Nueva entrega del glorioso
Marvel Cinematic Universe y otra vez al cine a ver qué onda. Spider-Man: Far
from Home es como dos películas en una. Por un lado, una clásica comedia
estudiantil de chicos yankis que pasean por Europa, repleta de chistes, muy
dinámica, muy basada en la interacción entre unos personajes pensados no tanto
para generar conflictos sino más bien para disparar situaciones humorísticas.
Algunos son personajes bien de relleno, totalmente unidimensionales, como cuando
aparecía Paolo el Rockero en las películas de los Bañeros, Extermineitors o lo
que poronga inventaran Emilio Disi y sus amigos para chorear en esas
vacaciones. Otros están un poquito más trabajados, como para poder trascender
el paso de comedia básico. En general, todo este aspecto de la peli (casi
omnipresente en la primera hora) se hace llevadero, entretiene sanamente y en
familia, como decía Carlitos Balá.
Por suerte el film de John
Watts tiene dos horas y 9 minutos, o sea que queda tiempo para la aventura, e
incluso para hacerse un poquito cargo de que esta peli es lo más parecido que
vamos a tener a un epílogo a Avengers: Endgame. Y sí, los guionistas tocan el
tema de la gente que estuvo desaparecida casi seis años y volvió de un día para
el otro, sin indagar demasiado en el aspecto más dramático de este sacudón,
pero sin barrerlo abajo de la alfombra (eso seguro va a suceder en la siguiente
fase del MCU).
La faceta aventurera de la
película está muy bien, mantiene el foco muy centrado en Peter Parker, en este
pibe común y corriente al que de pronto le pasaron miles de cosas que le
impiden vivir la vida de un adolescente normal. Está muy presente el legado de
Tony Stark, está muy presente SHIELD, hay un villano al que nunca habíamos
visto en el cine MUY bien transplantado a la pantalla y una cantidad de
peligros impresionante para tener al héroe siempre al filo de lo imposible. Lo
mejor (lejos) es la batalla en Berlín, unos 30 minutos antes del final.
O no, me desdigo y veleteo
al mejor estilo Pichetto: lo mejor es el mensaje que transmite la película.
Básicamente, lo que nos cuenta Spider-Man: Far from Home es que nada es lo que
parece. Todo lo que vemos es, en realidad, lo que creemos ver. Y siempre hay
algo más. Este truco de desorientar al espectador, de hacerle creer cosas que
(luego veremos) no son así, es el leif motiv de la cinta. Desde boludeces como
la relación entre Ned y Betty hasta los giros brutales que pega la película en
las dos escenas post-créditos (absolutamente imprescindibles ambas), todo el
tiempo nos están subrayando que hay una grieta grossa entre la realidad que
nosotros percibimos y la posta. En tiempos de la post-verdad, las fake news y
la manipulación de las imágenes, es un discurso muy interesante, sobre todo si
pensamos que el público mayoritario de la peli son los pibes y pibas menores de
18.
La actuación de Tom
Holland me encanto, Jake Gyllenhaal también tiene un par de momentos
brillantes, Marisa Tomei te inunda la pantalla con buena onda y sensualidad
cada vez que sonríe, Jon Favreau se chorea varios de los momentos más lúcidos
de la peli y Zendaya hace buen uso de la libertad que le dan los guionistas al
no atarla a ningún personaje de los que ya conocemos los fans de la mitología
arácnida creada por Steve Ditko y (el por primera vez ausente en la pantalla)
Stan Lee. Los efectos especiales son demenciales y las escenas que transcurren
en esas “realidades virtuales” que crea el villano para confundir a Spidey son
verdaderas joyas de la cinematografía, despliegues delirantes de una concepción
gráfica, estética y narrativa superlativas, pensados para detonarte los cinco
sentidos como nunca antes. Posta, hay que ser MUY capo para imaginar escenas
así y después plasmarlas en una película.
Spider-Man: Far from Home
venía con la pesada mochila de estrenarse justo después de dos hitos como
fueron Into the Spider-Verse y Endgame, pero la verdad es que sale muy bien
parada. La recomiendo ampliamente, si te gustan las comedias estudiantiles. Si
no, vas a sufrir mucho a la espera de que la peli se encauce hacia la historia
de machaca superheroica, que cuando llega, pega fuerte y emociona. ´Nuff said!
3 comentarios:
Maravillosa crítica. Yo no la podria haber escrito mejor (!)
�������� Un gran epilogo. Creo que nunca antes las escenas post creditos habian estado tan interesantes
La escena onírica de la peli es un "homenaje" a la escena del sueño de Spellbound de Alfred Hitchcock. Escena para la cual el genio del suspenso le pidió ayuda a un tal Salvador Dalí para idearla.
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