A pocas horas de emprender
otro largo viaje (¿el último del año?), me tomo un rato para redactar las
reseñas de dos libritos que tengo leídos.
Retomo la lectura del Moon
Knight de Jeff Lemire, que empecé el 01/11/19 (y andá a saber cuándo voy a
terminar, porque son tres tomos y el tercero no lo vi jamás). Esto es un
delirio, mal. Un comic que hace… diez años era impensable. 80 páginas sin
villanos, en las que los “conflictos” se desarrollan en la mente del
protagonista, cuando se enfrentan cuatro realidades distintas, que responden a
las distintas personalidades en las que se fragmentó la psiquis de Moon Knight.
Recién al final Lemire blanquea lo obvio, que es que todo lo que vemos pasa
dentro de la mente del héroe y a su vez es todo un prólogo a lo que –supongo-
va a pasar en el tercer tomo.
Si te quedaba alguna duda
acerca de la salud mental de Moon Knight, este tomo te la termina de despejar:
el paladín de Khonshu está totalmente chapa, y ese es el principal sostén de
todo este arco argumental. Una alucinación, una exploración de la demencia como
pocas veces se vio en este medio, una danza bizarra entre realidades que se
interconectan en una psiquis hecha añicos. No es exactamente una aventura, pero
igual te atrapa a full. Y sí, pegaría mucho más fuerte si en vez de 80 páginas
fueran 48, o 60.
Esta vez Greg Smallwood
tiene una participación mínima en la faz gráfica. Alguien (un genio) decidió
que tres dibujantes invitados se hagan cargo de las secuencias protagonizadas
por las distintas identidades de Moon Knight, en un juego hipnótico que nos
permite incluso ver tres estilos gráficos muy distintos… ¡en la misma página!
De los tres invitados, a Wilfredo Torres le tocan las escenas más tranqui, al
alucinante Francesco Francavilla las más fuertes, las más violentas, y esas
escenas de ciencia-ficción tipo Star Wars (que son las que menos peso tienen a
nivel del guión) fueron a manos del glorioso James Stokoe, así que las disfruté
enormemente. Otra locura brillante para esta serie, que sigue acumulando
méritos para ser la mejor iteración de Moon Knight después de la etapa clásica
(la de Doug Moench y Bill Sienkiewicz). Ojalá en algún momento me encuentre a
buen precio el Vol.3.
Me vengo a Argentina, año
2019, cuando se recopila en libro El Rey de la Historieta, una novela gráfica
de Federico Baert originalmente publicada por entregas (y a todo color) en un
popular blog. La verdad que, al sacarle el color, el dibujo de Baert no pierde
casi nada. Es un dibujo adusto, por momentos medio bestia, medio precario. Como
un Marcos Vergara desangelado, sin el menor esfuerzo por agradar al lector. Muy
eficaz en términos narrativos, pero visualmente un poco limitado. Voy a ser muy
injusto con Baert, pero me imaginé esta historia dibujada por Peter Bagge y casi
me desmayo de la emoción.
Claramente el fuerte de El
Rey de la Historieta es el guión. La construcción del personaje central
(Fabricio Barraza, el exitoso guionista de historietas infantiles que venden
fortunas) y la tremenda sucesión de situaciones límite por las que atraviesa a
lo largo de estas 78 páginas. La trama es un espiral incandescente de
violencia, abyección moral y locura, teñida de un fatalismo devastador y un
humor negrísimo, que destila hectolitros de mala leche. No hay muchas
historietas así, tan jodidas, tan pensadas para incomodar al lector, con un
mensaje tan contrario a cualquier tipo de corrección política, sin esperanza,
ni empatía, ni solidaridad, ni ningún tipo de vínculo afectivo real entre los
personajes.
Baert se jugó una carta fuerte
y –por lo menos para mi gusto- ganó. A fuerza de truculencia, insensibilidad y
sacudones tan brutales como verosímiles, Fabricio Barraza se convierte en un
personaje definitivo, icónico, un arquetipo perfecto dentro de la categoría
“tipos de mierda”.
Si no te molesta que el
dibujo no sea virtuoso, y no te escandalizan los diálogos en los que se agrede
sin ningún tapujo a mujeres, homosexuales, gordos, pobres, o chicos con
Síndrome de Down, ni las escenas de abuso de drogas y alcohol, femicidios,
pedofilia y canibalismo, El Rey de la Historieta te va a impactar. El tema es aguantar
todo ese tsunami de sordidez y miseria y llegar al final. Para aquellos que
lo logren, Baert tiene la más valiosa de las recompensas: no te deja salir del
libro igual que como entraste. Sin dudas eso es lo que lo hace fundamental.
Gracias a todos por el
aguante y nos vemos este sábado y domingo en la ColossusCom de Catamarca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario