El clima en Buenos Aires
sigue cambiando abruptamente, como el discurso de los pseudo-periodistas que
durante casi cuatro años vivieron de la pauta de un gobierno que –felizmente-
se empieza a despedir.
Lo que no cambia es que
sigo leyendo muy buen material, en este caso en perfecto desorden. El Vol.2 de
FF de Jonathan Hickman va entre el Vol.1 de esa serie (lo vimos en 12/01/17) y
el Vol.5 de Fantastic Four (reseñado mucho antes, el 08/02/14). Pero bueno, si
te gusta Hickman ya estás acostumbrado a que las cosas nunca son sencillas.
Estamos en 2012, en el medio de una saga sumamente compleja, en la época en la
que supuestamente Johnny Storm estaba muerto y la revista del cuarteto pasa a
llamarse FF, siglas también de la Future Foundation.
El TPB incluye seis
episodios, de los cuales dos consisten básicamente en traer de regreso a Black
Bolt, a quien había boleteado el maestro Dan Abnett poco tiempo antes, en el
épico desenlace de War of the Kings. Hickman tiene planes zarpados para los Inhumans,
los Kree y demás actores del plano cósmico de Marvel, y para eso Black Bolt
tiene que estar. Pero además, el hincha de River nos suma al High Evolutionary,
Ronan the Accuser, la Supreme Intelligence (con flashbacks a algo que sucedió
¡30.000 años en el pasado!), Annihilus, el Dr. Doom, Diablo, el Thinker, el
Wizard, el maestro Nathaniel Richards (ya está, si tenés leído un poquito de
Marvel ya sabés que cuando entra en escena Nathaniel Richards todo se complica
y se retuerce a niveles descomunales), varios Reed Richards de realidades
paralelas y al final, un ejército de unos 40 superhéroes que combina a
Avengers, X-Men y rejuntados variopintos. Con todo esto, Hickman arma un guiso
potente, espeso, condimentado con diálogos excelentes y una atención asombrosa
por la caracterización de cada miembro de este cuasi-infinito elenco. Pero no
te lo podés comer en este TPB. Todo esto es la previa a algo mucho más complejo
y grandilocuente, que ya vimos y disfrutamos en el Vol.5 de Fantastic Four.
En cuanto a los
dibujantes, muy bueno lo de Greg Tocchini (el que mejor se entiende con el
colorista Paul Mounts), muy sólido aunque por ahí demasiado dark lo de Steve
Epting (no lo veo mucho para una serie como esta, de ciencia-ficción “brainy”),
y muy correcto como siempre lo de Barry Kitson, al que en el último episodio le
meten mano como cuatro o cinco entintadores. Un disparate.
¿Hay más FF de Hickman?
Sí, pero es esa segunda serie que va a avanzar (durante un tiempo) en paralelo
a Fantastic Four. ¿Me ceba? Sí, pero para comprarla sólo cuando la encuentre en
oferta, no para pagarla fortunas. Aguante Hickman, a esta altura un prócer casi
infalible.
Salto a Uruguay, donde
este año se publicó el recopila-
torio de Garra en Viñetas, una historieta cómica que se publica semanal-
mente en el periódico deportivo Garra, con guiones de Rodolfo Santullo y dibujos de Guillermo Hansz (el mismo equipo de El Club de los Ilustres). La historieta repasa en tono de joda las noticias deportivas de cada semana, con énfasis en las actuaciones de la selección uruguaya y los equipos grandes del futbol local con sede en Montevideo (Nacional, Peñarol y algún otro).
torio de Garra en Viñetas, una historieta cómica que se publica semanal-
mente en el periódico deportivo Garra, con guiones de Rodolfo Santullo y dibujos de Guillermo Hansz (el mismo equipo de El Club de los Ilustres). La historieta repasa en tono de joda las noticias deportivas de cada semana, con énfasis en las actuaciones de la selección uruguaya y los equipos grandes del futbol local con sede en Montevideo (Nacional, Peñarol y algún otro).
Lo mejor: el dibujo de
Hansz es un heredero directo de la mejor tradición franco-belga y en su trazo
vive la magia de Morris y André Franquin. Maravilloso, de punta a punta. Y las
semanas en las que Hansz va al banco de suplentes, entra Max Aguirre, que
también la descose.
Lo interesante: Santullo
logra que veamos todas estas noticias de la semana a través del prisma de tres
personajes carismáticos, con un buen grado de delirio y frescura, más una dosis
justa de mala leche para leer con ojo crítico las oscuras maniobras dirigenciales
y empresariales que suelen manchar a la pelota.
Lo medio choto: La gran
mayoría de las historietas pierden por lo menos una parte de su gracia leídas
en otra coyuntura. Para el lector que no es uruguayo, que no se emociona ni con
bolsos ni con manyas y que accede a este material más de un año después de que
Santullo y sus dibujantes lo produjeran, no todos los chistes resultan
graciosos, ni todas las situaciones resultan atractivas, ni todas las polémicas
resultan candentes.
Lo inaceptable: el color.
No sé quién decidió colorear los dibujos de Hansz de esa manera bestial, pero
merece morir en un penal de máxima seguridad, rodeado de asesinos y violadores
que conviertan a su vida en un infierno. Esto en blanco y negro sería mil veces
mejor, y con un buen color sería infinitamente mejor. Coloreado así, requiere
un estómago de acero para ser tragado.
Recomiendo mucho Garra en
Viñetas a los fans del futbol uruguayo (el “fúbol”, como le dicen en el paisito),
o a los junkies de Rodolfo Santullo (me incluyo en esta categoría) que quieren
acopiar toda la obra de este guionista prolífico y versátil, al que vemos
obtener buenos resultados en los géneros más diversos y en las canchas más difíciles.
Vamo´arriba la Celeste.
Y nada más, por hoy.
Gracias por tanto, perdón por tan poco, y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas
acá en el blog.
1 comentario:
Muy interesante nota
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