Bueno, pintó el ratito
para reseñar los libros que me devoré en estos últimos días.
Hace casi 10 años, el
25/06/10, empecé a leer The Goon, de Eric Powell. Y me gustó bastante, lo cual
no se condice con el tiempo que pasó hasta que leí un segundo tomo de dicah
serie, en este caso el Vol.1 (porque la numeración de los TPBs empezó en el 0).
Ya tengo encanutados un par de tomos más, así que seguro que este año (o a lo
sumo el próximo) voy a volver a esta ciudad crepuscular imaginada por Powell,
en la que pululan los zombies, hombres-lobo, fantasmas y criaturas bizarras de
todo tipo, vivas, muertas y no-muertas.
Este tomo incluye dos
historias cortas (básicamente en joda, donde no hay mucho más que una situación
disparatada resuelta a través de un estallido de violencia) y cinco historias
largas, de las cuales sólo dos se meten a full con lo que parece ser la trama
principal de The Goon: la lucha entre este portentoso muchachón y el Zombie
Priest, villano central, cerebro (“cereeeebroooos…”) detrás de verdaderos
ejércitos de no-muertos que le disputan al protagonista el control de la
ciudad. Esas dos historias están buenísimas y la verdad es que Powell se anima
a hacer avanzar esta trama principal sin ningún reparo. De las otras tres
historias extensas, una (la de Navidad) me pareció bastante pavota, otra (la
del ilusionista) me pareció que estaba bien pero no aportó demasiado, y una
tercera (la del botín escondido en la casa embrujada) me pareció una
genialidad. Esas son las 23 páginas que yo le daría al que jamás leyó The Goon
para cebarlo definitivamente con esta serie, su elenco, su atmósfera, su ritmo.
El resto, muy similar al
Vol.1: un combo muy eficaz entre un hard boiled a lo Sin City, con elementos de
terror y con una violencia exacerbada al punto de la joda, al estilo Cazador.
Sangre, tripas, tiros, hachazos, chistes, referencias a comics y películas
Clase Z de los ´50 y ´60… Todo muy entretenido y dibujado como los dioses por
este heredero de los grandes maestros de la E.C., con momentos re-Berni
Wrightson y búsquedas narrativas en la tradición del mejor Will Eisner. The
Goon no es la mega-maravilla universal que te cambia la vida, pero para pasar
un buen rato con aventuras en son de joda y monstruos pulentosos que se cagan a
palos, está perfecto.
Salto a Argentina, año
2019, cuando finalmente se hace realidad Pumbapá, el ambicioso proyecto de
antología de historieta infantil impulsado hace unos cuantos años por Diego
Cortés y Mariana Salina que quedara trunco tras la muerte del irremplazable
guionista/ editor/ poeta/ comerciante/ genio/ etc.. Gracias a un crowdfunding y
a la labor de Loco Rabia, Pumbapá se bajó de la lista de los proyectos
imposibles y se subió a las bibliotecas de un montón de niños y niñas. Veamos
cómo forma esta verdadera selección nacional de historietas para chicos.
Falta Messi, o sea,
Chanti. El astro mendocino es un exponente fundamental de la historieta
infantil, cuya ausencia me llamó la atención. Fuera de eso, la magia está
garantizada, porque realmente se armó una antología poderosísima. Lo que más me
gsutó fueron los dibujos de Coty Taboada, la muralista cordobesa que acá la
rompe como historietista. Pero también encontré otros trabajos muy sólidos,
disfrutables tanto a nivel gráfico como a nivel del guión: la historieta de Fer
Calvi es excelente, la de El Perro de la Esquina de Leo Arias también, la de
Sole Otero también. También me encontré con muy buenos dibujos de Aleta Vidal
(autora también de la portada), Nicolás Brondo, J.J. Rovella, César Da Col
(referente hace mil años de la historieta infantil, pero con poca obra editada
en el país), y con un trabajo visualmente increíble de Fabián Mezquita. También
me reí con la de Brian Jánchez, me pareció interesante la de Lubrio (aunque la
letra tan chiquita me hizo doler la cabeza como si estuviera dando a luz a una
ballena por la oreja) y descubrí cositas para rescatar en varias historietas
más.
Pumbapá funciona como
testimonio del muy buen momento por el que atraviesa la historieta infantil en
nuestro país. Hay calidad, hay diversidad, no hay un molde al que todos clonan
para colgarse de las tetas de los tres o cuatro productos más exitosos… la
verdad que es un ámbito donde hay dificultades (como en todos) pero donde se
está generando muchísimo material de gran nivel. ¿Qué hacemos los adultos con
Pumbapá? Lo compramos, le dedicamos 25-30 minutos de lectura y quedamos como
reyes regalándoselo a hij@s, sobrin@s, ahijad@s o mascotas bípedas, que leerán
este material con ojos de niñ@ y seguramente sentirán esos primeros chispazos
de pasión comiquera que –en una de esas- los llevarán a embarcarse en este
camino hacia la perdición que nosotros transitamos hace tantos años con tanta
alegría.
Nada más, por hoy. Cumplida
la meta de los 10 posts por mes, creo que nos reencontramos en Febrero. Gracias
y hasta pronto.
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