domingo, 31 de agosto de 2025
DOMINGO DE LLUVIA
Por ahí me equivoco, pero tengo la sensación de que hacía mil años que no posteaba en el blog un domingo... como si importara, no?
Hoy empiezo con una obra maestra: edición británica de una obra realizada para el mercado francés por uno de los mejores autores italianos de la actualidad. La verdad es que los ingleses publican muy bien, en tamaño un toque más chico y tapa blanda, esas obras que los franceses te sacan en formatos enormes, pesadísimos y demasiado chetos para mi gusto. Así que, gracias a la editorial Self Made Hero, pude acceder por poca plata a Gauguin: The Other World, esta increíble biografía de Paul Gauguin realizada en 2016 por el indescriptible Fabrizio Dori.
Cuestión fundamental, sin la cual no podemos seguir adelante con la reseña: ¿Hay alguna chance de que esta novela gráfica atrape a alguien que no es fan de Gauguin, que no sabe o no le interesa saber quién fue Gauguin? Yo creo que muy pocas. Obviamente, al estar dibujada con semejante virtuosismo, el solo de hecho de pegarle un vistazo a las imágenes, la hace atractiva. Porque vas a ver a un Dori distinto al de sus obras más conocidas, que no se va al carajo con la puesta en página sino que se ajusta a grillas más tradicionales (porque sabe que la figura de Gauguin va a traer lectores que no están muy curtidos en esto del relato secuencial) y porque el italiano ensaya una maravillosa mixtura entre su estilo y el del famoso pintor francés de fines del Siglo XIX. El resultado es visualmente bellísimo, si bien tanto el estilo pictórico (no necesariamente de este pintor en particular) como el de Dori tienden un poco hacia figuras estáticas, sin esa dinámica típica de las historietas, sobre todo aquellas enfocadas en la acción.
Y claro, Gauguin: The Other World no está centrada en la acción. No vuela un sopapo en más de 120 páginas. Dori cuenta de manera muy personal la vida y las pasiones del artista francés, con un ritmo muy pachorro, más jugado a la introspección, a la reflexión, con momentos oníricos, porque todo está teñido de un cierto misticismo, e incluso en un momento la mitología de los nativos de Tahití copa la parada y se convierte en el eje del relato durante varias páginas. Pero básicamente te tiene que interesar la vida de Gauguin para engancharte con la trama. No hay otros personajes que aporten carisma o intriga, no hay aventuras (a pesar de las locaciones exóticas), no hay tiros ni piñas, el sexo no está enfatizado, los diálogos no juegan a ser picantes... Es la vida de un tipo que eligió un camino atípico, que se vinculó con el arte, con la gente, con su propia familia, de un modo atípico, y que -lógicamente- se chocó con los obstáculos típicos de quien opta por vivir a contramano de su entorno y de su tiempo. Dori le agrega una fina pátina de elementos fantásticos, de manera muy sutil, muy elegante, lo cual le permite esas instancias en las que el protagonista dialoga (prácticamente) consigo mismo, con sus fantasmas y sus obsesiones, lo cual nos permite a nosotros entender un poquito mejor qué lo motiva a pegar esos volantazos tan osados en su vida.
Si sos fan de Paul Gauguin, te recomiendo enfáticamente este libro. Y atenti, que habrá más Fabrizio Dori en el blog, en un futuro no muy lejano.
Me voy a Brasil, año 2019, para encontrarme con un autor al que no conocía y me voló la peluca: Camilo Solano. Una bestia, un historietista con un talento descomunal. La portada de O fio do Vento te desorienta por completo, porque el estilo que vas a ver adentro del libro no se parece en nada al de la portada. A lo largo de unas 90 páginas, este monstruo del claroscuro va a desplegar un estilo que en la base, en la forma de plantear la viñeta y de pensar y mover a los personajes, parece una especie de John Kricfalusi, un demente, un alucinado, un pasado de rosca total. Pero después, en la etapa de la tinta, Solano abraza otro tipo de excesos y se sube a la tendencia de los europeos que meten mucha mancha negra, mucha rayita y le ponen todo a los efectos de iluminación. Ahí aparecen Frederik Peeters, Blutch, Christophe Blain... Y sí, un comic dibujado por Kricfalusi y entintado por Blutch es una bizarreada, pero también una genialidad. Y eso es lo que nos ofrece la faz gráfica de O fio do Vento: una estética underground, atrevida, grotesca, combinada con un trabajo impresionante en la incorporación de la línea y la mancha negras.
