Prado publica el que hasta ahora es su último trabajo: El Pacto del Letargo, una novela gráfica de 100 páginas muy atractiva, muy bien resuelta, aunque muy atípica dentro de la obra del genio oriundo de Galicia. El Pacto del Letargo es una historia que nunca me imaginé que a Prado le interesaría contar, por lo poco que tiene que ver con los universos de ficción por los que suele moverse el autor. En sus cuatro décadas en la profesión, Prado hizo prácticamente de todo, pero la verdad que acá me sorprendió con la elección del tema y del tono. La historia nos cuenta cómo despiertan en nuestro presente dos razas de criaturas mágicas que alguna vez poblaron la Tierra: una más cercana a las hadas y los duendes y otra más dark, más cercana a los demonios. Hay un conflicto entre estas dos facciones, hay humanos comunes y corrientes metidos en el medio, y hay una aventura a todo o nada, que avanza lento, de manera bastante protocolar, porque Prado quiere que todos estos conceptos fantásticos se integren sin hacer demasiado ruido a un contexto 100% realista. El 75% de la novela gráfica no tiene acción y tiene a las criaturas fantásticas tan bien camufladas entre los humanos que ni te acordás que están ahí. Esto le permite a Prado buscar un tono de realismo, de costumbrismo, como si estuviéramos leyendo una novela de Arturo Pérez-Reverte, de esas en las que la aventura tarde o temprano explota, pero generalmente tarda en llegar.
Además de la fantasía y de ese pedacito de epopeya que cobra importancia sobre el final, El Pacto del Letargo nos invita a pensar en el rol de los humanos en nuestro planeta, sobre todo a través de los diálogos en los que el autor explora las motivaciones de Xamaín, el capo de los demonios. El dilema moral está bien logrado, porque por momentos uno empatiza con este personaje, que vendría a ser algo así como el villano. Pero si bien Xamaín sueña con un genocidio que extermine a la humanidad, en la trama tenemos villanos humanos a los que Prado retrata como personajes aún más venales y abyectos. O sea que hay varios niveles de conflicto, no está todo jugado al clásico ancestral entre criaturas mágicas "buenas" y "malas".
No sé si le salió a propósito o sin querer, pero Prado logró una obra 100% apta para todo público, que tranquilamente podría convertirse en una película de Disney o en una miniserie de Netflix (aunque habría que agregarle tres o cuatro personajes afroamericanos). Por ahí en unos meses, tenemos la versión con actores de El Pacto del Letargo, andá a saber...
Y en cuanto al dibujo, es increíble cómo el maestro sigue evolucionando. En su obra anterior (Presas Fáciles, reseñada el 18/02/18) se había animado a volver al blanco y negro. Ahora se anima a reencontrarse con la línea y a darle mucho protagonismo, sobre todo a la hora de dibujar rasgos faciales. Como siempre, tenemos paisajes majestuosos, personajes de una expresividad acojonante, texturas y colores que le agregan al dibujo una belleza indescriptible y una habilidad maradoniana para la narración y la puesta en página. Tengo algunos "peros" menores con algunos diálogos (los personajes se nombran mucho entre ellos y explican demasiado algunas puntas de la trama) pero en general, me parece que El Pacto del Letargo es un comic maravilloso, que se puede recomendar tranquilamente a lectores de todas las edades.
Y nada más, por hoy. Atenti si sos fan de Prado, que por ahí te damos una sorpresa muy pronto. Gracias y hasta pronto.
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