Bueno, hoy cero chamuyo y
vamos al grano con las reseñas de los últimos libritos que leí.
Yo creía que Spirit of
Wonder era una obra extensa de Kenji Tsuruta, caprichosamente dividida en tres
tomitos por Glénat para la edición española. Bueno, no. En realidad es el
título genérico con el que Tsuruta agrupó un montón de historias cortas
autoconclusivas, en las que no se repiten personajes ni requieren ser leídas en
ningún orden en particular. El primer librito de la edición española ofrece cuatro
historias cortas, de las cuales la primera y la segunda me gustaron mucho más
que la tercera y la cuarta.
Lo que vincula a las
cuatro historias es que combinan elementos de las aventuras “de género”
(científicos que desarrollan inventos imposibles, búsqueda del tesoro, viajes
en el tiempo, viajes al espacio) con climas intimistas, donde tienen mucho peso
los vínculos, cierta sensación de nostalgia y a veces incluso una impronta
romántica, sin llegar a ser shojo ni mucho menos. Tsuruta propone una mirada
distinta acerca de estos tópicos que generalmente vinculamos a una aventura más
física, más trepidante, al conjugar estos elementos con relatos mucho más
pausados, más atravesados por el costumbrismo, más “bajados a tierra”.
Lo peor que tiene Spirit of
Wonder es que muchas veces el autor no llega a darle fuerza dramática a los
conflictos. No los plantea como algo heavy, donde hay muchísimo en juego, como
si tratara de eludir intencionalmente la potencial importancia de lo que están
por hacer los personajes. Y como en sus otras obras (ya vimos varias acá en el
blog) tiene algún momento en el que la narrativa se torna un poco confusa. Lo
mejor, lejos, es el dibujo. Es lo que me hace volver una y otra vez a las obras
de este mangaka. La elegancia, la expresividad, la versatilidad, la belleza en
estado puro que te manda Tsuruta en cada página es realmente impresionante. La
segunda historieta (mi favorita) tiene páginas que parecen de Horacio Altuna, o
una versión japonesa y muy sofisticada de Horacio Altuna. Yo creo que hasta los
coordinadores de la edición española se dieron cuenta de eso, porque eligieron
para globos y textos una tipografía que se parece mucho al rotulado del maestro
argentino. Tengo los dos tomitos que completan la colección, así que pronto
volveremos a babearnos con el virtuosismo de Kenji Tsuruta.
Salto a EEUU, año 2015,
cuando Nick Spencer y Ramón Rosanas relanzan a Ant-Man en una serie cuyos
primeros cinco episodios reúne este TPB. Como le pasó a tantos personajes de
Marvel, acá a Scott Lang se lo llevan casi de prepo muy para el lado de las
películas de Marvel Studios. La trama no se parece a la de las pelis, pero la
caracterización sí, y el clima de comedia familiar mezclado con robos
imposibles también. De hecho, Spencer se hace cargo de que Cassie (la hija de
Scott) tiene partículas Pym en la sangre, pero no hace la más mínima mención a
su (breve) carrera como superheroína, seguida de una muerte y una resurrección.
También la define como una chica de 14 años, mientras que para el momento de la
muerte (en la saga Avengers: The Children Crusade) ya parecía tener 17 años, si
no 18.
Minucias nerdas aparte,
esta saguita de Ant-Man es muy divertida. Spencer sacrifica un poco de ritmo
para meter MUCHISIMO diálogo, pero está muy bien escrito, con mucha gracia,
mucho ingenio y buenos chistes. Obviamente la (breve) vuelta de Darren Cross es
fan service para los espectadores del primer film de Ant-Man, pero el guionista
le encuentra la vuelta para hacerla funcionar. Hay un buen equilibrio entre desarrollo
de personajes, comedia y machaca superheroica, así que da mucho más para
entrarle al segundo TPB que para quejarse. Sobre todo si (como yo) sos fan del
Scott Lang de los comics y además bancás a muerte las dos películas.
El dibujo de Ramón Rosanas
me gustó muchísimo. Es como un upgrade de Barry Kitson, con ese trazo fino y
sintético que tan bien le queda a Ty Templeton y algunas expresiones faciales
inspiradas en la magia de Kevin Maguire, máximo especialista en esa materia.
Rosanas pilotea con aplomo unas cuantas páginas de ocho o nueve cuadros donde
sólo vemos gente hablando (mucho), no se complica en la narrativa y no recurre
a suplentes porque no llega a cumplir las entregas. La verdad que leer un TPB
de Marvel con más de 100 páginas dibujadas (¡y entintadas!) por una misma
persona es un bonus track digno de agradecerse. Tengo otro TPB de Ant-Man sin leer,
así que pronto vamos por más.
Nada más, por hoy. Sigan
ahí, en sus casas, que cuando se termine la cuarentena hacemos una juntada en
algún lado para abrazarnos y toquetearnos como corresponde ;)
2 comentarios:
Pasaba a decir que me pone muy feliz ver que espacios como estos se sostienen. Sigo el blog hace años, pero este último tiempo, sinceramente lo deje un poco de lado (la lectura de historietas también, facultad, vida moderna y laburo mediante) y hoy que vuelvo a chequear comics, a releer cosas, gracias al tiempo de sobra, pasé y veo que la actividad sigue, y parece una boludez pero me pone muy contento. Gracias por la perseverancia y las ganas Andrés, un saludo desde Neuquén.
Gracias, Martín. Pasá cuando quieras, que acá estamos.
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