Mientras escucho mi
podcast favorito (Sonido Bragueta), me pongo a escribir las reseñas de los
últimos libritos que leí.
Arranco en 1991, con Vito
el Cenizo, un álbum de Spirou y Fantasio que retoma al villano de la aventura
en New York. La dupla integrada por Tome y Janry, acá sumamente afianzada, nos
ofrece una excelente combinación entre humor y aventura, pero con plus muy
atractivo: esta vez el ritmo es mucho menos frenético que en la aventura en
Moscú, y los héroes (sobre todo Fantasio) tienen tiempo para pensar en lo que
hacen, en por qué lo hacen, en la relación entre ellos, en la forma en que
financian sus aventuras, e incluso en una minita con la que pegó alta onda y a
la que le dedica unas cuantas… remembranzas.
Lo único medio discutible
de Vito el Cenizo es que las secuencias más divertidas son posibles gracias a
una coincidencia muy poco verosímil. Y que le dan muy poca bola a Spip. El
resto, es todo ganancia. Desde retomar a un villano de un álbum anterior, hasta
la calidad de los gags y la resolución del misterio que envuelve al cargamento
del barco hundido. A lo largo de estas 44 páginas te reís un montón de veces,
pero además hay mucho suspenso, intriga y peligros que (a pesar del clima
festivo) se sienten bastante reales.
Y el dibujo, por supuesto,
es exquisito. Las expresiones faciales, el lenguaje corporal de los personajes,
los fondos, las secuencias mudas, los momentos de mayor despliegue y acción…
realmente todo espectacular. Tome y Janry dieron vuelta esta serie como una
media y la llevaron a donde ninguna otra serie infanto-juvenil había llegado
antes. Tengo sin leer un librito más de la dupla, que seguramente reseñaré
pronto.
Salto a Francia, a fines
de 2018, cuando se publica Guaraní, la nueva novela gráfica de los maestros
argentinos Diego Agrimbau y Gabriel Ippóliti. El planteo es sumamente ganchero:
un fotógrafo francés llega a Sudamérica a fines de la década de 1860 y se
convierte en testigo privilegiado de los horrores de la Guerra de la Triple
Alianza. Pierre Duprat interactúa con civiles, soldados, aborígenes, animales
exóticos y enfermedades tropicales, pero nada lo prepara para la batalla de
Acosta Ñu, en la que 20.000 soldados brasileños y argentinos masacran a un
ejército paraguayo improvisado, en el que combatían mayoritariamente niños sin
entrenamiento militar, reclutados por la fuerza entre las tribus guaraníes.
El libro es más chico que
las novelas anteriores de la dupla, pero con muchas más páginas. Guaraní le da
la posibilidad a Gabriel Ippóliti de dibujar pocos cuadros por página (a veces
sólo dos), más grandes, en los que su dibujo se luce muchísimo. La paleta de
colores (en la que los primarios están intencionalmente ausentes) es
maravillosa, el trazo está suelto, dinámico, muy expresivo, sin descuidar en lo
más mínimo el rigor histórico y documental. Creo que es el trabajo de Ippóliti
que más me gustó, pero también creo que su próximo trabajo me va a gustar más
que este.
Guaraní tiene un sólo
problema, que no es menor: la escena más relevante, más impactante, más crucial
para la trama y para el desarrollo del protagonista, es la de la batalla de
Acosta Ñu. Y el libro nos la cuenta TRES veces: en el texto de la contratapa,
en el prólogo de Agrimbau y finalmente en la historieta propiamente dicha. Para
cuando la trama llega a ese punto, ya sabés lo que va a pasar. Y si esperás que
después de eso venga una vuelta de tuerca más, un volantazo más que te
sorprenda o te shockee tanto como esa batalla, no la esperes, porque no hay.
Por supuesto que Agrimbau
narra todo esto con muchísimo aplomo, el recurso de contar todo desde la óptica
de un extranjero funciona perfecto, el personaje (como ya dije) evoluciona
muchísimo, si no tenés la más puta idea de lo que fue la Guerra de la Triple
Alianza el guión te lo cuenta sin agobiarte con datos, los horrores y
crueldades de la guerra están perefctamente plasmados, al igual que el contexto
político de la época. A pesar de tener poca acción, Guaraní nunca se hace densa
ni aburrida, y hasta encuentra pequeños resquicios para alguna pincelada de
humor en medio de tanta desolación. Para ser brillante le faltaba ese toque
imprevisible en las 20 páginas posteriores a la batalla, ese algo más que
pudiera de alguna manera “cantarle retruco” a lo tremendo de esa secuencia. O
no, pero en ese caso me hubiese gustado llegar al momento de la batalla sin
saber lo que iba a pasar, para que me pegara más fuerte, sobre todo porque es
un hecho histórico que rara vez se menciona cuando nos cuentan la Guerra de la
Triple Alianza.
Por supuesto que
recomiendo a full Guaraní, que seguramente tendrá edición argentina antes de
que termine este año. Y ojalá la edición nacional no spoilee tan abiertamente
lo que Agrimbau e Ippóliti nos van a mostrar en la mejor secuencia del libro.
Sigo avanzando con las
lecturas y vuelvo a postear pronto, acá en el blog.
3 comentarios:
No hay noticias de Guaraní en español?
Como dije en la reseña, seguramente tendrá edición argentina antes de fin de año.
Es excelente, el guion,cada viñeta es un cuadro,sin comparar,tal cual lo fue, Candido Lopez.
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