Ya no falta nada para las
elecciones… y vos sabés lo que tenés que hacer el domingo. No te lo tengo que
explicar yo.
Lo mío hoy es avanzar con
las reseñas del material que voy leyendo, y para eso empiezo con el Vol.1 de
Black Panther de Ta-Nehisi Coates y Brian Stelfreeze, un recopilatorio bastante
ladri, porque (en parte debido al gran éxito que tuvo esta serie cuando se
empezó a publicar en revistitas) incluye sólo cuatro episodios. El resto del
TPB tiene bocetos, infinitas portadas alternativas, una cronología con las
historias más relevantes del personaje y la enésima reedición de la clásica
Fantastic Four nº52, aquella aventura de 1966 en la que Stan Lee y Jack Kirby
nos narraban el primer encuentro entre T´Challa y el cuarteto liderado por Reed
Richards.
Pero vamos a lo
importante, que son esas 82 páginas de historieta con las que empieza la saga
titulada A Nation Under Our Feet. La idea de Coates me pareció atractiva: más
política, más intriga palaciega, mucho énfasis en la faceta más africana de
Wakanda, la sana intención de meter menos machaca, menos ciencia-ficción y más
profundidad filosófica en los conflictos, junto a un desarrollo en serio de
personajes hasta ahora apenas explorados por los guionistas que lo precedieron.
El problema es cómo está presentado todo esto: Coates pone a cocinar una trama
a fuego lento, muy lento, de modo que en cada episodio no pasa prácticamente
nada. La aventura es mínima, marginal, y el núcleo de la historia se ve
sepultada bajo toneladas de diálogos muy protocolares, mezcladas con escenas de
corte místico, donde Coates también apunta a subrayar el clima ominoso, el “se
va todo a la mierda”, pero de modo bastante aburrido. T´Challa casi no entra en
acción, Shuri está en una especie de limbo entre la muerte y la resurrección,
la identidad del villano se nos revela dos páginas antes del final y
sinceramente ninguno de los personajes a los que Coates trata de potenciar me
impactó o me conmovió como aquel Everett K. Ross que nos regaló Christopher
Priest cuando se hizo cargo de las aventuras del monarca de Wakanda.
Supongo que si alguna vez
veo barato el Vol.2 me lo voy a comprar, para ver cómo sigue la historia. Como
dije, la impronta política me llamó mucho la atención y (si bien por ahora no
está bien integrada al ritmo que uno espera cuando compra un comic de chabones
musculosos enmascarados) es un condimento muy notable que distingue bastante a
esta serie del grueso de los títulos del mainstream. Además el dibujo de
Stelfreeze está buenísimo, bien afilado, vigoroso, dinámico, potenciado al
mango por la magia cromática de Laura Martin. Y lo más importante: soy fan hace
mil años de Black Panther, mucho antes de que una peli de Hollywood lo elevara
al status icónico del que goza hoy. Así que a Wakanda también, en algún momento
vamos a volver.
Salto a Argentina, 2019,
para leer Hank Folder, la primera colaboración entre el guionista Rodrigo
Canessa y el dibujante Matías Chenzo, a quien ya nos cruzamos un par de veces
en reseñas anteriores. Me encontré con un thriller bastante violento,
enroscado, complejo, y a la vez lineal y de fácil comprensión. A lo largo de 64
páginas, Canessa urde una trama de misterio, apoyada en varios personajes
bastante extraños que no se calienta mucho por explicar ni desarrollar. La
acción se lleva puesta a la introspección, y la verdad es que no importa mucho
que no sepamos casi nada acerca de los protagonistas a la hora de engancharnos
con la aventura.
A fuerza de revelaciones
shockeantes y momentos de alto impacto, el guión avanza hacia un final bastante
distinto al que yo imaginaba, que además está muy bien. Los diálogos están muy
cuidados, el relato no está ni apretado ni estirado y quizás la única falencia
sea la que ya mencioné: el poco desarrollo para este pobre tipo al que le pasa
de todo, pero del que no sabemos casi nada. No quiero explicitar mucho el
argumento, porque es una edición bastante reciente y prefiero que los
interesados descubran la historia de Hank Folder de la mano de Rodrigo Canessa,
no de un gil que reseña historietas en un blog.
El dibujo de Chenzo es muy
bueno, muy versátil, muy expresivo, muy bien acoplado al guión, muy puesto al
servicio de la narración. Para mi gusto, le sobran un par de técnicas de
entintado. Yo le hubiese jugado todo al claroscuro, o todo a los grises
aplicados con aguadas, incluso a riesgo de parecer un clon de Marcos Vergara.
Las dos cosas al mismo tiempo (y además esos crosshatchings y rayones con el
plumín que aparecen cada tanto y embarran un poco la cancha) por ahí no me copa
tanto. Pero a grandes rasgos el apartado gráfico es muy competente, con
momentos realmente muy logrados. La portada, sin ir más lejos, es espectacular.
Tengo entendido que el
librito fue editado por los propios autores con una tirada muy baja. Atenti,
entonces los responsables de las otras editoriales, que ni bien se agote esa
primera tirada estaría muy piola rescatar a Hank Folder y volverla a editar en
alguno de los sellos que ya están apostando por los autores jóvenes que están renovando
la historieta argentina a fuerza de imaginación, huevos y calidad.
Hasta acá llegamos hoy, y
como siempre, nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
1 comentario:
Hank Folder, una genialidad de Rodrigo Canessa y Matias Chenzo.
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