Casualmente los dos
últimos libros que leí son historietas en blanco y negro, de un único autor,
sin ningún tipo de elementos fantásticos y bastante bajoneras.
Por un lado, retomé la
serie 36-39 Malos Tiempos, del prócer español Carlos Giménez, con el Vol.3 (el
Vol.2 lo vimos el 20/12/16). Esto es absolutamente desgarrador, una patada al
alma atrás de otra. Imaginate que a una gran ciudad dejan de entrar alimentos.
En poco tiempo, no hay más comida en ningún lado. La gente (que ya se morfó a
caballos, gatos y perros) hace largas colas para conseguir aunque sea una papa,
y al poco tiempo empieza a desmayarse de hambre por la calle, o directamente a
morir de inanición. A los cadáveres que pueblan las calles fruto del hambre y
las enfermedades, se suman los cientos de muertes causadas por los constantes
bombardeos, por parte de aviones que pasan todos los días… y todas las noches.
O sea que, si el hambre y el frío te dejaran dormir, igual te despertarían los
estruendos de las bombas. Y tendrías que salir corriendo de donde sea que estás
tratando de dormir, por miedo a que el techo se te caiga encima, o que todo el
edificio se prenda fuego. En estas constantes evacuaciones perdés
sistemáticamente objetos de valor, ropa de abrigo y hasta hijos y esposas o
maridos. Y ahí vas de nuevo, a escabullirte a otro refugio como si fueras una
rata, gambeteando fiambres y pestilencia.
No, no es una ficción del
género post-holocausto. Así vivieron los madrileños mientras la capital
española fue asediada por la insurrección fascista que llevó al poder al
nefasto genocida Francisco Franco. Sí, todas esas penurias que sufrieron los
hombres, mujeres y niños de Madrid, les fueron infligidas por compatriotas
suyos. No fueron los franceses, ni los ingleses, ni los marcianos. Fueron otros
españoles, lo cual hace que todo sea mucho más atroz, más jodido, más
angustiante… y obviamente más difícil de explicar a quien no tenga la menor
idea de qué pasó durante la tristemente célebre Guerra Civil Española.
Por suerte está Carlos
Giménez para recrear esos Malos Tiempos con un rigor documental escalofriante,
con su trazo dinámico y recontra- expresivo, con su narrativa cristalina, con
su equilibrio perfecto entre masas negras y espacios blancos y –lo que a mí más
me gusta- decidido a no bajar ninguna bandera. Giménez sigue denunciando los
crímenes de lesa humanidad de la dictadura franquista, no se resigna a barrer
bajo la alfombra la hora más oscura de la historia de su país. La memoria (los
argentinos lo sabemos muy bien) duele como la San Puta, pero sin memoria no hay
verdad, sin verdad no hay justicia y sin justicia las heridas no cicatrizan
jamás. Además de tremendas, estas historietas son 100% verosímiles, por eso a
pesar de estar buenísimas, te dejan un sabor horrendo, como si te transaras a
Laura Alonso en el bunker de Cambiemos. Me queda el cuarto y último tomo
pendiente, y prometo entrarle pronto.
La Hija del Carpintero es
la novela gráfica más reciente de Brian Janchez, y la más extensa en la carrera
de este notable autor argentino. Esta también es una historia 100% verídica,
probablemente basada en hechos reales.
Como en varias de sus
obras más recientes, Janchez usa diálogos muy breves y precisos, cortitos y al
pie, junto a bloques de texto que se cargan encima buena parte del flujo del
relato, pero que también están escritos con una prosa adusta, para nada florida
ni sobrecargada. Esto genera un contraste bastante notable, porque los recursos
narrativos que pone en juego Janchez hacen que uno se aleje de lo que nos
cuenta, genera entre el lector y los personajes una relación fría, distante. Y
sin embargo, la historia en sí, lo que de hecho le pasa a Berta a lo largo de
estas 84 páginas, logra el efecto contrario, que es que el lector se involucre,
se identifique, sienta lo que siente Berta, sufra y (muy de vez en cuando) goce
con ella.
El otro contraste lo
obtiene Janchez desde el dibujo. Como ya lo hiciera tantas veces Chris Ware,
Brian narra una historia cotidiana, muy próxima, por momentos muy triste, con
un estilo muy idóneo para contar historias de corte humorístico. La línea
despojada de Janchez, sin efectos de iluminación y con ese tembleque que
recuerda a Charles Schulz, va perfecto con la comedia o el humor puro y duro.
En La Hija del Carpintero hay menos humor que en una película de Ingmar Bergman,
y contar una historia así con ese trazo, es sin dudas un manifiesto por parte
del autor.
En síntesis, La Hija del
Carpintero es una historia conmovedora, real, de alcance barrial (no llega a
ser urbana), seria, dramática y que le permite a Janchez desplegar una amplia
gama de recursos narrativos muy bien manejados. También produce en el lector
una cierta amargura (menos que 36-39, porque no hay casi violencia), que se
mezcla con la grata sensación de haber leído un buen comic en el que un buen
autor hizo lo que se le cantaron las pelotas. No es poco.
Nos reencontramos pronto
con nuevas reseñas, acá en el blog. Y vayan pensando qué quieren hacer a fines
de Diciembre o principios de Enero para festejar los 10 años de 365 Comics por
Año…
3 comentarios:
Con Laura Alonso, reconozco que tampoco tendría nada, pero a Caro Stanley no le das? A mi me puede, tiene algo que me gusta.
Sí, Stanley está muy bien. Si me logro olvidar de su ideología excecrable, le re-doy.
Me gusta mucho Carlos Jimenez boy a tratar de conseguirlo
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