Sí, hace un rato me
terminé un librito que tenía empezado, y aprovecho otra tarde espantosa para
clavar una nueva entrada en el blog, repasando esta última lectura y una más.
Empiezo en 1983, cuando el
guionista (y teórico del medio) Benoit Peeters y el dibujante François Schuiten
realizan Las Murallas de Samaris, primero como serie en la revista A Suivre y
más tarde como álbum autoconclusivo. Más adelante, esta historia se convertiría
en el Vol.1 de la extensa serie Las Ciudades Oscuras, y para eso se reeditaría
con varios cambios, sobre todo en el final, y con el agregado de una historia
corta inédita, para que el álbum fuera más voluminoso.
La verdad que esta primera
versión no me gustó para nada. El argumento es muy, muy flojo. Trata de
salvarse con el giro del final, pero llega tarde y está ejecutado con la
destreza de un pingüino empetrolado. El garche es de los peores que leí en un
comic, frío, triste, sin ningún sentido argumental, puesto ahí para justificar
las tetas al aire en la portada del álbum, en busca de algún comprador incauto
que crea que va a leer un comic erótico. Olvidate: esto así como está no puede
calentar ni a un ballenero del Cáucaso con seis meses de abstención sexual. El
guión… lo pongo un poquito por encima del argumento, porque los textos de
Peeters recrean esa atmósfera de “espiral jodida de misterio que derrapa hacia
la locura” tan típica de las adaptaciones al comic de los relatos de H.P.
Lovecraft, que a mí me gusta mucho.
El dibujo de Schuiten
(hasta hace poco viví convencido de que se pronuncia “yuitén”, pero un francés
me desasnó y me explicó que se pronuncia “scuíten”, con acento en la i) también
es desparejo: monumental, asombroso, al límite de lo inverosímil en los
paisajes urbanos, las perspectivas, toda la faceta arquitectónica del comic…
apenas correcto cuando tiene que dibujar la figura humana en movimiento y
bastante precario cuando tiene que ponerle expresión a los rostros. Supongo que
en las reediciones posteriores habrá habido varios retoques en el dibujo,
porque para principios de los ´90 el trazo de Schuiten ya había cobrado un
vuelo con el que acá no se podía ni soñar.
Si te hiciste fan de Las
Ciudades Oscuras y tenés las ediciones actuales, quizás te interese bucear en
las profundidades de los ´80 para encontrar esta versión “preliminar” de Las
Murallas de Samaris, como testimonio de los primeros pasos de la dupla. Schuiten
y Peeters nunca superaron esa frialdad, esa solemnidad que transmite esta obra,
pero nos brindaron historias mucho mejor escritas y mejor dibujadas que esta.
Y aprovecho que estamos
todos on fire con el relanzamiento de los X-Men a cargo del maestro Jonathan
Hickman para avanzar con East of West, la espectacular serie creator-owned que
tiene en Image el genial guionista hincha de River. De hecho, durante toda la
lectura del nº1 House of X, sentí cosas parecidas a las que siento cuando leo
East of West. La forma en que Hickman nos va tirando información, el clima
protocolar, de diálogo civilizado entre facciones con intereses contrapuestos,
la explicación de los avances tecnológicos… mucho de lo mejor de House of X
huele fuerte a East of West.
Este tomo arranca con una
guía para entender el universo de la serie, con textos, mapas y gráficos que
explican cómo funcionan estos Estados Unidos del futuro (ya no tan lejano),
cómo están divididos, gobernados y pertrechados para enfrentar el apocalipsis que
se viene. Me vino bárbaro porque el Vol.3 lo había leído en Marzo de 2016 y me
acordaba poco y nada de las tramas o los personajes.
Y después, lo de siempre:
Nick Dragotta en dibujos y la cocción a fuego lento de una trama apasionante de
intriga política, con metafísica, ciencia-ficción y certeros toques de
violencia, sexo y gore. Para la segunda mitad del tomo, Hickman se concentra
mucho en Babylon, el hijo de un Jinete del Apocalipsis y la implacable Xiaolian
Mao, un personaje que experimenta un crecimiento impresionante. Recién sobre el
final, las aventuras de Babylon se empiezan a teñir de las mismas tonalidades
que el resto de East of West. Durante muchas páginas, parece que estamos
leyendo un spin-off, una historieta ambientada en el mismo universo que la trama
central, pero decidida a contarnos todo desde una óptica y a un ritmo
totalmente distinto al del argumento principal. Y se disfruta tanto, que si
saliera un spin-off protagonizado por Babylon y Baloon, también me haría fan.
Excelente todo, posta. El
dibujo, el color, la complejidad de las tramas, los diálogos, los silencios,
los climas. La serie termina en el nº46 y este tomo llega hasta el nº19, así
que me queda un montón de East of West para recorrer de la mano de esta dupla
asesina, que mantiene altísimas la vara y las ambiciones, por lo menos en esta mitad
de la saga. No tengo comprado el Vol.5, así que no sé cuándo podré retomar la lectura.
Acepto donaciones ;)
Ahora sí, nos vemos mañana
y pasado en Villa Viñetas, o nos leemos la semana que viene, acá en el blog.
2 comentarios:
Andres, tuviste la opurtunidad de leer "Lo que más me gusta son los monstruos" de Emil Ferris?
No, le pegué una hojeada y me gustó mucho el dibujo pero la narrativa me pareció ABOMINABLE.
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