Desde que la española Ana Miralles entró al mercado francés a principios de los ´90, los editores galos no la soltaron nunca más. Por el contrario, le habilitaron cada vez más libertad para generar proyectos y así es como, hace ya varios años, en lugar de dibujar guiones de autores franceses, formó equipo con el guionista español Emilio Ruiz, con el que se entiende a la perfección y con quien creó sus obras más atípicas y difíciles de encasillar, entre ellas su primer trabajo profesional, allá por los ´80. En 2008, Ruiz y Miralles lanzaron este álbum en Francia y, como suele suceder, se editó poco después en España.
De Mano en Mano es una novela gráfica de 46 páginas protagonizada por... un billete de 20 euros. Posta, no estoy borracho ni drogado. Como su nombre lo indica, el billete va pasando “de mano en mano” y los autores nos invitan a seguirlo a lo largo varios meses, desde que alguien lo retira de un cajero automático hasta que queda enmarcado, colgando de una pared. Con ese planteo que parece de una historieta muda de Peter Kuper, Ruiz y Miralles recorren una gran ciudad de España (no llegué a deducir cuál), desde una casita precaria en una villa (donde el billete todavía no aparece) hasta un depto de clase media, donde ya bastante baqueteado, el billete va a quedar de adorno.
La gracia, como podrás suponerlo, está en lo que le sucede a los ocasionales poseedores del billete. A Ruiz le interesa mostrarnos distintas situaciones que tienen lugar en la ciudad y el pasamanos del billete de 20 euros es el artificio, el truquito que le permite saltar de unos chicos de la calle a una pandilla de neo-nazis, de un ciclista a un proxeneta o de un guardia de seguridad a un músico callejero y contarnos algo de la vida de cada uno. Por supuesto el tono es realista, para que la bajada de línea cobre un poco más de densidad y se sienta más urgente. Ruiz aprovecha (y muy boludo sería si no lo hiciera) para hablar del rol del dinero en la sociedad actual. Por qué nos gusta tenerlo, qué hacemos para tenerlo, qué valor le da la gente de distinta edad, educación o clase social, y así. Para que la cosa no decaiga, Ruiz decide meter también un poco de acción: antes de la mitad de la novela, ya hay una muy linda persecución en la que unos pibes chorros escapan de la cana tras robar –entre otros- el billete protagónico. Unas paginitas después, Andrés el proxeneta será cagado a patadas por una antigua chica “suya” y para la página 32, alguien pelará un chumbo y dará vuelta una situación muy tensa, realmente desagradable, protagonizada por el músico callejero y la pandilla de neo-nazis.
Guarda, no creas que De Mano en Mano pretende ser una crónica de la violencia y la sordidez de las grandes ciudades, onda esos programas chotos de América con Martín Ciccioli o Facundo Pastor. Estas escenas un toque salvajes están entrelazadas con un montón más sumamente tranqui y más cercanas a lo que uno vive todos los días: gente que va al bar a tomarse un café, o al supermercado a hacer las compras, o que paga un taxi o el seguro de vida. En esas secuencias Ruiz también encuentra la forma de meter personajes atractivos, diálogos ingeniosos y la bajada de línea que recorre todo el libro.
¿Y qué onda Miralles? No sé, me parece que en estos años de laburar para Francia perdió algo de su maravillosa identidad gráfica. A mí me gustaba cuando era más salvaje, cuando le daba al pincel como si fuera Oswal en crack. Ahora vemos a una dibujante inobjetable, con un manejo excelente del lenguaje corporal, las expresiones faciales, los fondos, la composición, el ritmo... pero todo me recordó a otros autores. El color quiere parecerse al de Miguelanxo Prado, los personajes tienen algo de Prado, mucho de Jaime Martín, algo del Jordi Bernet más sintético, el de sus trabajos más cercanos al humor, las onomatopeyas también parecen de Bernet... No digo que esté mal, eh? Estoy nombrando a unos monstruos que me ponen la piel de gallina. Digo que hace 25 años (y un cachito menos también) Miralles tenía un sello más personal, más arriesgado y, si bien es bueno que los dibujantes evolucionen, a mí me gustaba más lo anterior. Acá se ve a una dibujante sólida, eficaz, infalible. En las obras de fines de los ´80 y principios de los ´90 se veía a una fiera que –si la dejaban- se morfaba el mundo. Es lo que hay...
De Mano en Mano tiene un planteo raro, un desarrollo muy interesante, toca temas piolas desde una óptica acertada, combina comedia costumbrista con algo de violencia urbana y algo de denuncia social, y tiene unos dibujos de la San Puta, que además nos permiten disfrutar del talento de Ana Miralles sin embarcarnos en esas series de chotocientos mil tomos que suele hacer para Francia. No está nada mal, así da gusto desprenderse de un billete y mandarlo a yirar por la gran ciudad.
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6 comentarios:
me lo vendiste. ya lo estoy descargando
Uh! Esto pinta bueno! Simple y original la idea .Ja! los programas de ciccioli y pastor.
Soy un gran fan de Ana Miralles, me gusta toda su obra... este cómic en plan One Shot es bastante divertido...
Un saludo
a mi parte la cabeza el estilo "Eva Medusa"
Ese estilo es mas personal o el mas afrancesado Andrés??
Saludos
gaspar
Claramente es el momento de transición. Lo anterior es lo más personal y lo posterior es lo más mainstream francés.
resien terminado de leer, y ta bueno no para desir o q bruto pero si jaja---
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