Pasó Dibujados y ahora
arranca la cuenta regresiva rumbo a ColossusCom, en Catamarca, próximo evento
en mi infinito cronograma. Previo a eso, tengo un par de días bastante movidos,
pero siempre hay un ratito para reseñar un par de brolis.
Empiezo con El Coyote, un
álbum de 2016 en el que vuelven a colaborar la dupla integrada por el guionista
Yves H. y su papá, el legendario maestro Hermann. Obviamente lo primero que
llama la atención es lo espantosa que resulta esa portada, que encima se parece
poquísimo a la de la edición francesa. Algún día entenderé por qué ECC se
dedicó con tanto ahínco a publicar las grandes obras de Hermann… y a hacerle
mierda las portadas.
El Coyote es un relato de
sueños aplastados por una realidad cruel, injusta, sórdida, en la que no se
cuelan ni cinco centavos de esperanza. Un mundo post-apocalíptico plagado de
gente que quiere sobrevivir, emigrar a un lugar mejor, volver a empezar… y de
gente que se aprovecha de la desesperación del prójimo para hacer su negocio, por
supuesto manchado de corrupción y sangre de inocentes. Creo que el principal
logro de Yves H. es la construcción de este mundo, esta atmósfera, esta
sensación agobiante de que en un entorno que se ve bastante real y cercano, de
pronto pasan todas estas cosas extrañas, angustiantes, truculentas. El
personaje central (Sam) no me resultó particularmente carismático y los
villanos son tan hijos de puta que por bien que los escriba Yves H., no se los
puede redimir. Así que me quedo con eso: con el clima entre enrarecido y
asfixiante y el ritmo de la historia, que es totalmente hipnótico.
Si venís siguiendo este
blog hace un tiempo, habrás notado que sigo en forma incondicional a esta dupla
y que en cada álbum encuentro cosas distintas que me atrapan y me dejan muy
cebado. Eso habla de la gran versatilidad, sobre todo del guionista. Su
papá, dentro de todo, no cambia
tanto de un álbum a otro. En todo caso acomoda la paleta de colores para
plasmar mejor los distintos climas, pero al nivel del dibujo y la puesta en
página, siempre tenemos al Hermann maduro, consagradísimo, ese capo que sabe
darle a los relatos de aventura y violencia esa pátina de sofisticación tan
linda, y que –cuando su hijo se lo permite- se pone la historieta al hombro con
unas secuencias mudas que te hielan la sangre. Recomiendo a full El Coyote y ni
bien vea más libros a buen precio, voy por más Yves H. y Hermann.
Hace relativamente poco
(el 01/08/19) me tocó leer el Vol.2 de Manta y ya tengo leído también el Vol.3
de esta notable serie escrita por Jonathan Crenovich y Martín Mazzeo. Comparado
con el Vol.2, este es un tomito en el que pasan menos cosas: la trama va más
para el lado de la investigación que para el de la acción, como para mostrarnos
en detalle cómo se va complicando el entramado de negocios turbios y muertes
que le cagó la vida 20 años atrás a Santiago, el taciturno protagonista de la
saga. El ritmo más pausado le da a los guionistas el espacio necesario para
desarrollar como corresponde a los personajes centrales (Santiago y su amigo
Manuka) y para cocinar a fuego lento un subplot que de a poco se va poniendo
espeso. Una vez más, el punto más atractivo de toda esta entrega son los
diálogos, afiladísimos y sumamente disfrutables, al punto de que puteás cada
vez que aparece una secuencia muda.
Esta vez, Mazzeo y
Crenovich tuvieron menos suerte con el dibujante. En lugar del correcto Ignacio
Lázaro (al que vimos bancar los trapos muy decorosamente en el Vol.2), acá
tenemos a su hermano, Matías Lázaro, que me gustó bastante menos. Matías tiene
inconsistencias muy marcadas, como si en una viñeta quisiera dibujar como Jok y
en la de al lado como un dibujante del under yanki y en la siguiente como Bryan
Hitch. No se ve un criterio estético uniforme, más allá del color, que está muy
bueno y también es obra del dibujante. Tiene momentos en los que repite mucho
los planos y otros (pasado el primer tercio del librito) donde se juega más y
sorprende más con la elección de los enfoques y el armado de las secuencias. Así
como está, es un trabajo aceptable, pero me temo que esto mismo en blanco y
negro mostraría de modo más elocuente unos cuantos problemas que ojalá Lázaro logre
solucionar a futuro. Por suerte, el Vol.4 de Manta lo está dibujando Nicolás
Brondo, una garantía absoluta en materia de solvencia gráfica y narrativa.
Y bueno, eso. Sigo
enganchado con esta conjura cada vez más bizarra, ambiciosa y valiente, que andá
a saber para dónde puede llegar a derivar. En este tomo Crenovich y Mazzeo nos
revelan tantas cosas que eran totalmente inimaginables leyendo los dos primeros,
que no me animo a presagiar ninguna resolución sin arriesgarme a quedar como un
nabo. Si todavía no te subiste a la saga de Manta, metele pata, no te quedes
afuera que está muy buena, posta.
Nada más por hoy. Gracias
a todos los que se acercaron a saludar en Dibujados y seguro habrá un post más antes
del viaje a Catamarca. Keep tuned.
2 comentarios:
Andrés, para leer Manta es necesario leer Iceberg?
También quería consultarte si de casualidad sabías si se seguirán publicando los tomos de Cybersix que sacaba Napoleones sin batallas y Entelequia. Mil gracias!
No creo que se siga publicando esa colección de Cybersix. Y no, no es imprescindible leer Iceberg para entender Manta, pero si lo leés, vas a tener una idea más completa de lo que le pasó hace 20 años al protagonista de la saga.
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