Después de un par de libros muy tremendos o muy extraños, necesitaba un poquito de pochoclo, y la verdad es que esto es pochoclo de primerísima calidad. Hay machaca a rolete, genocidas a nivel planetario, más razas alienígenas y más navecitas copadas que en una peli de Star Wars y la tranquilidad esa que tiene el comic de superhéroes –por lo menos el más mainstream- de que pase lo que pase, siempre ganan los buenos.
El tema es –claro- a qué costo y ahí es donde Joss Whedon y John Cassaday sacan enormes ventajas. Ya sea que conozcas a estos personajes hace 30 años, o te hayas encariñado con ellos a lo largo de estos cuatro TPBs, los autores construyen un vínculo irrefutable entre lector y personajes. Y se aprovechan de eso para hacerte sufrir, para que se te frunza el orto veinte veces, cuando creés que tal es boleta, que tal pierde los poderes, que tal se pasa al bando de los malos, que tal se zarpa y masacra a sangre fría a los villanos que tiene enfrente... De pronto (no me preguntes cómo) Whedon logra que uno le crea que todas esas cosas terribles y extremas pueden llegar a pasar, que la victoria inevitable de los X-Men no va a ser gratis ni mucho menos, que el status quo puede ser alterado “para siempre”.
El argumento –para ser sinceros- daba para menos páginas. El tomo tiene 192 páginas y podría contarse exactamente lo mismo en 120, como mucho. Pero Whedon necesita espacio para convencernos de que esto que pasa es realmente grosso, que esto no es sólo grandilocuente, sino también monumental. Y además, ¿qué sería de Whedon sin las escenas tranqui? Esas escenas que en los ´80 duraban tres viñetas repletas de diálogos y ahora duran cuatro páginas, repletas de silencios tan elocuentes como el más inspirado Chris Claremont. Ahí, en esas secuencias, Whedon también marca la diferencia: hace que los personajes tiren frases mortales, o chistes brillantes, u observaciones tan atinadas que uno no puede creer cómo a ningún otro guionista (y por X-Men pasaron muchos) se le ocurrió ver de ese modo a ese personaje o esa situación.
La caracterización, entonces, es lo que hace realmente llevadero el exceso en la extensión de la saga y en las peripecias menores que los héroes deben sobrellevar para llegar a la resolución del conflicto. Y es, además, el punto más alto en toda la etapa de Whedon. El propio guionista se complica el laburo: arrancó el primer TPB con un grupito de cinco héroes y termina el cuarto con un elenco protagónico de nueve personajes, todos perfectamente laburados y con los momentos cruciales muy bien repartidos. Al final, serán Kitty Pryde y Colossus los que asuman los roles más destacados, pero todos los demás tienen su momento de gloria.
Hablando de gloria, es hora de babearnos una vez más con los dibujos de John “el Facha” Cassaday. Acá el ídolo afloja un poquito en las últimas páginas, las del Giant-Size donde termina la saga. Ese es el único tramo donde se le nota un poco el apuro, las ganas de sacarse este laburo de encima y agarrar otro que lo desafíe todavía más (Je Suis Legion, Planetary... proyectos no le faltaron nunca). En todo el resto del tomo, vemos al Facha en un gran nivel, magistral en los climas más tranquis y desbocado cuando estalla el bolonki. Buen timing en la entrada y salida de escena de todos esos personajes, gran laburo en los fondos, excelentes diseños para naves, armas, palacios, etc., y por supuesto, el color de Laura Martin que se acopla perfectamente con el dibujo y lo potencia muchísimo.
Impactos grossos, volantazos impredecibles y un final estremecedor para una saga un poco estirada pero realmente atrapante. Los X-Men de Whedon y Cassaday entraron, sin dudas, al panteón de las grandes etapas de esta serie, junto a la de Roy Thomas y Neal Adams, la de Claremont y John Byrne y la de Grant Morrison y sus seis o siete dibujantes. La verdad es que lo que viene después no me llama mucho la atención (por más que lo escriba Warren Ellis), así que hasta acá llego. Pero me voy feliz, con muchos libros de X-Men para recomendar tanto a los fans clásicos como a los que todavía no se engancharon en el vicio mutante.
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5 comentarios:
Creo que a la lista de grandes series de x-men te falto agregar los ultimate x-men del amigo millar, con dibujos del monstruo de Kubert. O no?
Andrés, después de este TPB lo que sigue lo agarra Ellis? Quién lo dibuja, y por qué no te llama mucho la atención? Si podés explayarte un poquito...
Sin dudas, Killer. Los Ultimate X-Men de Millar son fundamentales. Pero esa es otra serie, con otra continuidad, otra impronta, etc. No son los X-Men que crearon Stan Lee y Jack Kirby.
En cuanto a la pregunta de Eugenia, estoy casi seguro de que la etapa de Ellis en Astonishing la dibuja Simone Bianchi, a un nivel más que atractivo. Pero no me interesa la onda, más heavy, más cínica. Estoy seguro de que se debe notar mucho que a Ellis no le gustan los X-Men. Ojo, por ahí es prejuicio puro, porque no lo leí. Pero la verdad, no me llama.
LA VERDAD, ANDRES, SI BIEN YA LEI ASHTONISHING ( MOTIVO POR EL CUAL LE TENGO BATANTE FE A LA PELI DE LOS VENGADORES ) TUS COMENTARIOS SIEMPRE OFRECEN UNA VISION ADICIONAL QUE SUMA. ASI GRACIAS A TU BLOG DESCUBRI LA MAGNIFICA BATGIRL DE PUCKET, SCALPED Y A MEDIDA QUE SIGO LAS RESEÑAS, OTRAS OBRAS QUE DIFICILMENTE HUBIESE PODIDO HALLAR POR MI MISMO.TANTE GRAZZIE Y PIU AVANTI!
Para mi la etapa de Whedon le pasa el trapo a todas las demas, excepto lo mejor de Claremont.
Al margen, iba a hacer un comentario en el post de Grondona White, que lo vi en el 2010, creo, en la A. Francesa, mal, muy desmejorado. Y despues tuve miedo de que entrara a ver tu articulo y leyera mi comentario...
No esta bueno que opinen que estas hecho pelota.
La verdad me dio mucha pena. Hay autores que aparte de gustarte, uno establece un vinculo emocional, aunque no los hayas vistos nunca. Para mi, White es un de ellos...
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