viernes, 23 de septiembre de 2022
AKIRA Vol.5
Otro tomo larguísimo (más de 400 páginas) y muy estirado, en el que cada vez se nota más que Katsuhiro Otomo llena cientos de páginas con peripecias que no le aportan casi nada a la trama global de la obra.
Esta entrega empieza con la reaparición de Kaneda (por ahora no se explicó cómo sobrevivió al cataclismo, ni dónde estuvo durante el tomo en el que no lo vimos). Kaneda pronto se va a reencontrar con el resto del elenco y, si bien va a cumplir una misión para Lady Miyako, no se va a encolumnar de manera férrea detrás de esta poderosa líder. Hablando de cumplir misiones, la de llevar a Kiyoko al templo de Lady Miyako no la va a cumplir Chiyoko (que llegó al final del Vol.4 gravemente herida) sino el Coronel, que ahora juega para el bando de los buenos. Después de muchas páginas repletas de acción y de peligros no muy importantes, en el templo van a estar prácticamente todos los jugadores que pueden ponerle un freno a Tetsuo: Lady Miyako, Kei, Chiyoko, el Coronel, los monjes y los dos nenes-ancianos-freaks-psiónicos. Por fuera de esa alianza, Kaneda se va a juntar con los motoqueros que fueron sus amigos y hasta sus enemigos, y también van a ir contra Tetsuo, pero en otros términos. Ryu sigue por su lado, en un rol medio lamentable: el de ser testigo de cómo las fuerzas armadas extranjeras tratan de hacer pie en esta Neo-Tokyo devastada. Otomo le dedica muchas páginas a los diálogos entre científicos y militares de EEUU, Rusia, China y demás potencias que se unen para intentar reducir a Tetsuo, y son los momentos más intrascendentes del tomo, porque es obvio que el "Número 41" los va a destruir de taquito, casi sin transpirar la camiseta.
Otro recurso para rellenar es dedicarle largas secuencias a mostrarnos cómo se expandieron los poderes de Tetsuo ahora que largó las drogas. Son los momentos en los que más brilla el dibujo, pero la trama sigue sin avanzar. Finalmente, y de manera bastante caprichosa, pareciera que la batalla final va a ser la de Tetsuo contra Kei: un pibe infinitamente poderoso, casi un Dr. Manhattan, contra una piba normal, a la que se le van a meter adentro los otros personajes con habilidades paranormales (Lady Miyako y los nenes-freaks) para tratar de robarle el poder a Tetsuo y lanzarlo contra Akira, que -sin hacer un carajo- sigue siendo el que más miedo mete a propios y ajenos. Entre las escenas más lindas del tomo están esas en las que avanza un poquito el romance entre Kei y Kaneda, y entre las más inquietantes, más sombrías y más retorcidas, esas en las que Otomo nos muestra el estado calamitoso en el que le quedaron el cuerpo y el bocho a Tetsuo. Cada vez que lo ves en la misma viñeta que la pobre Kaori, te da un "cringe" importante. Para complicarla un toque más, a un solo tomo del final aparece otro pibe con poderes, el gordito apodado "Eggman", que no tengo idea de qué rol cumplirá en el desenlace. Por ahora es un WTF?!? (otro WTF?!?, en realidad).
La segunda mitad del Vol.4 y buena parte del Vol.5 me requirieron un ejercicio de paciencia importante. Se me hizo muy obvio que la gran mayoría de lo que pasa no es relevante en términos de la trama global de la obra. Está todo dibujado como los dioses, la narrativa es intensa, electrizante, pero cosas que deberían generarme tensión me generaron tedio. Tantas vueltas, tanta franela, tanto combate al pedo contra soldaditos de mierda que sabés que no tienen chapa para hacerle frente a ninguno de los personajes más o menos protagónicos... No hacía falta, realmente. Por ahí el final me aclara algunas dudas, como por ejemplo por qué tipos como Ryu o el Coronel, que sobrevivieron de milagro pero quedaron aislados de las organizaciones que los respaldaban, siguen ahí, jugándose la vida una y otra vez en medio de este hiper-kilombo entre seres de infinito poder. Kaneda... nada, ya me resigné. Me quedó claro que es un pendejo bardero, totalmente inconsciente de los peligros que corre, adicto a la adrenalina de la aventura extrema, que encuentra en esta situación límite la excusa perfecta para hacer lo que más le gusta: subirse a la moto y contribuir a la violencia y al descontrol generalizados, a fuerza de tiros, líos y cocha golda.
Quedan por delante unas 430 páginas, en las que Otomo podrá seguir destruyendo más cosas. El verosímil ya lo destruyó hace rato. El mecanismo de relojería que armó en el primer tomo, también. Le quedan un puñado de personajes muy carismáticos, algún que otro enigma para resolver y en una de esas, algún otro mensaje fuerte, socialmente relevante, como los que aparecen de vez en cuando en esta saga, cuando el ritmo frenético de los combates y las persecuciones lo permite. No me acuerdo prácticamente nada del argumento, con lo cual estoy leyendo Akira casi por primera vez. Pero sí, me acuerdo que cuando leía los libritos a color de Epic/ Marvel llegué a un punto en que la historia se me hizo larga y densa al pedo, y de ahí hasta el final seguí leyendo casi por ósmosis. Estoy de nuevo en ese punto. Mañana, cuando descubra cómo termina la saga, me enteraré si Akira sigue cuesta abajo hacia el embole, o si pega un volantazo y termina arriba, con un big bang comiquero a la altura de la mitología que se construyó en torno a esta obra.
Gracias y nos reencontramos mañana para reseñar el final de Akira, acá en el blog.
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2 comentarios:
Wow! Tremendo atracón de AKIRA... entiendo te resulte tedioso, por cuestiones mismas de la obra, y de la seguidilla de tomos y páginas y más páginas.
Creo que el final te va a defraudar.
Es una obra por la que conservo mucho cariño y un hermoso recuerdo, pero sí, arranca a full y se va desinflando.
Otomo mismo reconoció que la empezó sin tener muy claro el final (ni la extensión: fue sumando elementos a medida que publicaba, paró un tiempo para centrarse en la película -que deja mucho de lado, pero cierra)
La leyenda dice que el final se lo sugirió el mismo Jodorowsky en un comida que compartieron, cuando Otomo le comentó que no sabía cómo terminarla.
En todo caso, tremendo viaje.
Qué es cringe???
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