El guion es divertido, está repleto de escenas impactantes y de diálogos muy graciosos. Los personajes son copados, las situaciones son originales... el problema de O fio do Vento es el argumento, es cómo y en base a qué hilvana Solano todas estas situaciones. Y acá es donde la novela gráfica flaquea como tal. Porque arranca con una situación (la del tipo que hace transmisiones amateurs de radio), después agarra para otro lado (este tipo resulta ser músico y empiezan a aparecer otros integrantes de la banda en la que toca), después para otro, y el foco del relato se desplaza una y otra vez sin mucha lógica. Cuando parece que el protagonismo lo va a acaparar "Labios de Miel" (apodado así porque silba bárbaro), Solano lo desactiva para contar una historia centrada en su padre, pero sobre el final arranca otra mini-historia, de nuevo con "Labios de Miel" en el rol central.
Por ahí, en vez de forzar una única historia de 90 páginas, Solano debió haber pensado este libro como un compilado de historias cortas, con cuatro o cinco principios y cuatro o cinco finales. Esta forma que encontró para llevarnos de una trama a la otra sin clavar un "fin" hasta la última página, es bastante torpe, bastante fallida. Una pena, porque el dibujo es excelente, la narrativa tiene una intensidad y una polenta impresionantes y los personajes daban para más. Me encantaría encontrarme con un comic en el que Camilo Solano solo esté a cargo de los dibujos, o con un libro de historias cortas de este autor. Pero me pareció tan genial toda la parte visual de O fio do Vento que me voy a terminar por comprar cualquier garcha que me cruce por ahí y que lleve su firma.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos el mes que viene, con nuevas reseñas acá en el blog. Gracias y hasta entonces.
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3 comentarios:
Me he cagado fuertemente con suma gravedad!!
Me cai y golpee la rodilla. No se quien fue el hijo de mil puta que me hizo el hechizo, pero ya estoy de pie nuevamente, maldito desgraciado y me volvere a tirar un fuerte pedo gravemente y no podras impedirlo de ninguna forma ni manera. Es definitivo y ya se ha establecido asi desde el alto poder del universo, en su silla luminosa, asi que ya desiste, desiste, desiste. Desiste de una vez, cerdo desgraciado malnacido. Ahora, a la heladeria!!
No estoy al tanto de todos los vericuetos de la vida de Paul Gauguin, pero creo que no careció de polémicas (por ahí no en su día, pero hoy estaría cancelado, creo yo). Pintaba exóticas menores de edad cuando no les pegaba sus pestes sexuales y no sé si incluso no las preñaba. Una teoría sugiere que era hábil con la espada de esgrima y que no fue otro que él quien le cercenó la oreja a su amigue y colegue, Vincent Van Gogh.
Parece interesante desde lo plástico este material de Fabrizio Dori (no lo conocía). Pero en vidas con historias así de trambólikas para relata, creo que un registro estilo cartoon-violence como el de Kricfalusi iría como piña. También lo castigó LA CANCELACIÓN, con más o menos motivos que a Gauguin. No obstante los valores de las obras del afamado pintor no se han resentido ni un céntimo. Es toda una polémica. Pero en el Parque Rivadavia vi unos tomos de Sandman (los de ECC) a una suma como para no dejar pasar: 1200 pesitos nada más. Es un material que ya poseo, pero para regalar y quedar bien, qué sé yo. Igual era en un puesto que parece que compra lotes de cosas y por ahí el dueño no curte mucho cómic. No creo que esté al tanto de las acusaciones que pesan sobre Gaiman. El puesto es uno que vende revistas Anteojito y Billiken. Si mal no recuerdo allí compré Pin8 de Quattordio. O "Los Recalientes". Nunca se sabe dónde hay material que no llamaré "incunable", pero sí al menos infrecuente.
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