Bueno, acá estoy con un
par de libritos leídos.
Allá por 2011, cuando se
produjo el desastre de la central atómica de Fukushima (obviamente en Japón)
varios editores salieron a buscar historietas que tocaran el tema de las
plantas nucleares y sus peligros para el medio ambiente. La editorial británica
Breakdown Press se sacó el Loto con dos historietas de Susumu Katsumata
escritas y dibujadas en los ´80, que tratan acerca de las pésimas condiciones
de seguridad e higiene en las que trabajan los operarios de las plantas
nucleares. No son historietas de introducción-nudo-desenlace, no hay desarrollo
de personajes y en buena medida los conflictos no se resuelven ni por
casualidad en las 20 ó 24 páginas que dura cada uno de los relatos. La
intención del autor (que además estudió física nuclear en la universidad) es
claramente la denuncia: concientizar al lector acerca de las irregularidades
que cometen las empresas de energía nuclear, siempre en busca del mango fácil
por sobre la salud o la seguridad de sus empleados, a los que la radiación irá
deteriorando o matando poco a poco, jornada a jornada. Katsumata desliza
mínimas pinceladas de comedia para que no sea todo tan bajonero, pero el
mensaje es una advertencia potente y desesperada… que obviamente no surtió
efecto.
Complementan el tomo
(llamado Fukushima Devil Fish) algunas historias cortas más de este destacado
autor de la segunda línea de la revista Garo. Algunos van para el lado de la
mitología y el folklore japoneses (al estilo Shigeru Mizuki, el autor de cuyo
estilo está más cerca Katsumata, aunque sin aspirar a su virtuosismo) y otros
más para el lado de un slice of life muy tranqui, con mucha introspección y –de
nuevo- prácticamente sin conflictos. En estas últimas historias es donde
Katsumata se anima más a romper la grilla de seis u ocho viñetas iguales y se
manda algunas más grandes, con unos paisajes realmente hermosos. Es el único
momento en el que el dibujo realmente levanta vuelo. En el resto del tomo,
vemos a un dibujante cumplidor, más concentrado en el control del tempo
narrativo que en el disfrute que puedan producir sus trazos.
El material incluído en
Fukushima Devil Fish no alcanzó para que te suba a Susumu Katsumata (fallecido
en 2007) a la lista de los mangakas fundamentales, pero sin dudas es un autor
muy interesante, que se animó a anticipar en los ´80 (incluso antes que Los
Simpsons) las consecuencias que traen los malos manejos y las tiradas a chanta
de las empresas que generan energía nuclear para el consumo de las grandes
ciudades.
Volvemos a la atroz Guerra
de la Triple Alianza, el conflicto bélico (devenido en genocidio) que unió a
Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay y a favor de los intereses de la
corona británica. El 27/05/19 conocimos la versión de estos hechos contada por
Diego Agrimbau y Gabriel Ippóliti, y ahora quien cuenta la historia es el
uruguayo Silvio Galizzi, junto a dos dibujantes de este lado del charco: Majox
y Esteban Tolj. Galizzi va mucho más allá de la Guerra del Paraguay: la considera
la culminación de una serie de clivajes que arranca con la Guerra de Secesión
en los EEUU, pasa por un conflicto armado entre partidos políticos de Uruguay,
incluye una invasión al país hermano por parte de Brasil, y viene sazonado con
manipulaciones mediáticas, roscas comerciales y traiciones misérrimas. El
guionista logra integrar todo este contexto histórico en un bloque homogéneo,
incluso con un personaje (Sheridan) que participa en cada uno de los sucesos
que desembocan en la Guerra del Paraguay.
La protagonista de Ya No
Quedan Héroes, Avril Murray, es fotógrafa, igual que Pierre Duprat (el
personaje ficticio que introducen Agrimbau e Ippóliti en Guaraní para contar la
historia) pero tiene mucha menos suerte que su colega: es absolutamente
eclipsada por otros dos personajes mucho más interesantes como son Melchora (la
inclaudicable prostituta paraguaya) y Sheridan, a quien Galizzi se esfuerza por
no mostrar como un héroe, aunque está muy claro que pelea del lado correcto de
esta guerra. Lo único que no me gustó del guión es que los personajes reiteran
en los diálogos mucha de la información que Galizzi nos brinda en el texto
histórico con el que abre el libro. El resto, muy bueno, emotivo, impactante,
truculento y muy bien investigado.
En cuanto a los dibujantes,
Majox tiene a su cargo las primeras 29 páginas y las encara en su habitual
estilo, muy logrado, pero a la vez demasiado bonito para el tipo de historia
descarnada y oscura que nos quiere contar Galizzi. En las páginas restantes
(más de 70), Esteban Tolj propone una estética más sucia, más visceral, más a
tono con el guión. En un péndulo medio loco entre grillas de tres o cuatro
tiras (me hubiese gustado más que se decidiera por una grilla única y la
bancara hasta el final), Tolj conjura la magia del claroscuro y se acerca por
momentos a Hugo Pratt, y por momentos a una versión light de Cacho Mandrafina u Horacio
Lalia, menos sobrecargada de detalles y masas negras. Expresivo, agreste y
contundente en las (muchas) escenas de violencia, Tolj hace gala de su versatilidad
y tira elegancia y sofisticación en las secuencias de las damas que toman té o
bailan vals en lujosas mansiones. Un fenómeno.
Me encanta que más
historietistas sudamericanos recreen en sus obras los escabrosos sucesos que
mancharon de sangre nuestra historia hace 150 años, sobre todo cuando lo hacen
a este nivel.
Esto es todo por hoy. Trataré
de postear antes del lunes pero no prometo nada. Gracias y hasta pronto.
2 comentarios:
Andrés, pregunta rápida: me gusta mucho la onda Paco Roca y Jiro Taniguchi, algún autor que me puedas recomendar en esa línea ? Si hay alguno que sea más práctico para conseguir, mejor. Gracias!!!
Si lo que te interesa son autores que hagan buenas novelas gráficas sin elementos fantásticos, hay unos cuantos, por suerte. Jaime Martín, por ejemplo, es uno. Pero si repasás reseñas viejas del blog vas a encontrar muchos más. Lo de "práctico para conseguir" no lo entendí.
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