Una vez más arranca un mes
que me gusta mucho, no sólo por el clima, sino porque se me suelen acumular
muchos eventos y casi todos me llevan de viaje por distintos lugares del país o
el continente. Esta noche, sin ir más lejos, estoy con todas las ganas de
salir, pero me tengo que ir a dormir temprano para estar mañana al mediodía en la
Pergamino Comicon. Aprovecho, entonces, para postear las reseñas de los últimos
libritos que leí.
Hace no mucho, el
11/06/19, me despedía del Moon Knight de Brian Wood y Greg Smallwood con la
promesa de reencontrarme con el personaje y el dibujante en la etapa donde los
guiones van a manos del siempre sorprendente Jeff Lemire. Y acá estoy, con este
TPB de 2016 en el que el guionista canadiense le pega otra vuelta de tuerca,
extrema, de altísimo impacto, al justiciero creado en los ´70 por Doug Moench.
Si hasta acá guionistas como Brian Michael Bendis, Warren Ellis o el propio
Wood venían coqueteando con la posibilidad de que a Moon Knight le faltaran un
par de jugadores, Lemire lleva esa idea al carajo y más allá. En esta saga
(coherentemente titulada “Lunatic”), Marc Spector no es un héroe, ni un
justiciero urbano, ni nada. Es un demente internado en un manicomio, en el que
además están… ¡los cuatro personajes secundarios más importantes de la etapa de
Moench!
Son 100 páginas llenas de
sacudones impredecibles, todo el tiempo sobre la delgada cornisa que separa la
cordura de la demencia, con Khonshu dejando cáscaras de banana en la cornisa,
como para que no falten oportunidades de ver a Moon Knight derrapar hacia el
abismo. Lemire trabaja durísimo para que vos no le creas a nadie: ni a los
buenos, ni a los malos, ni a los psiquiatras, ni a personajes que cambian de
alineación más de una vez durante la saguita. Esto es rarísimo: un comic de
acción, con piñas y persecuciones, con climas opresivos, agobiantes,
pesadillas, alucinaciones, drogas, electroshocks y varias versiones
contradictorias de los mismos hechos. La deconstrucción más bestial de un
personaje clásico que recuerdo haber leído en mucho, mucho tiempo.
Y el dibujo de Greg
Smallwood es devastador. Casi todo está dibujado en un estilo que combina la
estética dura, potente, oscura de Sean Phillips y Shawn Martinbrough con la
elegancia y la plasticidad de García López. Una gloria absoluta. Pero además,
en los flashbacks y las secuencias oníricas el dibujante cambia el estilo y
prueba con cosas loquísimas, entre ellas homenajes al trazo de Bill
Sienkiewicz, el dibujante que hiciera levantar vuelo a Moon Knight a principios
de los ´80. El color de Jordie Bellaire también es magnífico, y por suerte
tengo un TPB más de estos mismos autores para leer pronto.
Allá por el 26/03/11,
después de leer La Ciudad de los Puentes Obsoletos, me quedé a la espera de una
nueva novela de Federico Pazos en la que –en una de esas- el autor lograra
combinar su descomunal talento para el dibujo, el color y el armado de las
secuencias con un guión fuerte, sólido, 100% convincente. Y esperé, y esperé, y
esperé, y finalmente se publicó La Resaca y ¿con qué me encontré? Con otras 120
páginas dibujadas a un nivel inhumano, con cuatro estilos distintos, mil
variantes brillantes en la puesta en página, un manejo del color demasiado
perfecto para ser real, mucho, muchísimo más texto que en Los Puentes
Obsoletos… y de nuevo, un guión que no me terminó de cerrar.
La Resaca tiene algunos
momentos absolutamente geniales. Toda la secuencia del pirata y toda la del
viejo mal llevado son páginas y páginas fascinantes, muy bien escritas,
repletas de hallazgos en la narrativa. Todo el tiempo (en estas secuencias y en
las otras) te preguntás ¿a dónde va todo esto?, ¿cómo enganchan las cuatro
historias? ¿son realmente historias, o son larguísimas escenas de gente que
habla o piensa? Y sí, todas esas escenas aparentemente inconexas, todos esos
diálogos interminables (algunos muy graciosos, otros muy introspectivos) van
hacia un lugar. Y no, no son exactamente historias. Son… situaciones,
pongamoslé. Ni siquiera situaciones límite, de esas que los autores suelen usar
para definir rápidamente a los personajes. Estos personajes se definen de a
poco, haciendo y diciendo boludeces, cosas de todos los días… Filosofan,
cuentan anécdotas, algunos casi no se mueven. Entonces entra en escena la magia
de Pazos para imaginar metáforas visuales zarpadísimas, como para no dibujar 120
páginas de tipitos conversando. Y ahí es donde La Resaca te lleva puesto y te
estrola contra la pared.
De nuevo, el guión me
generó unos cuantos “peros”. Y de nuevo, todo el aspecto visual de la obra,
desde la portada hasta la tipografía de los textos, me lleva a pensar que Fede
Pazos es un Genio del Noveno Arte, un creador de climas, universos y personajes
que no intersectan fácilmente ni con la aventura ni con los otros géneros clásicos,
pero que te seducen, te incluyen, te emocionan y te dejan pensando. Demasiada
belleza para 120 páginas, en serio.
Y nada más, por ahora. Ah,
el miércoles a las 19hs voy a estar en la Casa de la Cultura de Vicente López,
como moderador de un panel de guionistas. La entrada es gratis y los guionistas
son capos, así que si están al pedo, vengan. Nos reencontramos la semana que viene,
con nuevas reseñas acá en el blog.
1 comentario:
fede pazos es un genio alucinado del noveno arte, pero en la ciudad de los puentes obsoletos le vendieron la buena, y para esta novela le vendieron la cortada (y andá a saber con qué)... de ahí la resaca, como dice el título...jaja es mi teoría
un saludo
Publicar un comentario