el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 7 de marzo de 2023

TARDE DE MARTES

Sigo adelante con las lecturas y ya tengo otros dos libros para repasar. En primer lugar, el Vol.2 de Monster, del maestro Naoki Urasawa, ahora sí con un tramo de la saga que no había leído nunca, porque cuando lo publicó LARP yo ya había decidido no comprarle nunca más un manga a esa funesta (y hoy justamente olvidada) editorial. Al final del Vol.1, tal y como estaba armada la trama, faltaba que el Dr. Tenma se entrenara para convertirse en un asesino implacable, gambeteara a la policía hasta quedar cara a cara con Johan y lo hiciera boleta. Todo eso se podría haber contado sin acelerar bruscamente el ritmo del relato en estas 400 páginas, y Monster podría haber terminado en este Vol.2. Pero claro, esta es una obra de Naoki Urasawa, especialista en estirar los conflictos hasta el infinito, en tensar la cuerda dramática que sostiene a sus mangas hasta que el lector sienta que ya no puede más. Por eso en estas 400 páginas apenas si vemos a Tenma escapar de la policía... mientras surgen, se desarrollan y se resuelven otros conflictos que poco tienen que ver con la cacería de Johan. Hay una idea muy interesante, que es que un grupo neonazi ve en Johan a un posible segundo Adolf Hitler. Interesante porque le agrega a la saga una arista política y villanos mucho más hijos de puta que la policía. Pero todo el tema de "vamos a quemar el barrio turco" aporta muy poco a la trama, apenas un poco de suspenso, de presión para que en algún momento cobre peso la acción. Urasawa introduce nuevos personajes y les da muchísima carnadura, muchísimo desarrollo. Incluso en dos momentos de este tomo la acción se frena para dedicarle extensos segmentos a dos personajes que ya nos había presentado en el Vol.1, Eva y Anna/Nina. Cada una de ellas ya tiene, además de un pasado que hemos explorado a fondo, sus propios personajes secundarios. El inspector Runge también ocupa el centro de la escena a lo largo de muchas páginas que indagan un poco más en sus motivaciones, sin dudas la secuencia más aburrida e innecesaria del tomo. Como en 20th Century Boys, acá es muy importante el pasado, desandar los senderos de lo transcurrido a través sobre todo de la memoria. Las pistas que encuentra Tenma son básicamente recuerdos de gente que en algún momento interactuó con Johan o con su familia... y encontrar y sobre todo "escuchar" a cada una de estas personas lleva tiempo. O sea, páginas. Y ampliar el elenco de secundarios también, requiere mucho espacio. Urasawa lo tiene, y además no tiene apuro. Por eso, con una idea que se podía contar en 12-16 páginas en una revista de antología de los ´70, el tipo te hace nueve tomos de 400 páginas. Y vos no lo puteás, no porque te resulte divertido ver cómo te llena infinitas páginas con peripecias que por ahí no le suman nada a la resolución del argumento troncal, sino porque el ritmo del relato es atrapante, y porque estamos frente a un autor que maneja el suspenso y la intriga de una manera absolutamente insuperable. Y eso sin hablar del dibujo, que jamás baja de los 10 puntos. Habrá más Urasawa pronto, acá en el blog.
Allá por 2010, cuando Vertigo estaba on fire con el tema de generar novelas gráficas 100% originales, que fueran propiedad de los autores, uno de los que entró en la rosca fue Peter Bagge. Así apareció Other Lives, un trabajo del creador de Hate que desde 2021 reedita Fantagraphics, y que en su momento no levantó demasiada polvareda, pese a estar bastante bien. Other Lives es la novela gráfica en la que Bagge se mete con aquel fenómeno que fueron las plataformas de juegos virtuales en los que vos te creabas una segunda identidad, un avatar, que interactuaba en una especie de "mundo paralelo" en el que todo podía pasar. No me acuerdo ahora los nombres, pero creo que había uno llamado Second Life. El juego, ese segundo plano de "realidad" que ofrece el juego, tiene bastante peso en la trama, pero Bagge lo usa para pensar en el tema de la identidad ficticia, la identidad que uno se construye para sí mismo cuando la propia no le cierra y elige convertirse en un farsante. De los cuatro protagonistas, los dos que jamás entran en el juego virtual (Javier y Vlad) son los que más laburaron para asumir identidades que no les pertenecen. Se cambiaron el nombre, se inventaron profesiones falsas, se hicieron pasar por autores de textos que escribió el otro, no pararon un minuto de mentir. Ni de ser víctimas de las mentiras de otros. Other Lives trata de la irrupción de las verdades en una realidad donde lo normal es la falsedad, la máscara. Woodrow, el capo del juego virtual, el que parece que la tiene re clara, es otro maestro de la mentira y en un punto, Bagge lo va a llevar al extremo para que ocupe el rol del villano. Mientras que Ivy, la única que no guarda secretos nefastos (más allá de las cosas que hace su avatar en el mundo virtual del jueguito), es lo más cercano que tenemos a una heroína. Las vidas de los cuatro protagonistas se van a ver entrelazadas de las maneras más extrañas (algunas demasiado inverosímiles) y la tensión dramática va a crecer hasta hacerse insostenible. Y sin spoilear, va a terminar todo bastante para el orto, con estallidos de violencia cuyas consecuencias se pagan a larguísimo plazo. Por ahí el dibujo gracioso y caricaturesco de Bagge no lo sugiere, pero Other Lives es una historieta dramática, pero dramática en serio. Hay algún que otro diálogo jocoso, pero el clima general de la obra es el que generan las mentiras, las traiciones y los secretos de cuatro neuróticos que ya están demasiado jugados como para aspirar a la felicidad y se conforman con no ser el que peor la pasa. Es una obra enroscada, compleja, madura, con el problema que si a vos lo que te gustaba de Bagge era la onda de Hate, corre el riesgo de no engancharte en lo más mínimo, más allá de lo alucinante del dibujo. Pero está muy bien, se puede recomendar sin miedo a cualquier fan de la historieta para adultos, sea o no fan de Peter Bagge. Nada más, por hoy. Gracias y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas en este espacio tan antiguo como inclaudicable.

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