O trasnoche, en realidad,
porque se me hizo tarde grabando un podcast con mis amigos de Tierra-X. Vamos
rapidísimo con las reseñas de los últimos libritos que me bajé.
Desde un ya lejano
16/10/17 tenía colgada Iron Fist: The Living Weapon esa serie de 12 episodios
recopilada en dos tomos. Por fin le pude entrar al Vol.2 y bueno, recomiendo
repasar la reseña del Vol.1 porque coincido mucho con lo que escribí en aquella
ocasión.
Esta es una aventura
grandilocuente, estridente, hiper-pasada de rosca, en la que Kaare Andrews nos
bombardea sin tregua con una sucesión interminable de peleas contra ninjas,
androides, monjes, demonios y un largo etcétera. Y no sólo está todo dibujado
como la hiper-concha de Dios (en un estilo a caballito entre Frank Miller y
Fernando De Felipe), si no que además está todo perfectamente articulado con la
larga historia previa de Iron Fist. Muchos elementos que me encontré hace poco
en el Essential (ver reseña del 18/12/18) acá aparecen resignificados por
Andrews, que nunca deja de nutrir a su epopeya con toques de continuidad
tomados de distintos momentos de la historia de Danny Rand.
Y aunque la historia fuera
infinitamente más básica y más cabeza de lo que ya es, igual habría que
recomendar The Living Weapon sólo por lo que hace Andrews en materia de dibujo,
color y narrativa. En esos rubros, acá tenemos una orgia, un bacanal, un canto
a todo los excesos que están bien. Andrews llega a armar una sola viñeta
repartida en SEIS PAGINAS, una séxtuple splash-page en la que vemos a Iron Fist
destrozándole la cabeza a un villano de una ñapi. Son excentricidades rayanas
en la demencia, de un autor que se anima a todo menos a pasar desapercibido.
Me encantó verlo a Andrews
decido a hacer en este comic un montón de cosas que nunca habíamos visto en
apectos como el tratamiento del color, las onomatopeyas, la puesta en página,
la violencia a niveles desorbitados, la forma de mostrar las escenas oníricas y
los flashbacks… Sin dudas este segundo TPB es lo mejor que leí de este autor,
del cual ya me hice hardcore fan. Lo único flojo es un detalle del argumento
del último episodio: la hija de Howard Meachum que busca vengar la muerte de su
padre es una muy buena idea… que ya habia tenido Doug Moench en los ´70. El
resto está muy bien y creo que cualquier fan de Iron Fist va a coincidir
conmigo en que es lo mejor que le sucedió al personaje desde la etapa de Matt
Fraction y Ed Brubaker.
Me vengo a 2018, cuando se
publica en Argentina el nuevo trabajo de Nahuel Sagárnaga, el autor que la
rompiera con ¡Corré, Wachín!. Ahora es el turno de Mirina (café y tortas
robot), una combinación muy lograda entre aventura y comedia. Mirina es una
androide poderosísima, con cuerpo de chica de unos 20 años, que lucha contra
robots malignos y contra delincuentes en general. Pero además es camarera en
una especie de Starbucks, tiene un grupito de amigos y trata (sin ningún éxito)
de levantarse a las chicas que le gustan. De todo esto, incluso de la
orientación sexual del personaje, Sagárnaga saca situaciones muy cómicas, que
mantienen muy alto el nivel de la comedia. En los dos últimos episodios se suma
como co-guionista Martín Renard, que hace gala de un oído para los diálogos
afiladísimo, perfectamente sintonizado con el habla de los jóvenes de la Buenos
Aires actual. O sea que si a este comic le sacáramos la machaca y las
explosiones, igual sería divertidísimo de leer como una especie de Friends más
actual y 100% porteño.
Pero además la faceta
aventurera está muy bien trabajada, no es un relleno ni un fan service berreta,
si no un muy buen intento de contar las andanzas de una chica superpoderosa
insertada en nuestra realidad cotidiana. El dibujo de Sagárnaga es
espectacular, al nivel de cualquier autor grosso de cualquier país. Y claro, se
luciría muchísimo más en un formato más libre. Acá, encapsulado en tiras de
tres o cuatro viñetas, el dibujo no termina de explotar nunca, no va nunca a la
par de la estridencia y el impacto que proponen un montón de pasajes del guión.
Me encantaría releer Mirina en otro formato, remontado como comic-book o como álbum
europeo, con no más de seis o siete viñetas por página y con la posibilidad de
que Sagárnaga se vaya al carajo en alguna splash-page, o en viñetas bien
zarpadas, que subrayen y/o apuntalen lo grosso de los combates. Así se ve muy
lindo todo, pero me parece que en otro formato se vería mucho mejor, más power.
Machaca, robots,
explosiones, chistes, romance, rock, guiños a mangas y videojuegos, sexualidades
alternativas y bares chetos donde un café de mierda vale una fortuna en un comic
fresco, canchero, entrador, pensado para que sientas que estos personajes son amigos
tuyos de toda la vida. Ojalá haya pronto nuevas aventuras de “la mujer lesbiónica”.
O nuevas recopilaciones de las tiras de Wachín. O cualquier otra cosa que lleve
la firma de Nahuel Sagárnaga, un autor clave para disfrutar la historieta
argentina actual.
Gracias por estar ahí y
nos reencontramos con nuevas reseñas muy pronto, acá en el blog.
2 comentarios:
ahora hay un tpb que junta ambos tpb, el arte por lo que habia visto me llamaba bastante, tal vez caiga en algún momento. me gustaría saber que opinas "adam kayser y los inomrtales", comic chileno de bernier (el de franko el león).
No lo tengo! Cuando lo consiga, con mucho gusto lo leo y lo reseño.
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