el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 11 de abril de 2023

ACÁ ESTAMOS DE NUEVO

Bueno, por fin tengo un ratito para escribir las reseñas de los últimos libros que leí... Empiezo en 2015, en Japón, cuando el maestro Gou Tanabe presenta su adaptación al manga de El Color que Cayó del Cielo, el famoso relato de Howard P. Lovecraft. No es la primera vez que me toca leer un manga de Tanabe que adapta una obra de Lovecraft (ver reseña del 16/11/18), así que corro el riesgo de repetir algunos conceptos. Esta vez, lamentablemente, en vez de estar editado en tapa blanda por Ivrea, El Color que Cayó del Cielo está editado en tapa dura por Planeta. O sea que es un libro innecesariamente lujoso y caro, fruto del capricho de la misma editorial que te publica esos masacotes de 1000 páginas con las obras de Osamu Tezuka en un formato pensado para destruirte la biblioteca y el bolsillo. Menos mal que en Argentina (todavía) no caímos en esta pelotudez de editar cualquier cosa en tapa dura. Se publica mucho menos que en España, pero por lo menos se eligen formatos que llegan a las bateas a un precio no tan disparatado. Pero vamos a la historia: Tanabe está enrolado en la corriente de las adaptaciones muy respetuosas al texto original, al igual que nuestro abanderado en materia de adaptaciones de clásicos del terror, el maestro Horacio Lalia. El talentoso mangaka conserva la ambientación espacio-temporal, el elenco, la atmósfera, el orden de los sucesos y hasta muchísimos textos de la narración original, y lo único que agrega es el dibujo. Digo "lo único" y suena a poco, pero realmente es muchísimo. Ese trazo prolijo y sobrecargado de Tanabe (que por momentos me remite a Salvador Sanz) le suma un montón al clima que propone Lovecraft. Le da vida a los horrores que describe el escritor norteamericano, y enfatiza desde el ritmo que elige para el relato esa sensación de extrañeza, de tensión que crece hasta hacerse asfixiante. El trabajo de Tanabe es tan bueno, está tan afilado, que logra que te imagines ese color imposible incluso en un comic realizado en blanco, negro y grises. A esta altura, ya no me queda duda alguna: el mejor historietista para una adaptación de Lovecraft hoy es Gou Tanabe. El que mejor entiende los climas, los ritmos, el que mejor dibuja, el que más se rompe el culo en los detalles, el que te hace sentir el horror más cerca, más palpable. El único handicap de Tanabe es que no le pone mucha expresividad a los personajes. No te tira esas caras de "estoy totalmente loco, trastornado por los horrores que me toca presenciar" que te ponían Lalia, Alberto Breccia o Berni Wrightson cuando te adaptaban a Lovecraft. Los tipos tienen el marulo detonado, pero el dibujo no lo enfatiza con la misma polenta que en los autores mencionados (y otros más). En todo lo demás, Tanabe saca mucha diferencia y te hace vivir una Experiencia Lovecraft que no te olvidás nunca más. Voy por los libros que me faltan del ídolo, pero con la mira puesta en las ediciones yankis de Dark Horse, que son más baratas y más cómodas para manipular y guardar que las españolas.
Me voy a Francia, año 2021, cuando Lucas Varela forma equipo con el guionista galo Hervé Bourhis para ofrecernos Le Labo, una interesantísima novela gráfica de 100 páginas a todo color que ya tuvo edición en nuestro idioma por parte de La Cúpula. Le Labo parte de un hecho real, pero lo distorsiona un poco para contar la historia de un modo más divertido. Se trata de un experimento loco de mediados de los ´70, cuando una poderosa empresa francesa que se había expandido a raíz del éxito de las fotocopiadoras que fabricaba, le pone un montón de plata a un laboratorio donde el hijo del dueño reúne a los más capos en informática de ese país para empezar a desarrollar la computadora personal... y más tarde la internet y la telefonía celular. El comic recorre toda esa segunda mitad de los ´70, donde Jean-Yves y su equipo trabajan a puro ensayo y error, hasta que llegan los yankis con su voracidad comercial y se quedan con todo. Por delante de este contexto histórico tan interesante (y poco explorado), Bourhis acierta al alejarse del relato documental para poner el foco en los personajes y sus vínculos. De ahí salen algunas escenas dramáticas y otras realmente muy cómicas. También ensaya un truco que no es nuevo, pero que está buenísimo: en un momento, un personaje secundario, marginado y ninguneado, se pierde entre los pliegues de la trama para reaparecer sobre el final transformado en un personaje absolutamente central. Ese es el arco de Nicole, la hermana menor de Jean-Yves, quien resulta ser la narradora de todo lo que sucede en Le Labo. La relación entre los franceses y los californianos también está muy bien aprovechada y plasmada de modo muy gracioso. Bourhis está tan canchero en el manejo de la época y la temática, que hasta tira magia con injertos de retro-continuidad, en los que Jean-Yves y su equipo flashean (a veces bajo los efectos del faso) con avances tecnológicos que llegarían varias décadas después y que, si bien en 1977 parecían delirios de fumones o de fans de la ciencia ficción, hoy son parte de nuestra vida cotidiana. El dibujo y el color, ambos a cargo de Varela, son alucinantes. Nuestro compatriota capta sin el menor problema todos esos detalles de la ambientación setentosa que tienen que ver con ropa, peinados, artefactos que hoy parecen prehistóricos, el chiste (ya visto en series y películas) de que todo el mundo fumaba en todas partes... Toda esa carga de "mostremos la vida cotidiana de estos tipos y minas" que propone el guion de Bourhis está llevada al papel por Varela con verdadera maestría, y aporta también a generar ese clima de comedia costumbrista en la que podrían aparecer tranquilamente Alberto Olmedo o el Gordo Porcel sin que a nadie le resulte raro. El creador de Paolo Pinocchio te hace entretenidas las escenas donde solo hay talking heads, y deja la vida en esas doble splash-pages en las que Jean-Yves tiene esas visiones proféticas que cambian el rumbo de la novela gráfica (y de la historia del desarrollo de la informática en dos continentes). Si sos fan de Lucas Varela, de la computación, de la historia de los avances tecnológicos del Siglo XX, o si te copa leer una historia muy divertida y descontracturada acerca de los años "de incubación" de Apple, la internet, los celulares y los videojuegos, seguro vas a pasar un buen rato con Le Labo. Y hasta acá llegamos. Tengo avanzada la lectura de un librito más, que seguramente comentaremos (junto a algún otro) en el próximo post que aparezca acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

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