el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 21 de agosto de 2019

MIERCOLES DE REALISMO

Casualmente los dos últimos libros que leí son historietas en blanco y negro, de un único autor, sin ningún tipo de elementos fantásticos y bastante bajoneras.
Por un lado, retomé la serie 36-39 Malos Tiempos, del prócer español Carlos Giménez, con el Vol.3 (el Vol.2 lo vimos el 20/12/16). Esto es absolutamente desgarrador, una patada al alma atrás de otra. Imaginate que a una gran ciudad dejan de entrar alimentos. En poco tiempo, no hay más comida en ningún lado. La gente (que ya se morfó a caballos, gatos y perros) hace largas colas para conseguir aunque sea una papa, y al poco tiempo empieza a desmayarse de hambre por la calle, o directamente a morir de inanición. A los cadáveres que pueblan las calles fruto del hambre y las enfermedades, se suman los cientos de muertes causadas por los constantes bombardeos, por parte de aviones que pasan todos los días… y todas las noches. O sea que, si el hambre y el frío te dejaran dormir, igual te despertarían los estruendos de las bombas. Y tendrías que salir corriendo de donde sea que estás tratando de dormir, por miedo a que el techo se te caiga encima, o que todo el edificio se prenda fuego. En estas constantes evacuaciones perdés sistemáticamente objetos de valor, ropa de abrigo y hasta hijos y esposas o maridos. Y ahí vas de nuevo, a escabullirte a otro refugio como si fueras una rata, gambeteando fiambres y pestilencia.
No, no es una ficción del género post-holocausto. Así vivieron los madrileños mientras la capital española fue asediada por la insurrección fascista que llevó al poder al nefasto genocida Francisco Franco. Sí, todas esas penurias que sufrieron los hombres, mujeres y niños de Madrid, les fueron infligidas por compatriotas suyos. No fueron los franceses, ni los ingleses, ni los marcianos. Fueron otros españoles, lo cual hace que todo sea mucho más atroz, más jodido, más angustiante… y obviamente más difícil de explicar a quien no tenga la menor idea de qué pasó durante la tristemente célebre Guerra Civil Española.
Por suerte está Carlos Giménez para recrear esos Malos Tiempos con un rigor documental escalofriante, con su trazo dinámico y recontra- expresivo, con su narrativa cristalina, con su equilibrio perfecto entre masas negras y espacios blancos y –lo que a mí más me gusta- decidido a no bajar ninguna bandera. Giménez sigue denunciando los crímenes de lesa humanidad de la dictadura franquista, no se resigna a barrer bajo la alfombra la hora más oscura de la historia de su país. La memoria (los argentinos lo sabemos muy bien) duele como la San Puta, pero sin memoria no hay verdad, sin verdad no hay justicia y sin justicia las heridas no cicatrizan jamás. Además de tremendas, estas historietas son 100% verosímiles, por eso a pesar de estar buenísimas, te dejan un sabor horrendo, como si te transaras a Laura Alonso en el bunker de Cambiemos. Me queda el cuarto y último tomo pendiente, y prometo entrarle pronto.
La Hija del Carpintero es la novela gráfica más reciente de Brian Janchez, y la más extensa en la carrera de este notable autor argentino. Esta también es una historia 100% verídica, probablemente basada en hechos reales.
Como en varias de sus obras más recientes, Janchez usa diálogos muy breves y precisos, cortitos y al pie, junto a bloques de texto que se cargan encima buena parte del flujo del relato, pero que también están escritos con una prosa adusta, para nada florida ni sobrecargada. Esto genera un contraste bastante notable, porque los recursos narrativos que pone en juego Janchez hacen que uno se aleje de lo que nos cuenta, genera entre el lector y los personajes una relación fría, distante. Y sin embargo, la historia en sí, lo que de hecho le pasa a Berta a lo largo de estas 84 páginas, logra el efecto contrario, que es que el lector se involucre, se identifique, sienta lo que siente Berta, sufra y (muy de vez en cuando) goce con ella.
El otro contraste lo obtiene Janchez desde el dibujo. Como ya lo hiciera tantas veces Chris Ware, Brian narra una historia cotidiana, muy próxima, por momentos muy triste, con un estilo muy idóneo para contar historias de corte humorístico. La línea despojada de Janchez, sin efectos de iluminación y con ese tembleque que recuerda a Charles Schulz, va perfecto con la comedia o el humor puro y duro. En La Hija del Carpintero hay menos humor que en una película de Ingmar Bergman, y contar una historia así con ese trazo, es sin dudas un manifiesto por parte del autor.
En síntesis, La Hija del Carpintero es una historia conmovedora, real, de alcance barrial (no llega a ser urbana), seria, dramática y que le permite a Janchez desplegar una amplia gama de recursos narrativos muy bien manejados. También produce en el lector una cierta amargura (menos que 36-39, porque no hay casi violencia), que se mezcla con la grata sensación de haber leído un buen comic en el que un buen autor hizo lo que se le cantaron las pelotas. No es poco.

Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog. Y vayan pensando qué quieren hacer a fines de Diciembre o principios de Enero para festejar los 10 años de 365 Comics por Año…

3 comentarios:

Mayonesa dijo...

Con Laura Alonso, reconozco que tampoco tendría nada, pero a Caro Stanley no le das? A mi me puede, tiene algo que me gusta.

Andrés Accorsi dijo...

Sí, Stanley está muy bien. Si me logro olvidar de su ideología excecrable, le re-doy.

Mauricio dijo...

Me gusta mucho Carlos Jimenez boy a tratar de conseguirlo