Hoy me toca reseñar dos libros de los ´90, en los que no existen los
grises. Dos autores muy distintos entre sí, que resuelven el aspecto gráfico de
sus obras sólo con el blanco y el negro puros.
El Vol.4 de Ping-Pong es impresionante. Taiyo Matsumoto se toma las
primeras 90 páginas del tomo para terminar de desarrollar a los personajes, y
después sí, con el elenco ya debidamente presentado, se manda a hacer lo que no
puede faltar en ningún shonen: el torneo a todo o nada, en el que los
protagonistas se enfrentan y habrá gloria sólo para algunos. Todo ese segundo
tramo centrado en el torneo de ping-pong es alucinante. Son páginas y páginas
de una intensidad tremenda. Nada de lo que yo escriba puede siquiera empezar a
describir las cosas que te hace sentir Matsumoto a través sobre todo del armado
de las secuencias. La elección de los planos, la construcción de la página, las
líneas cinéticas y las onomatopeyas son apenas algunos de los recursos que el
mangaka despliega para meternos adentro de estos partidos en los que Smile y
Peko dejan la vida para defender los colores del Instituto Katase.
Durante el tramo del torneo, aparecen poco el entrenador de Smile y
“la Abuela”, responsable del enorme crecimiento de Peko. Y es lo único que se
extraña. Todo lo demás queda totalmente opacado por el modo brutalmente
apasionante del relato de los duelos.
No quiero repetirme mucho más, sobre todo en lo que tiene que ver con
el dibujo, porque mucho de lo que tengo para decir ya lo dije en las reseñas de
los tomos anteriores. Me queda un solo tomo más por leer, que arranca con las
semifinales del torneo. Se nota desde la primera página que acá se define todo,
que todo lo que pasó en los primeros cuatro tomos explota en estos últimos tres
partidos. Un delirio maravilloso, conjurado por un Matsumoto aplastante en
dibujo y narrativa, y como siempre un poco retorcido en materia de guión.
Pero me voy unos años antes, a Francia. Inexplicablemente inédita en
nuestro idioma, la serie de Julius Corentin Acquefacques, prisionero de los
sueños, es una de las obras fundamentales de ese genio del Noveno Arte conocido
como Marc-Antoine Mathieu. De milagro conseguí el tercer tomo (en francés) y
por fin pude internarme en el cautivante universo de Julius Corentin Acquefacques,
un universo crepuscular, extremo, donde no existen las mujeres, donde la
arquitectura señorial y sofisticada contrasta de modo bestial con una atmósfera
oscura, espesa, entre opresiva y surrealista.
Estaría buenísimo que Mathieu contara una historia en la que esta
extraña metrópolis tuviera un rol más importante, pero en este álbum, The
Processus, lo central tiene que ver con el propio Julius, con un extraño sueño
que deriva en un desdoblamiento de su persona, lo cual detona un guión
perfecto, un mecanismo de relojería ambicioso y asombroso como pocos. Sin
hacerse críptico, sin saltar al vacío, Mathieu se mete en la esencia del sueño,
en un laberinto onírico fascinante, que nos lleva más allá del subconciente de
Acquefacques para convertirse a partir de cierto punto en un metacomic, porque
el personaje cambia de nivel de realidad y pasa a un plano en el que él es
tridimensional y accede a una dimensión en la que el resto del álbum son
páginas de historieta a las que puede entrar y salir por los marcos de las
viñetas.
Como te imaginarás, The Processus es un gigantesco experimento formal,
un ejercicio impactante de narrativa, como los que le vimos alguna vez a
Shintaro Kago, o a Chanti y sus Crucitramas, o a aquel Mangaman de Colleen
Doran. La diferencia está en el extremo al que lleva Mathieu la experimentación
formal, y en la fecha, porque el francés cruzó este rubicón en 1993, cuando
esto era absolutamente impensable. Realmente no tengo palabras, The Processus
me las quitó todas. Terminé de leer el álbum y lo seguí mirando, para atrás,
para adelante, atrapado en ese loop perfecto que tanto peso tiene en la trama. Albumes
como este (autores como este) son los que nos hacen enamorarnos perdidamente de
este lenguaje, de este medio, de esta forma narrativa en la los límites de la
imaginación son constantemente avasallados por las ideas que pelan y los
riesgos que asumen genios como Marc-Antoine Mathieu. Glorioso es poco.
Gracias como siempre por estar ahí, y nos reencontramos muy pronto,
con nuevas reseñas acá en el blog.
3 comentarios:
No sé si es el mismo libro que Le Processus, pero hace unos años un compañero de laburo me mostró un comic que en el medio tenia como un agujero en forma de espiral, y quedé loco solo con la idea, tambien era francés, lo fue a buscar a la libreria que está al lado de la Alianza Francesa. Es este el libro Andrés?
Es este libro, Matías.
Si Matias, fuimos a buscar unos tomos a Las mil y una hojas (bastantes salados)....y de ahí nos fuimos a la Comicopolis 2015!!!
Increíble lo difícil que es conseguir los trabajos de Mathieu , en ingles o español hay muy poco publicado así que tenes que traerte las cosas de Francia (también hay muchos tomos en Aleman)
Realmente es un genio, el primer tomo de Julius es de 1990 !!!....posiblemente en algún momento cansa un poco de tanta obsesión con la simetría,el infinito, la experimentación etc. Pero como dice Andres el tipo es de los que te hacen amar el comic. Hay que traerlo para algún evento!!!
les dejo una reseña de este tomo de un blog de matematicas
http://vps280516.ovh.net/divulgamat15/index.php?option=com_content&view=article&id=12499:53-mayo-2011-julius-corentin-acquefacques-prisionero-de-los-suenos-le-processus-el-proceso&catid=70:literatura-y-matemcas&Itemid=46
Saludos y gracias porque fue por este blog que conocí a este autor alla por el 2010
Juan Pablo
Publicar un comentario