Y sí,
está buenísimo para salir a atorrantear por ahí. Pero antes, unas reseñas.
Arranco
en EEUU, en 2003, cuando en pleno auge de la historieta autobiográfica, Dark
Horse produce una antología con 16 historias cortas en las que distintos
autores reviven anécdotas de sus vidas reales que los marcaron, o reflexionan
“en voz alta” acerca de temas que les resultan importantes. Autobiographix es
un libro que hay que tener sí o sí, simplemente como reconocimiento a la
coordinadora Diana Schutz por el esfuerzo que le debed haber exigido reunir a
semejante elenco de autores. Después, si de las 16 historietas hay 5 ó 6
buenas, está todo pago. Y es probable que las haya, eh? Vamos a repasarlas.
La de
Frank Miller es apenas graciosa y está dibujada a los santos pedos, pero ponele
que zafa. La de Sergio Aragonés es gloriosa, de punta a punta. La de Will
Eisner (uno de los precursores del género autobiográfico) es muy cortita, pero
muy emotiva y está dibujada con todas las pilas. La de Jason Lutes es un
no-relato, es él bajando línea, con unos dibujos fastuosos. Después vienen tres
excelentes al hilo: la de Paul Chadwick, la de William Stout y la de Bill
Morrison, que se cae apenitas al final. La de Linda Medley está recontra bien
dibujada pero se me hizo un toque larga. La de Schutz y Arnold Pander es más
clima que relato, y el dibujo es demasiado bueno para ser real.
Matt
Wagner sorprende porque en vez de una historia nos trae… una receta de cocina,
para hacer pechugas de pollo a la parmesana. Con narrativa 100% de comic y con
excelentes dibujos, eh? La de Eddie Campbell no me enganchó para nada, no
llegué al final de la segunda página. La de los gemelos Fábio Moon y Gabriel Bá
está buenísima, me puso muy nervioso. La de Stan Sakai es linda, aunque me
resultó un poquito mezquino que entregara los lápices sin entintar. La de
Metaphrog no es genial, pero está bien. Una de las más lindas del tomo es la
que escribe un tal Richard Doutt y dibuja el alucinante Farel Darlymple. Y
cierra Paul Hornschemeier, con un intento de meta-comic pretencioso y
aburridísimo.
Obviamente
recomiendo Autobiographix a los fans de las historietas autobiográficas y a los
que quieran ver cómo se desempeñan en espacios cortos autores a los que
generalmente asociamos con novelas gráficas, sagas infinitas o historietas más
extensas, en general.
Me vengo
a Argentina, año 2019, cuando el sello Comic.ar recopila Asteroides, la serie
de historias muy cortas que Emilio Balcarce y Marcelo Pérez realizaban para la
Fierro clásica allá por 1985-87. Una edición preciosa, cuidadísima, en la que
las historietas se ven muchísimo mejor que en las viejas y ya amarillentas
revistas de los ´80. Y no porque mágicamente el dibujo de Pérez haya mejorado.
Las falencias que se ven son las mismas que tenía el rosarino en los ´80, pero
con la tecnología actual hay cosas que Pérez hacía y que no quedaban bien
plasmadas en la página y ahora sí, se disfrutan mucho más, porque la calidad de
la impresión está a la altura de lo que imaginó el dibujante.
Balcarce
tiene acá la difícil tarea de plantear, desarrollar y resolver ideas en tres o
cuatro páginas, y la verdad que le sale bastante bien. Hay varias bastante
ingeniosas, con buenos giros sobre el final, con acción, buenos diálogos y una
bajada de línea interesante. De las cortitas, la que más me gustó fue
Escarbadientes. Y el tomo cierra con dos historias más extensas (ocho páginas)
que no recordaba haber visto a todo color y probablemente hayan sido coloreadas
para esta edición, o cuando se publicaron en Italia. Esas dos historias (Una
Nueva Vida y QEPD) no tienen la magia del color directo que desplegaba Pérez en
las historias más breves (con esos efectos y esos engamados heredados del
genial Juan Giménez) pero tienen los mejores guiones de la serie.
Al contar
con más páginas para desarrollar las tramas, Balcarce logra dotar de mayor
profundidad a los personajes, sumarle espesor a los conflictos y no jugarle
tantas fichas a la resolución en la última viñeta. De hecho Una Nueva Vida está
totalmente jugada al impacto de la última viñeta, pero para cuando llega, ya
tuvimos casi 8 páginas muy intensas, con desarrollo de personajes, machaca
futurista, dilemas éticos y hasta un toque de romance. Así es como la
historieta se disfruta más allá de que ese giro final de cause mucha, poca o
ninguna gracia.
Si sos
fan de la ciencia-ficción ochentosa (y no tenés este material ni en Fierro ni
en Zona 84), sospecho que este librito te va a hacer bastante feliz. Yo le
hubiese metido cuatro páginas más de historieta en vez de esos textos en los
que los autores hablan de bueyes perdidos, pero en una de esas no había más
material. Por suerte lo que hay es interesante y por momentos impactante, a
pesar de las décadas transcurridas y de que el dibujante nunca estuvo entre mis
favoritos.
Por hoy,
nada más. Disfruten el finde y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá
en el blog.
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