Por supuesto que esta
tarde me gustaría estar en Rosario haciéndole el aguante a los Fernández, pero
bueno, me toca estar tranqui en casa y aprovecho para reseñar algunos libritos
que me devoré en estos últimos días.
Empezamos con el Vol.4 de
Oyasumi Punpun, la serie del maestro Inio Asano que estoy disfrutando muchísimo
gracias a la edición de Ivrea. Felizmente, el autor repite en este tomo la
fórmula del Vol.3: la mitad de las páginas son para la historia de Punpun y la
otra mitad para la historia de su tío Yuichi. Todo el arco argumental de Yoichi
es tremendo, te pone mal de lo bueno que está. Nunca había visto un manga que
se metiera tan a fondo en los sentimientos y los pensamientos de un adulto, que
pudiera poner en textos e imágenes tantas cosas que uno alguna vez pensó o
sintió a la hora de vincularse afectiva o carnalmente con personas del sexo
opuesto. Es increíble como algo tan normal, tan ordinario como la dinámica de
una pareja, las inseguridades, los silencios, los miedos, los celos, el deseo,
se pueden plasmar en un papel de un modo tan espectacular, con semejante
despliegue gráfico, con tantas ideas y tantos recursos para que el lector
sienta en carne propia lo que están viviendo los personajes. Lo que hace Asano
en estas páginas es profundo, es arriesgado, es asombroso por su sinceridad, su
emotividad y su efectividad a la hora de conmovernos.
Y el tramo centrado en
Punpun tampoco está mal, eh? Esta vez todo gira en torno a un torneo de badmington, y Asano se
revela como un mangaka notablemente dotado para contar gestas deportivas. Las
páginas en las que el Senpai Yaguchi juega al badmington tienen ese power
hiper-kinético que le vimos hace no mucho a los partidos de ping-pong del
maestro Taiyo Matsumoto, y en las restantes avanza a ritmo muuuuy pachorro la
telenovela de Punpun y la bella y esquiva Aiko, también contada desde lo más
hondo de los sentimientos del pibe con pinta de pajarito fantasma. En el medio
hay chistes groseros, breves pinceladas de comedia estudiantil, metidas para
romper de modo efímero ese clima raro, denso, siempre más propenso a la
melancolía y la introspección que a la joda pavota típica de los
adolescentes.
Oyasumi Punpun es un manga
de una intensidad infrecuente, con un enfoque totalmente único, potenciado por
el dibujo descomunal de Inio Asano, prendido fuego y secundado por un equipo de
siete asistentes, todos merecedores de una larga y sentida ovación. Voy por más
Punpun, en cualquier momento.
Justo cuando están todos
muy cebados con la serie de TV de The Boys, yo me pongo a leer otra obra de
Garth Ennis que consiste en tomar los clichés del género superheroico y
mezclarlos (en realidad, enchastrarlos) con chistes pasados de rosca que van
para el lado de la violencia extrema, el sexo y la escatología. All-Star
Section Eight salió en 2015 y acá el irlandés vuelve a formar equipo con el
gran John McCrea para traernos 120 páginas de delirio, descontrol y groserías.
Hacía bastante que no leía obras de Ennis 100% en joda con lo cual me reí
bastante con Section Eight.
Las apariciones de los
superhéroes clásicos de DC (Superman, Batman, Wonder Woman, Hal Jordan, Martian
Manhunter y un montón de personajes del palo místico-vertiguesco) están
bastante al pedo, porque la verdad que con Six-Pack y sus impresentables
adláteres alcanza y sobra para que la serie mantenga alto el nivel de humor
chocante y bizarreada al límite. De hecho, lo mejor que tiene la saga es que
Ennis se decide a profundizar un poco en Six-Pack, a contarnos un poco más de
dónde viene y por qué hace lo que hace. Los personajes nuevos no están mal, y
siempre es un gusto (mal gusto, pero gusto al fin) reencontrarse con creaciones
como Baytor, Dogwelder y el inexplicable Bueno Excelente. Creo que cualquier
comic donde aparezcan esos tres personajes merece ser comprado.
All-Star Section Eight
forma parte de una sub-continuidad de DC de la que sólo Garth Ennis se hace
cargo. Es parte de ese “pliegue en la realidad” que incluye la etapa de Ennis y
McCrea en Demon, todo Hitman y aquel irrepetible (por lo extremo) one-shot de
Hitman y Lobo, una guarrada que hoy no se publicaría ni en pedo en ninguna
editorial. Ennis ambienta todas estas historias en Gotham… pero es obvio que
ningún guionista de Batman ni de ningún otro personaje de Gotham puede incluir
a Six-Pack y Section Eight en sus historias. Y por otro lado, los héroes que
visitan el bar de Noonan lucen sus trajes perfectamente tomados de la época del
New 52, con los cuellitos mao, Superman sin calzones rojos, Diana con la vincha
plateada, etc.
El dibujo de McCrea está
buenísimo, mucho mejor que en sus trabajos para DC de los ´90. Más elegante,
más para el lado de Cam Kennedy, y a la vez más suelto, más versátil, siempre
generoso en las expresiones faciales, cuanto más grotescas mejor. El colorista
John Kalisz suma un montón a esta estética crota, barriobajera, que consigue hacernos
sentir el olor a birra barata, a chivo, a meo, a vómito. Si no te gustan los
chistes asquerosos ni la machaca descerebrada, igual podés disfrutar de Section
Eight por los dibujos.
Nada más, por hoy. Nos
reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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