Hoy era feriado, ¿se
acuerdan? Yo ya añoro con nostalgia esas Semanas Santas en las que salíamos de
joda cuatro noches seguidas y terminábamos el domingo de Pascua prácticamente
en terapia intensiva, entre huevos de chocolate y trasnoches infinitas… Pero
bueno, ya volverán los buenos tiempos, o no, andá a saber…
El año pasado, en
Montevideo, tuve la suerte de encontrarme una vez más con el maestro suizo
Thomas Ott, que estaba invitado a un evento al que yo también asistí. Ott había
llevado libros para vender, y ahí vi por primera vez la edición de
Fantagraphics de Greetings from Hellville, un hardcover alucinante, del año
2002. El ídolo lo tenía a un precio muy accesible, así que no dudé en
comprárselo, como él no dudó en dedicármelo.
Hoy me siento a leerlo, y
me encuentro con cuatro historias cortas, obviamente dibujadas como la
hiper-concha de Dios. Una de ellas, Goodbye, me hizo ruido. Tarde pero seguro,
se me encendió la alarma. “Esto ya lo leí”. Y sí, es una historia demasiado perfecta
como para olvidarla, o para leerla dos veces sin que suene la alarma. Así es
que agarré otro libro de Fantagraphics con historias cortas de Thomas Ott,
R.I.P. (lo reseñé el 14/04/11), donde efectivamente está Goodbye. Para mi
sorpresa, están también las otras tres historias de Greetings from Hellville,
que yo había leído minutos antes sin darme cuenta de que ya las conocía.
Conclusión: le compré a Ott dos veces el mismo libro, porque todo lo que hay en
Greetings from Hellville está incluído en las muchísimas páginas de R.I.P..
Por suerte, el ídolo me
dedicó R.I.P. cuando nos visitó en Comicópolis, así que es un motivo menos para
aferrarme a Greetings from Hellville. Este álbum es mucho más grande que
R.I.P., con lo cual el dibujo se luce bastante más, pero no calienta. Prefiero
hacerlo guita, o cambiarlo por algo que no tenga. Ni bien se termine la
cuarentena, le buscaré un nuevo dueño, alguien a quien no le moleste que el
libro diga “para Andrés”, junto a un dibujito inédito y hermoso, realizado por
Ott en liquid paper, durante un evento en Montevideo.
Salto a Argentina, donde
en 2019 se publicó Herbert West: Reanimador, otra adaptación del clásico relato
de Howard Phillips Lovecraft, en esta ocasión a cargo de Edu Molina, el gran
autor argentino radicado en México. Todavía tenía muy presente otra versión de
esta misma historia, Herbert West: Carne Fresca, realizada por el guionista
argentino Luciano Saracino y el dibujante chileno Rodrigo López (ver reseña del
27/12/18), que me había parecido muy, muy buena. O sea que mi primera reacción
fue ¿Otra vez sopa? ¿Hacía falta OTRA adaptación del mismo relato de Lovecraft?
Pero claro, el dibujo de
Molina es tan alucinante, que su versión me volvió a atrapar. Es una versión
muchísimo más clásica, muchísimo más fiel a Lovecraft que la de Saracino y
López, con amplia mayoría de textos tomados literalmente de la obra del genio
de Providence. Diría que es una adaptación “de las de antes”, si no fuera
porque gráficamente Molina es un autor absolutamente moderno, un discípulo
aventajadísimo de Alberto Breccia que supo aggiornar la onda oscura, deforme y
macabra de su maestro para que siga impactando y maravillando en pleno Siglo
XXI. La extensión de la obra el permite además a Molina no sintetizar, no
apretar todo en pocas páginas recontra-cargadas de bloques de texto. Por el
contrario, nos ofrece largas secuencias mudas, en las que su dibujo se hace
cargo de llevar adelante la narración sin apoyo del texto.
O sea que si ya no te da
miedito el tema de los fiambres resucitados, si ya te sabés de memoria lo que
va a pasar con Herbert y su asistente, igual te podés deleitar contemplando
cómo Molina arma las secuencias, los planos que elige, los climas que conjura
con esas manchas negras y esos espacios blancos, esos grisados, esas texturas, esos
esfumados, el laburo en los fondos, los detalles alucinantes en los rostros, la
desmesura en los momentos en los que estalla la acción… Como testimonio de lo grosso
que es Edu Molina como narrador gráfico, esto funciona tan bien como el libro
Lo Mejor de Poe (lo reseñamos el 23/11/14).
Y bueno, no mucho más, por
hoy. Me quedaron un poquito cortas las reseñas, porque me tocó hablar de
historias que ya conocía, en cuyas tramas no me sumergí con la profundidad que
lo hago otras veces. Ya volveremos con nuevas lecturas, acá en el blog.
4 comentarios:
Andrés, Thomas Ott utiliza la técnica del Esgrafiado no ? O utiliza tinta blanca sobre papel negro ?
La técnica de Ott se llama "scratchboard". En una de esas, la palabra castellana es "esgrafiado", la verdad que no lo tengo muy claro...
Hola Pablo ¿Cómo va tanto tiempo? Sí, técnicamente es un esgrafiado, dado que Ott pinta una superficie de negro y raspa la tinta, dejando ver el color que hay de base. El tema es que el soporte que usa nunca me ha quedado del todo claro. Al parece son unos cartones preparados con yeso que facilitan la tarea -e impedirían que las imperfecciones o roturas tengan lugar, como con otros materiales-. En alguna entrevista que no tengo a mano, había contado que no contaba con muchos más de esos cartones, porque parece que los había conseguido medio por azar.
Lo otro que me llama la atención es el hecho de que lo autores traigan su producción para vender. Recuerdo cuando fui a ver a los "Tiger Lillies" y había varios CD's de su discografía para comprar. Y todos a muy buen precio. Es decir, no creo que ganen nada significativo, capaz se sacan de encima material que les quedó clavado y para nosotros son maravillas de dificil acceso.
Ah, y aguante Edu Molina. La cuarentena no se acabará sin que relea sus libros de "El Sombra".
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