viernes, 22 de julio de 2022
POR FIN DE REGRESO
Nunca creí que iba a estar tantos días sin postear, pero bueno... se dio así. El número de Comiqueando Digital que se viene en Agosto me tiene prácticamente esclavizado y además surgen otras cosas que hay que hacer y resolver. Pero bueno, acá estamos.
Empiezo en Chile, donde el maestro Gonzalo Martínez autoeditó un libro que reúne sus primeros trabajos, historias cortas realizadas entre 1987 y 1997 para publicaciones del país vecino que acá en Argentina casi nadie escuchó nombrar jamás. Alguna vez mencionamos (pero el público se renueva) que Martínez es arquitecto y se volcó a la historieta recién a los 26 años, a diferencia de la mayoría de los pibes que empiezan el largo camino del profesionalismo sobre el final de la adolescencia, o a los veintipocos. Este libro nos permite descubrir sus inicios, cuando estaba a años luz del estilo con el que hoy lo identificamos los lectores de toda el habla hispana.
Al principio, Martínez era el típico dibujante que, fascinado por Moebius de los ´70, buscaba un dibujo realista y lo llenaba de puntitos y rayitas. En cualquier fanzine argentino de los ´80, o en el Óxido de Fierro siempre había varios de esos. Después descubre a Mike Kaluta, Jeff Jones y Barry Windsor-Smith y empieza a coquetear con la estética pre-rafaelista y ya para los años ´90, en las últimas historietas, tenemos cuadros que parecen inspirados en el Eduardo Risso de Caín o Fulú. Con todo eso, más sus propios recursos, Gonzalo sintetiza un trazo bastante personal, que va a seguir depurando hasta llegar a sus obras más conocidas, que son las posteriores a 2005. Todo esto es un largo Secret Origins, o un Year Zero, de la carrera de un autor hoy absolutamente afianzado.
De todos modos, lo más asombroso de esta colección de historias cortas no es la evolución gráfica de Martínez, sino que todos los guiones son suyos... ¡y algunos son muy buenos! Aún desde la juventud y la inexperiencia, aún con la limitación de que casi no hay relatos que superen la seis páginas, en Chilean Apples nos vamos a encontrar con ideas y desarrollos que tienen poco que envidiarles a los de los guionistas profesionales. Hace años que Martínez no trabaja con guiones propios, pero no tengo dudas de que si algún día junta coraje para volver a hacerlo, nos va a volver a sorprender.
Si ya seguís a este referente absoluto del comic chileno actual, este libro te va a completar muchísimo el panorama. Si nunca leíste obras de Gonzalo Martínez, yo empezaría por las más actuales.
Una vez por año, cuando hacemos el balance del año en el Podcast de Comiqueando, repasamos las listas de las historietas más vendidas en Italia y siempre nos sorprende encontrarnos con que entre las diez primeras suele haber cuatro o cinco de Zerocalcare, y siempre el libro más vendido del año es uno de este autor oriundo de Roma. O sea que cuando Reservoir Books tuvo la astucia de distribuir en Argentina una novela de este monstruo publicada en castellano en el 2017, me venció la curiosidad y me tiré de cabeza, para tratar de comprender, o de experimentar de primera mano, este verdadero fenómeno.
Bueno, a lo largo de las más de 260 páginas de Kobane Calling me convencí de que Zerocalcare es un genio. Un narrador formidable, un dibujante exquisito (muy en la línea de lo que nos mostró Juan Caminador en Segunda Venida) y un tipo que sabe meterse con una temática áspera, fuerte, y aún así no tomársela del todo en serio. La novela gráfica en cuestión es autobiográfica, y narra dos viajes de Zerocalcare y sus amigos al Kurdistán, esa zona de eterno conflicto entre Irak, Turquía y Siria, donde el Isis juega de local y donde hace 40 años apareció la resistencia del pueblo kurdo contra el estado islámico. Zonas de guerra permanente, donde cada tanto pasan aviones yankis a bombardear y donde las guerrillas resisten los ataques de milicias de fanáticos religiosos que no tienen reparo en degollar, secuestrar o violar a quien se les ponga enfrente. Con este contexto, un monstruo como Joe Sacco te hace una novela gráfica desgarradora, que te estruja el corazón a fuerza de crímenes de lesa humanidad. Pero el astro italiano no se copa con el enfoque periodístico. Todo el tiempo te subraya que el conflicto está visto desde los ojos de un pibe de clase media, de 32 años, fanático de los comics, el animé y los videojuegos, bastante ingenuo y en un punto boludón. Por momentos busca algo así como la objetividad, pero casi siempre narra desde la emoción, desde los sentimientos que el despierta esta proto-nación (el Rojava) surgida del aguante y de valores que Occidente bien haría en adoptar como propios.
Por su estructura episódica, y por el espesor (dramático pero también geopolítico) de lo que cuenta, Kobane Calling es un libro para leer de a poco, ni en una sentada ni en tres. Hay que clavar pausas, digerir, pensar, y eventualmente seguir avanzando. Los dibujos de Zerocalcare, los chistes que mete, las acotaciones bizarras o ridículas con las que rompe (de a ratos) ese clima agobiantes, son sin dudas el motor, lo que tira para adelante y hace que no quieras soltar el libro aunque las situaciones sean muy heavies. Lo de meter chistes y acotaciones limadas ya lo había hecho antes Guy Delisle en sus crónicas de viaje, pero la verdad que Zerocalcare dibuja mejor, y por algún motivo, logró que me identificara más con él, o con su mirada. Con las obras de Delisle a veces me pasaba que sentía que se estaba burlando de la gente de estos países exóticos que recorría. En cambio en Kobane Calling hay un respeto infinito, una admiración conmovedora por parte del autor hacia estas mujeres y hombres que desde unas montañas perdidas en la Concha de la Lora combaten por ideales que lo emocionan a él, y que logra que nos emocionen a nosotros, que estamos todavía mucho más lejos del conflicto que los tanos.
Recomiendo enfáticamente Kobane Calling y me pongo a rastrear más historietas de Zerocalcare, en el idioma que pinte.
Gracias por el aguante y espero volver a postear pronto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario