el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 12 de marzo de 2020

JUEVES EN BLANCO Y NEGRO

Mientras el mundo es diezmado por una pandemia que parece inventada por Ra´s al Ghul, yo sigo acumulando lecturas, como para que no falten las reseñas acá en el blog.
El Club del Suicidio es un manga que el maestro Usamaru Furuya serializó en 2001, levemente basado en las premisas de un largometraje de Sion Sono. Más tarde, en 2008, Furuya retocó bastante ese manga y esa segunda versión se convirtió en la oficial, la posta. Por algún motivo indescifrable, hubo que esperar hasta 2015 para que se publicara en castellano (gracias, Milky Way) y acá estamos, finalmente.
El Club del Suicidio es una Obra Maestra, no tengo ninguna duda. Si creés que ya leiste demasiados mangas de chicas adolescentes que van a la secundaria, te aseguro que ninguno te va a perturbar tanto como este. De verdad, pocas veces me encontré con un manga tan bien escrito, con tanto cuidado en el guión. Acá hay un trabajo formidable de Furuya para no estirar con boludeces, no irse por las ramas, trabajar bien a fondo a cada personaje, no meter chistes ni situaciones pavotas que alteren el clima sórdido y ominoso de la obray sobre todo para generar tensión en el lector. Furuya retuerce la trama y el vínculo entre las dos protagonistas a límites insospechados, para atrapar al lector, para meterlo adentro de esta especie de conjura macabra a la que cualquier adulto podría confundir con un juego, con una boludez más de las muchas que hacen las chicas de 14-15 años en plena Edad del Pavo. Cuando te das cuenta de que la cosa va en serio, ya se puso mucho más heavy de lo que uno podía imaginar sobre todo si leés este manga antes de haber leído Lychee Light Club (yo lo reseñé el 25/04/13), que es posterior a la primera versíon de El Club del Suicidio.
No quiero spoilear nada del argumento, porque está todo jugado a la sorpresa, a que suceda lo imprevisto. Pero hay que ser muy genio para que se te ocurran las cosas que hace Furuya en este manga, eso te lo garantizo. El dibujo es muy eficaz, muy sobrio. Furuya no intenta hacer gala de ningún tipo de virtuosismo, no sexualiza de más a las protagonistas, cuida el verosímil a más no poder, trabaja desde lo visual ese clima del que hablaba yo hace un par de párrafos y juega a enfatizar las masas de negro en los momentos más espesos y a eliminarlas por completo en los más “espirituales”. Un manga brillante, de punta a punta, y un gran punto de entrada para l@s que todavía no se engancharon con la obra de esta bestia del Noveno Arte. Tengo otro broli de Usamaru Furuya en el pilón del aguante, así que este año seguramente volveremos a visitarlo.
La editorial rosarina Rabdomantes sigue rescatando todo el material del gran guionista Mauro Mantella, y en 2019 fue el turno de Bizancio, el John Constantine argentino creado por Mantella en 2004 para la revista Bastión. El Bizancio Integral reúne todas las historias de este personaje, que paso a escudriñar.
La primera tiene apenas 14 páginas y es muy, muy buena. La idea, la forma en que está desarrollada, y sobre todo los diálogos son puntos muy altos. El dibujo de Juanmar, si bien no está mal, va para un lado distinto de del guión. Seguramente se ajustaría mejor a otro tipo de historia. La Pulenta, lo mejor lejos, es la historia más larga: Punta Baja. Acá además de buenas ideas y diálogos recontra-filosos tenemos un misterio bien elaborado, desarrollo de personajes, dilemas morales y un clima tipo Twin Peaks de pueblito perdido en la Loma del Orto donde pasan cosas escabrosas, jodidas de explicar. Punta Baja re-da para un largometraje, además. Lástima el dibujo de Sergio Monjes, bastante rudimentario, con un par de imágenes potentes, de verdadero impacto, y muchas resueltas sin la menor onda. Monjes también dibuja una historia muy cortita titulada “Círculo”, que no está nada mal.
De ahí nos vamos a “Nuevos Monstruos”, una historia muy truculenta, también con excelentes diálogos, bien dibujada por Alberto Aprea. Y después, el derrape grosso, bien hasta el fondo. “Fuga y Misterio” es una historieta indescifrable, en la que aparecen en roles mínimos un montón de personajes de otros comics nacionales (Carlitos, Animal Urbano, Sónoman, Python, Doméstico, Bruno Helmet, etc.) y Bizancio cumple un rol que podría haber cumplido cualquier otro personaje. Esto parece ser un capítulo de una saga mucho mayor, que no recuerdo haber leído nunca. El dibujo está a cargo de los Silva Bros., clones eficientes de los típicos dibujantes del mainstream estadounidense. Y la última historieta es todavía más rara: 14 páginas de un diálogo entre Bizancio y Carlitos, en el que no pasa nada. Los diálogos se refieren a algo que está por suceder, que quizás sea ese team-up entre un montón de personajes argentinos que vimos el 25/05/15, en el Vol.5 de la Antología de Héroes Argentinos. Lo cual es raro, porque es un guión de Toni Torres, en el que Mantella no mojó para nada. Ni idea, la verdad. Acá vuelve Sergio Monjes, un poco mejor que en Punta Baja.
Obviamente, como fan talibán de John Constantine, banco grosso a Marcos Bizancio y quiero ver más aventuras suyas narradas por Mantella. Y no sé si a sus lectores, pero Mantella se debe A SI MISMO una saguita de Bizancio dibujada por un autor de primera línea. Un Juan Ferreyra, un Leo Manco, por ahí un Fernando Baldó, o el propio Diego Yapur que se mandó una portada gloriosa para este recopilatorio… Me imagino a Bizancio dibujado por muchos grossos y babeo mal.

Nada más, por hoy. La seguimos pronto. Y tranqui, que no cunda el pánico: si no nos exterminó el macrismo, la pandemia tiene poquísimas chances de exterminarnos.

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