Bueno, parece que la
pesadilla neoliberal se termina en Diciembre. Un gran alivio. No me quería ir
del país… ni quedarme a aguantarlos otros cuatro años de saqueo y destrucción.
Vamos con algunas reseñitas, para no perder la costumbre.
Mal y tarde le entré a
Ernie Pike: Cuatro Décadas, un libro de 2007 que rejunta varias historias del
corresponsal de guerra creado por Héctor G. Oesterheld cincuenta años antes, y
que por algún motivo nunca se habían recopilado en libros. O sí. La historia corta
dibujada por Alberto Breccia estoy seguro que la incluyó Colihue en uno de los
brolis de la colección naranja… Pero hay material que no conocía y me gustó
mucho, principalmente la historia con la que abre el tomo. En apenas tres
páginas, Oesterheld y el maestro Eugenio Colonesse (mucho más conocido en
Brasil que en Argentina) narran una historia redondísima, con un giro final muy
lindo… y una cantidad de texto que hubiese quedado mejor repartido entre siete
u ocho páginas. ¿Qué va´cer? Es material de los años ´50, cuando Oesterheld se
zarpaba mal con los bloques de texto y los diálogos… y no era una marcianada.
Casi todos los guionistas hacían lo mismo.
Todo lo contrario pasa en
la historia de 1963, dibujada por un irreconocible (y muy joven) José Muñoz,
donde casi no hay texto. La brecha estética que hay entre 1959 y 1963 es
impactante, como si en vez de cuatro años hubiesen pasado 30 ó 40. Las dos
historias de los ´70 (una dibujada por Néstor Olivera y la otra por Solano
López) muestran un equilibrio mucho más logrado entre texto e imagen.
Oesterheld no se zarpa con los masacotes de texto y tampoco son historietas de
12 páginas de las cuales 10 son mudas. Las dos son muy buenas historias, si
bien Solano dibuja la suya a un nivel un poquito por debajo de lo que solía
pelar en esta época (mediados de los ´70). Después vendría la secuela de El
Eternauta y ahí sí, tendremos al Solano Perfecto, el tocado por la varita
mágica que tanta gloria desparramaría prácticamente hasta el cierre de la
década del ´80.
Finalmente, en 1986 y con
Oesterheld ya desaparecido hacía muchos años, Juan Giménez hace una remake de
un episodio clásico, originalmente dibujado por Colonesse, que aparece en las
páginas de Fierro, en estremecedor blanco y negro. Visualmente, estas son las
mejores seis páginas del libro, no sólo porque se ven más modernas, sino por la
enjundia, el arrojo con el que el astro mendocino se manda a redibujar esa muy
buena historia de HGO. Si estás descubriendo a Ernie Pike ahora, con las nuevas
ediciones que recopilan las historias dibujadas por Hugo Pratt, fijate si podés
sumar a tu experiencia de lectura este breve pero efectivo compilado de sobras
y rarezas, como para tener más completo el vibrante recorrido de Pike por el
mundo de las viñetas. Ah, me acaba de caer la ficha: casi 10 años escribiendo este blog y esta es mi primera reseña de un libro de Oesterheld. Un disparate.
Tenía colgada Velvet desde
hace casi dos años (la reseña del Vol.2 apareció acá el 11/09/17) y ahora sí,
me clavé el tomo final de esta magnífica serie de Ed Brubaker y Steve Epting. No
quiero agregar nada a lo ya mencionado en materia de argumento, porque acá es
cuando se resuelve todo y cualquier pista que tire puede resultar un spoiler
muy choto. Lo único que voy a decir es que está muy bien explicado por qué los
adversarios de Velvet desaprovechan todas esas oportunidades que tienen para
hacerla boleta.
Como todo buen comic de
espionaje a la James Bond, Velvet tiene acción, escapes imposibles, una runfla
espesa, que te intoxica a medida que te das cuenta de que acá no hay ni buenos
ni malos, un buen uso del contexto histórico (principios de los ´70), lindos
garches, diálogos afiladísimos entre profesionales de la ambigüedad y el bluff,
una intriga compleja, que nos lleva de Europa a EEUU y de los callejones más
sórdidos a las más altas esferas del poder… y por sobre todo eso, un gran
trabajo en el personaje central (Velvet Templeton), a la que definitivamente me
gustaría ver volver (como a la que te jedi).
El dibujo de Epting se
acopla perfectamente a esta atmósfera densa, de tono muy realista, sin margen
para la estridencia pochoclera que asociamos con el comic de superhéroes.
Imaginate una especie de Paul Gulacy en Master of Kung-Fu, pero mucho más
relajado, sin tanto énfasis en la machaca y sin los trucos narrativos heredados
de Jim Steranko y Bernie Krigstein. Más o menos para ese lado agarra Epting,
muy bien complementado por la colorista Elizabeth Breitweiser. Si no te rompen
las bolas las heroínas moralmente ambiguas, que matan y mienten a ocho manos
mientras fuman, chupan y se voltean chongos, no tengo dudas de que Velvet te va
a resultar una serie cautivante, fuerte y sumamente satisfactoria.
Y hasta acá llegamos, por
hoy. Seguramente vuelvo a postear pronto, ni bien tenga un par de libritos más
leídos. Abrazo nac & pop para todos los que le dijeron “basta” a la Pesada
Gerencia.
2 comentarios:
Muy apropiado HGO para el contexto, abrazo!
Hola Andres!!! no te vas!!!!... che podría salir una nota en la comiqueando de la historia de publicación de las obras de HGO en Argentina?? para ver como conseguir todo de este genio de la historieta.
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