el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 23 de marzo de 2014

23/ 03: EL CLUB DE LOS ILUSTRES

Retomo mis habituales paseos por la historieta latinoamericana actual y arranco por Uruguay, para encontrarme con una extraña creación del prolífico guionista Rodolfo Santullo, esta vez junto al dibujante Guillermo Hansz (quien lo acompañara en el unitario que vimos en la Antología Zombi).
El Club de los Ilustres respeta casi religiosamente la consigna de The League of Extraordinary Gentlemen. Es una aventura clásica, ambientada a fines del Siglo XIX, con protagonistas a los que el lector (uruguayo) ya conoce a la perfección, y con un elemento novedoso: los héroes y villanos no son personajes de ficción, sino hombres y mujeres que existieron en la realidad, no tomados de la literatura uruguaya, sino de la historia del país hermano. Una vez más, un guionista charrúa nos invita a leer historietas con los libros de historia a mano, sobre todo a los que –como yo- desconocemos bastante la materia. De la decena de personajes con los que juega Santullo, yo sólo conocía a uno de los héroes y al villano más grosso, al que se revela casi sobre el final de la obra.
Por suerte, el dato de que estos personajes existieron en la realidad (y más o menos en la misma época) es casi anecdótico. No hace falta conocer la vida y la obra de José Pedro Varela para engancharse con la historia, ni para entender por qué cada uno de estos tipos hace lo que hace. Por encima del guiño al conoisseur, está la aventura, que funciona muy bien y te atrapa desde el principio, aunque no tengas la más puta idea de quién es Delmira Agustini. Santullo te la presenta suscintamente como una mina audaz, corajuda y con muchos recursos, y ya está. Con eso alcanza y sobra para entender todo lo que va a hacer Delmira en la historieta.
La aventura en sí es bastante más light que las de los Extraordinary Gentlemen de Alan Moore y Kevin O´Neill, en parte porque Santullo la desarrolla (con introducción, nudo y desenlace) en menos de 75 páginas, y porque hay un clima más distendido, más festivo. Lo que está en juego no es moco de pavo (los héroes tendrán que desactivar una conjura que planea derrocar al presidente Cuestas mediante un golpe de estado), pero el tono de la obra deja margen para varios diálogos claramente en joda y unas cuantas situaciones más cómicas, de esas que metían Hergé o Franquin a modo de respiro, de recreo, en el medio de las trepidantes aventuras de Tintín o Spirou.
La referencia a Spirou sirve también para hablar del dibujo de Guillermo Hansz, claramente influenciado por el del maestro André Franquin. Como esto está pensado para blanco y negro, la mancha, la pincelada y hasta la laguna de tinta tienen mucho más peso gráfico que en cualquier álbum de Spirou. Sin embargo, los personajes se ven y se mueven de un modo muy similar a los de Franquin: Manos grandes, orejas enormes, cabezas un toque desproporcionadas para que se luzcan más las expresiones faciales, piernas flaquitas, pies largos y un lenguaje corporal siempre cercano a la pantomima, siempre propenso a la exageración con fines humorísticos. En este estilo, Hansz logra una performance muy notable, con un gran criterio para la narrativa, mucha versatilidad en la planificación y el armado de las páginas (en Spirou jamás vimos el truco de acentuar el impacto de ciertas imágenes mediante la eliminación de los marcos de las viñetas, entre otros recursos que despliega Hansz). Además está muy bien recreado el período histórico y sobre todo hay mucho énfasis por parte del dibujante en respetar y subrayar el clima de “es una aventura a todo o nada, pero no por eso hay que tomársela demasiado en serio” que claramente transmite el guión de Santullo.
Si no le entrás con altísimas pretensiones, el combo que te ofrece El Club de los Ilustres funciona muy bien. No es un comic fundamental como The League of Extraordinary Gentlemen, pero es un entretenimiento dignísimo, con un muy buen ritmo, diálogos muy ingeniosos y una atención muy especial puesta en la diversión. La idea de Santullo y Hansz es que -aunque no seas un erudito, incluso aunque seas una bestia cuadrada que no sabe ni siquiera quién es Horacio Quiroga- la pases bien, te sientas involucrado en este relato steampunkero de buenos y malos. Por suerte, esta meta se cumple con creces, tanto que me dieron ganas de googlear los nombres de los personajes que no conocía, a ver quién carajo eran y de dónde sacaron la chapa para ser considerados “ilustres” por los autores de este comic...

1 comentario:

oenlao dijo...

esta en mi lista