Una vez más, los miembros del colectivo tucumano UNHIL (Unión de Historietistas e Ilustradores) se lanzan a la aventura de recrear en forma de historietas los sucesos que conmovieron a nuestro país hace 200 años. En esta ocasión los guionistas y dibujantes se centraron en la batalla de Tucumán, aquel evento decisivo en la guerra contra las tropas realistas que tuvo como protagonista a Manuel Belgrano.
Las historietas son breves y enfocan distintos aspectos de aquella gesta, desde el increíble éxodo jujeño hasta las secuelas del triunfo en Tucumán. Algunas secuencias se centran en la batalla propiamente dicha, otras en el pensamiento y el legado de Belgrano y unas cuantas se concentran en la vida de la gente común, ya sean los pobladores de las distintas ciudades por donde pasa el Ejército del Norte, o los propios gauchos, peones y demás criollos, mestizos y hasta un escocés que se sumaron a las tropas de Belgrano. Muchos de estos combatientes fueron soldados improvisados, gente común sin entrenamiento militar y con armamento muy precario, lo cual –por lógico contraste con la experiencia y el poder de fuego de las fuerzas realistas- le da a la victoria de Tucumán visos épicos, muy bien subrayados por los guiones de estas historietas.
Por supuesto los hay mejores y peores, más didácticos y más “aventureros”, más solemnes y más distendidos. Creo que el que más me gustó fue el de El Escocés del Pedemonte, firmado por Néstor Martin, que además de ser técnicamente correcto me contó de modo ameno y atractivo algo que yo no sabía. La historieta que abre el libro, co-escrita por César Carrizo y Segundo Moyano, también me llegó por la fuerza del guión, si bien se centra en un episodio que yo ya conocía (el éxodo jujeño). Si pensamos que este es un libro editado por la Municipalidad de la ciudad de Tucumán, con la intención (supongo yo) de que los chicos lean este material en las escuelas, los “peros” que se nos puedan ocurrir a los lectores especializados, muy pasados de rosca en el tema comic, se desactivan de inmediato. Obviamente cualquiera de estas historietas es mucho más entretenida y le pega mucho más a un pibe de la secundaria que leer un libro de historia o las cartas que escribió Belgrano en aquella época.
También por el hecho de estar bancado desde un organismo oficial, el libro opta por una visión “limpia” de los hechos, donde por lo menos en el bando de los criollos a nadie se le ocurre hacer trampa ni zarparse en lo más mínimo. Las figuras de Belgrano y sus lugartenientes están exaltadas al filo de la hagiografía y todo el tiempo se resalta el coraje y la valentía de los hombres y mujeres que se jugaron la vida para defender su tierra y ese proyecto de patria que todavía estaba medio en pañales. Aún simplificadas a un conflicto de Buenos vs. Malos, la batalla de Tucumán, sus causas y consecuencias dan un jugo bastante interesante, bien plasmado por los artistas de la UNHIL.
En cuanto a los dibujos, sin dudas el lápiz más notable es el del ya mencionado Segundo Moyano, un dibujante de trazo ágil, suelto, muy moderno, a años luz de las típicas ilustraciones históricas que nos ofrecía la revista Billiken. Me gustaron también Leo Miranda (al que le tocó remar uno de los guiones más áridos), Rodolfo Paz (un clásico sin estridencias, muy sólido en las expresiones faciales), Juan Aníbal de La Madrid (bestia del claroscuro que me hizo acordar a los mejores trabajos del español Sento) y un dibujante muy raro llamado Alejandro Nicolau al que le dieron sólo dos páginas y del que quiero ver más trabajos. También hay un muy buen nivel en muchas de las ilustraciones que acompañan los textos históricos que aparecen entre las historietas.
Libros como este le hacen mucho bien a la historieta argentina primero porque están bien hechos, con un buen laburo de investigación, un equipo de autores mayoritariamente idóneos, etc.. Y después porque ayudan a lograr algo que debería ser prioridad de todos, que es meter la historieta en las escuelas. Contaminar desde chicos a los pibes con el relato secuencial, mostrarles que se puede usar para contar todo tipo de historias, incluso las que tienen que ver con cosas (a priori) tan embolantes como las fechas patrias, los próceres y todo ese chamuyo de tipos viejos que no jugaban a la Play ni se mensajeaban con sus Blackberrys. Para eso hay que sintonizar una onda más o menos parecida a la que les gusta sintonizar a los docentes y en eso César Carrizo (faro ideológico de la UNHIL) es referente no sólo a nivel de Tucumán sino de toda Latinoamérica. Así como la batalla de Tucumán fue puntapié inicial para la independencia argentina, este libro puede ser un paso importantísimo para darle más visibilidad a nuestra historieta en un ámbito (el escolar) que aún hoy le es bastante hostil. Resistiremos.
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3 comentarios:
muchas gracias por la reseña y darle bola a nuestro trabajo andres, siempre leo el blog, vaya un abrazo
Glorioso.
¡Vamos por este trabajo de la UNHIL! Lo que tengo de ellos es de calidad. Incluso se lo he mostrado a profesoras de historia, con buenísimas críticas.
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