el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 22 de marzo de 2024

TRES DE VIERNES

Por fin tengo un rato para escribir reseñas... Empezamos en España, año 2009, cuando se publica Cristóbal Nazareto: ¡Un pringao celestial del Siglo XXI!, un libro del maestro Álex Fito cuya portada, guardas y primeras páginas son una especie de homenaje a los álbumes clásicos de Astérix. Adentro nos encontramos con algo bastante más picante que las aventuras del guerrero galo: un comic de denuncia social, que se mete con las pésimas condiciones en las que viven los pobres, la grosera desigualdad social, el racismo, la corrupción, la violencia policial y los síntomas más estridentes de la marginalidad en las grandes urbes: drogadicción, prostitución, trabajo infantil, delito... En este mundo de políticos mentirosos, empresarios garcas y curas pedófilos, se mueve Cristóbal Nazareto, una especie de Jesucristo de las categorías de Ascenso, que rechaza la hegemonía del capitalismo hasta que se da cuenta de que con la guita se puede comprar bebidas alcohólicas. La sordidez de lo que cuenta Fito va in crescendo y gana en complejidad. Las primeras historias son de dos páginas, con pocos personajes en cada uno, y en las últimas ya se anima a entrelazar a todos los personajes de la serie, en argumentos más complejos, con un nivel de crueldad realmente desolador. El estilo de Fito es prolijito, lindo, amistoso, ideal para una historieta de humor infantil, lavadito, inofensivo... y el hijo de puta con ese estilo dibuja situaciones truculentas, escalofriantes, que te dejan un sabor espantoso en la garganta. En ese contraste reside el principal atractivo de Cristóbal Nazareto. También es importante señalar que Fito intenta llevar adelante todos estos relatos sin recurrir a las palabras, y casi siempre lo logra. Por momentos trastabilla y se ve en la necesidad de incluir algún texto, o alguna palabra, pero en general, son historietas mudas. Esto requiere una mayor cantidad de viñetas para resolver la acción (y que se entienda) y el autor opta por una grilla de 12 cuadros chiquitos, todos de igual tamaño, que banca a lo largo de casi todo el álbum. O sea que Cristóbal Nazareto no sólo juega al límite de lo publicable en lo temático, sino que también muestra una búsqueda desde lo formal. Nada, más allá del shock value de las escenas más escabrosas, el humor está ahí (para quien se anime a reirse de estas animaladas) y el dibujo y el color de Fito siempre son un placer. Tuve el ojete de rescatar este libro (magníficamente editado por Glénat España, a la que extraño horrores) de una mesa de saldos, y la verdad que fue un hallazgo muy copado.
Me voy a EEUU, año 2016, para completar la lectura de la segunda mitad de Starve, una serie cuyo Vol.1 vimos en este espacio allá por el 02/06/20. Y sí, lo que había empezado como una cátedra de los maestros Brian Wood y Danijel Zezelj termina muy, muy arriba. Creo que lo más notable es cómo Wood logra mantener la tensión en una historia que casi no tiene acción. Hay apenas una escena de violencia, totalmente desenfatizada, y el resto de los conflictos van claramente para otro lado, un lado más adulto, más real, más profundo. Por supuesto todo sostenido en el carisma arrollador de Gavin Cruikshank, un personaje frontal, complejo y cautivante, sin nada que envidiarle a un Spider Jerusalem. El tema de la comida es importante, pero menos de lo que la gente encargada de promocionar la serie nos quiso hacer creer. Wood no se priva de bajar línea acerca de lo mal que se alimenta la gente de bajos recursos, cómo nos acostumbran a comer mierda y nos la cobran más cara de lo que sale comer mejor y más sano. El subplot del restaurante croto de Brooklyn es probablemente lo más atractivo a nivel argumental que tiene este segundo tomo, pero -de nuevo- el foco no está tan puesto en el morfi en sí, ni en el hecho de que tanto Gavin como su hija son unos cocineros de un talento descomunal, sino más bien en la lucha por la integridad, contra un sistema que te compra, te exprime y te descarta. El dibujo de Zezelj es glorioso, de punta a punta, y se complementa con el maravilloso color del excelso Dave Stewart para brindarnos unos climas atrapantes, de gran belleza plástica. Zezelj lleva al claroscuro a terrenos mágicos, inexplicables, en los que la composición de la viñeta es importantísima, y en la que no importa en lo más mínimo que los fondos provengan de un vasto catálogo de fotos retocadas. Visualmente, estamos frente a uno de los mejores trabajos del ídolo, repleto de páginas y secuencias memorables. Como tantas otras, Starve es una serie que pasó completamente desapercibida en su momento, pero que me animo a recomendar enfáticamente a los fans del buen comic para adultos.
Terminamos esta recorrida en Chile, año 2019, cuando se publica una versión en historieta de London After Midnight, un largometraje de 1927, del cual se perdió la última copia en un incendio a fines de los ´60, y que marcó la última colaboración entre los míticos Tod Browning y Lon Chaney. Yo no sé casi nada de cine de los años ´20, pero por suerte el libro incluye un artículo de mi amigo Roberto Barreiro que explica muy bien todo el contexto. A cargo de reconstruir el guion de la película perdida estuvo Gonzalo Oyanedel, guionista, escritor e investigador chileno. Y para dibujar esta versión de la historia, el elegido fue el mismísimo Quique Alcatena, en su primer trabajo para el mercado trasandino. El trazo de Quique se luce mucho en un álbum de un tamaño bastante mayor al que utilizan las editoriales argentinas que suelen publicar sus trabajos para Italia, y la cantidad de texto que utiliza Oyanedel es bastante más escueta que la habitual en las obras que escribe el propio Alcatena, o las que dibuja sobre guiones de Eduardo Mazzitelli. O sea que el trazo mágico de Quique acá explota con una polenta infrecuente y se adueña de unas páginas muy bien pensadas, con diseños tan inquietantes como el clima que intenta transmitir el guion. Y acá es donde está el problema. Sin ser una pelotudez ni una falta de respeto, el guion es fallido. Como en las dos historietas anteriores, el villano es un empresario garca, pero acá se suma toda una fantochada absurda de un supuesto muerto que resucita como vampiro, que desvirtúa a toda la trama detectivesca en la que el Inspector Burke intenta resolver el misterio de la muerte de Roger Balfour. Claramente esto se podría haber resuelto sin sumar estos elementos "pseudo-fantásticos", que están ahí para generar impacto y cheap thrills en los espectadores, pero que no son para nada relevantes a los efectos de la historia. Por supuesto está buenísimo ver a Alcatena dibujar a este monstruo, pero no hacía falta. De hecho, por cómo está planteada la trama, no hacía falta ni siquiera que hubiese escenas de acción... pero claro, había que llevar gente a los cines y para eso, la espectacularidad de los no muertos y el clima tétrico típico de película de terror siempre suman más que una escena atrás de otra de gente que habla. Obviamente, si sos fan de Alcatena, o de las películas de terror de la época del cine mudo, London After Midnight no puede faltar en tu biblioteca. Pero si entrás buscando un guion que te parta la cabeza, lamentablemente no creo que lo encuentres en estas páginas. Y nada más, por hoy. Ni bien tenga más libros leídos, nos reencontramos y los comentamos por acá. Ah, el miércoles a las 22:30 ha hay Agenda Abierta en el canal de YouTube de Comiqueando, con un invitado de lujo y la participación de tod@s l@s que se quieran prender. Nos vemos por ahí.

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